Existe la idea extendida de que las diferencias biológicas son el fundamento de la clasificación de los humanos en dos sexos únicos, hombres y mujeres. Si bien se acepta que desde el punto de vista anatómico o funcional pueden existir una gran variedad de combinaciones entre los caracteres de uno y otro sexo en la mayoría de las personas, hay dos puntos que no han sido suficientemente aclarados hasta ahora: 1. La reducción del sexo biológico a la presencia de un tipo especial de tejido, las gonadas (ovarios en la mujer y testículos en el hombre) y 2. Una participación diferencial en la reproducción (por ejemplo, el embarazo y parto como definitorios de un sexo biológico femenino). Estos dos argumentos que parecen los más sólidos e irrebatibles en biomedicina, se enfrentan sin embargo a una dificultad, la existencia de sujetos que poseen simultáneamente los dos tipos de tejido y que presentan además capacidad reproductiva. En este artículo me referiré al embarazo y parto en hermafroditas verdaderos y sus posibles significados.
Los hermafroditas verdaderos son personas que tienen tanto tejido ovarico como testicular y muy diversos grados de ambigüedad anatómica y funcional, representan el más alto nivel de intersexualidad biológica. Al romper todos los esquemas clasificatorios en los que se basan las diferencias entre los sexos, puede decirse que biológicamente no son hombres ni son mujeres, su patrón genético puede ser el correspondiente al de un hombre (46, XY) o al de una mujer (46, XX) o presentar otros patrones (mosaicos), la ambigüedad se expresa también en la función endócrina (niveles variados de hormonas tanto masculinas como femeninas) y desde luego en la apariencia externa (fenotipo), en particular en los genitales en los que pueden coexistir tanto los atributos masculinos como los femeninos 1. Desde pequeños se les asigna un sexo a nivel familiar o social y tienen una vida sexual activa. Aunque desafortunadamente no abundan los estudios sobre este tema, existen suficientes datos dispersos en la literatura desde el siglo pasado que permiten afirmar que su objeto sexual puede ser ``heterosexual'' (a partir del sexo asignado) ``homosexual'', o tener una conducta bisexual.
Si bien su existencia se conoce desde tiempos muy antiguos, la novedad consiste en el descubrimiento de su capacidad para embarazarse y tener hijos. Fue en este siglo, en la década de los setentas donde surgieron los primeros reportes, el primero en Japón y después uno en Tanzania. A estos primeros registros siguieron rápidamente otros, en Ohio, y South Carolina2. Los casos de hermafroditas verdaderos son sumamente raros, todavía lo son más los casos de embarazo y parto en estos sujetos, se trata realmente de una singula<%2>ridad. Pero su importancia no guarda relación alguna con su escaso número. Antes <%1>de proseguir debo detenerme en este punto.
Generalmente al examinar casos poco frecuentes, se topa uno con el argumento de que se trata de excepciones y se enarbola uno de los lugares comunes más tontos: ``la excepción confirma la regla''. Yo no se si esta frase tenga un valor en alguna disciplina científica, pero donde seguramente no la tiene es en la biomedicina, en la que las relaciones entre lo normal y lo patológico son el sustento mismo del conocimiento médico. Como se ha señalado en otros artículos, las patologías, por raras que parezcan, encierran información invaluable acerca de la condición normal (Broussais), son un experimento único e irrepetible que nos revela cómo es la fisiología normal (Bernard). Estos postulados médicos sobre la enfermedad han sido extendidos en algunos momentos de la historia hacia las ciencias humanas (Comte) y el esclarecimiento de las relaciones entