Discurso íntegro de Ernesto Zedillo tras el Primer Informe de los Avances del Programa Nacional de Población
Versión estenográfica de las palabras del presidente Ernesto Zedillo, al término del Primer Informe de los Avances del Programa Nacional de Población 1995-2000, en acto celebrado ayer en la mañana en el Salón Adolfo López Mateos de la residencia oficial de Los Pinos.
Muy distinguidos representantes de los organismos internacionales; Señoras y señores legisladores; Señoras y señores:
Hoy, como hace un año, nos reunimos en el Día Mundial de Población para reflexionar sobre los desafíos de nuestro país en materia demográfica.
A un año de distancia es muy satisfactorio constatar el avance del Programa Nacional de Población. Los importantes logros en materia de investigación, diagnóstico, proyecciones, concertación y coordinación que aquí han mencionado, dan prueba del trabajo serio que las instituciones participantes han realizado durante los pasados doce meses.
La política demográfica tiene como principal propósito el mejoramiento de la calidad de vida de las personas y de las familias, armonizando la evolución demográfica con nuestro potencial de desarrollo económico y social.
La política demográfica se dirige a promover la participación libre y responsable de los mexicanos en un desarrollo sostenido y sustentable.
Trabajamos para alcanzar una recuperación plena, que sea la plataforma de un crecimiento económico que se exprese en más y mejores empleos; en una política social que abra oportunidades de superación para todos; en un desarrollo respetuoso de los recursos naturales en el perfeccionamiento de nuestra vida política y de nuestra justicia.
Todos estos procesos tendrán mejores resultados en la medida en que logremos un crecimiento más moderado y ordenado de la población. Por eso, es muy satisfactorio constatar que los tres órdenes de gobierno, las instituciones públicas y privadas, las organizaciones sociales y la comunidad académica se han unido en el despliegue de una política demográfica acorde con un desarrollo justo y equilibrado.
El Programa considera la realidad económica y social del presente, y los retos que debemos resolver para la construcción del futuro.
El Programa considera la diversidad regional cultural, étnica y social de nuestro país, y es respetuoso de la dignidad y el derecho de las personas para decidir libremente su conducta demográfica.
En conjunto, las acciones del Programa promueven una cultura demográfica, en la que cada persona, cada pareja y cada familia tengan cabal conciencia de que su libre decisión se refleja en los grandes procesos demográficos del país.
Los fenómenos de población, son asuntos de todos, el comportamiento de cada uno se suma a los movimientos demográficos y éstos afectan a toda persona, toda familia, a toda comunidad. Para el año 2000 seremos casi 100 millones de mexicanos, eso nos representa un reto enorme; es responsabilidad de todos crear, desde ahora, las condiciones para satisfacer las legítimas aspiraciones de salud y nutrición, de educación y capacitación, de empleo y vivienda para esa población.
Gracias a los esfuerzos de los últimos años, como aquí se expuso, el crecimiento de la población registra una tendencia descendente. La tasa global de fecundidad ha disminuido considerablemente, aunque todavía arrastramos importantes inercias.
Sin duda, la inercia más perniciosa es la de la pobreza, es en las zonas más deprimidas donde el crecimiento de la población es mayor. A los rezagos y carencias sociales corresponden patrones demográficos como los que eran generales hace diez o veinte años.
Romper el círculo de reproducción entre pobreza y rezago demográfico, es el mayor reto que enfrenta nuestra política de población. Por eso estamos redoblando el esfuerzo en la atención a las comunidades rurales. Por eso es importante seguir impulsando la vinculación de las políticas demográficas con las de desarrollo social. Mantenemos la convicción de que las acciones de combate a la pobreza y los programas de población se refuercen mutuamente.
Junto con el fortalecimiento de la educación demográfica y de la planificación familiar, una tarea central de nuestra política poblacional es impulsar una mejor distribución de la población.
Por una parte se alienta la tendencia a un menor crecimiento de las grandes ciudades metropolitanas. Por otra parte se fortalece la infraestructura, las actividades económicas y los servicios básicos en las ciudades medias y pequeñas. Y también seguiremos impulsando la extensión de los servicios básicos a las comunidades y poblados pequeños.
Al fomentar una mejor distribución de la población en el territorio nacional, mediante una política integral de desarrollo social, estimularemos el arraigo de la población en sus regiones de origen.Quiero sumarme al justo reconocimiento a los señores gobernadores, quienes con clara visión del futuro están colaborando decididamente con sus ayuntamientos, las organizaciones sociales y el gobierno federal, para cumplir los propósitos nacionales en materia de población.
El apoyo que los gobiernos de los estados han brindado, y que estoy seguro seguirán brindando a los Consejos estatales y municipales de Población, ratifica una firme convicción federalista que todos compartimos y que todos impulsamos.
Con este apoyo, los señores gobernadores están honrando su compromiso federalista, y a su compromiso con un mejor porvenir para la población de sus estados.
Al expresar mi reconocimiento al Consejo Nacional de Población, reafirmo mi certeza de que seguirá siendo un muy valioso instrumento para lograr la coordinación entre las instituciones públicas, indispensable para aplicar la política de población.
El compromiso de las actuales generaciones de mexicanos es el de trabajar no sólo para el presente, sino también para nuestro futuro y el de nuestros hijos.
Para ello debemos reconocer y asumir los cambios que está experimentando la familia en el México actual; no sólo los cambios demográficos, sino también los cambios culturales. Si la familia es la célula básica de la sociedad, si los valores que se transmiten en la familia son los que predominan en la sociedad, si las relaciones familiares tienden a proyectarse como relaciones sociales, entonces resulta congruente tomar a la familia, junto con la comunidad, como la base de las políticas de desarrollo social.
Fortaleceremos los programas para prevenir, impedir y sancionar la violencia en la familia, la discriminación, la segregación y explotación de sus integrantes.
Alentaremos la transmisión de mensajes que valoren el papel de cada uno de los miembros de la familia, que promuevan una más equitativa distribución de las tareas del hogar, que fomenten la participación igualitaria de la pareja en las decisiones de planificación familiar.
Orientaremos el desarrollo social al fortalecimiento de la economía familiar, atendiendo, especialmente, las necesidades de las familias en condiciones de mayor pobreza y marginalidad.
Llevaremos a las familias nuevas capacidades para satisfacer sus requerimientos de alimentación, de salud y de educación. A través de la política integral de población, impulsaremos el fortalecimiento de la familia, como el grupo social básico en que se cultivan los valores y la identidad de la nación. La fuerza de México radica en la fuerza de la unidad y la solidaridad familiares. Los mexicanos exigen, con razón, un futuro de libertad y responsabilidad; de concordia y equidad; de prosperidad y bienestar.
Ese futuro será el de una sociedad fuerte, sustentada en familias igualmente fuertes.
Señoras y señores:
La libertad, la responsabilidad y la concordia son valores de nuestra historia que los mexicanos valoramos hoy más que nunca.
Hoy, esos valores deben sustentar nuestra estrategia para alcanzar un crecimiento económico, firme y duradero, con empleos y oportunidades para todos.
Hoy, esos valores deben respaldar nuestro esfuerzo por edificar un auténtico país de leyes, donde el derecho sea la norma de convivencia y donde la justicia sea expedita, oportuna y equitativa.Hoy, esos valores de libertad, responsabilidad y concordia deben alentar nuestro compromiso con las transformaciones que requiere la sociedad mexicana, con el fortalecimiento de nuestra institucionalidad democrática, con la unión de propósitos, de logros de metas y beneficios compartidos por todos.
Los mexicanos queremos una sociedad plural, sí, pero unida en lo fundamental. Queremos una sociedad nutrida por su vital diversidad, sí, pero cohesionada por la concordia. Queremos una sociedad en la que se expresen libremente las diferencias y todas las opiniones, sí, pero siempre en el marco de la ley, en el respeto y la civilidad mutua; y en el reconocimiento de todos, como miembros de una gran nación que también nos identifica a todos por igual.Los mexicanos no queremos una sociedad dividida por enconos, desunida por reclamos, enemistada por discordias estériles.
Los mexicanos no queremos vivir en una sociedad marcada por las desavenencias y pugnas de líderes políticos contra líderes políticos, incluso de la misma filiación; de jerarcas religiosos contra jerarcas religiosos, de dirigentes gremiales contra dirigentes gremiales, de medios de comunicación contra medios de comunicación.
Los mexicanos no queremos vivir en una atmósfera social donde las desaveniencias y los incidentes de controversia, que deben resolverse únicamente con los instrumentos y los medios que nos da la ley, son utilizados para descalificar los profundos cambios realizados para avanzar a una sociedad más abierta, más libre y más participativa.
Los mexicanos rechazamos la pretención de algunos, que quieren sustituir con el sensacionalismo, el papel que sólo le corresponde a las leyes y a las instituciones.
Los mexicanos sabemos que gracias al esfuerzo de muchas generaciones hemos logrado edificar una nación firme y madura; una nación que necesita que las controversias entre sus ciudadanos se resuelvan con la objetividad, el decoro y el rigor que marca la ley, no con la injuria y el escándalo; una nación que necesita trabajar constructivamente para perfeccionar y consolidar su vida democrática, no desperdiciar su energía en pugnas, que acaban minando las bases democráticas que todos estamos construyendo.
Por eso, unamos el patriotismo, la iniciativa creadora, el talento y el justo afán de superación de cada uno de nosotros, para que las organizaciones políticas y sociales sean mejores, para que las agrupaciones gremiales y empresariales sean mejores, para que las instituciones públicas y privadas sean mejores, para que los medios de comunicación sean mejores.
Unamos nuestro esfuerzo para que todo nuestro tramado institucional y social sirva más y mejor a la libertad y al ejercicio de los derechos, a la educación y a la formación integral de los mexicanos, a fomentar y preparar para las actividades productivas, a atemperar y erradicar las conductas antisociales y erradicar la violencia; a enaltecer e inculcar los valores morales de las familias mexicanas.
Hagámoslo con libertad, hagámoslo con responsabilidad, hagámoslo con concordia. Muchas gracias.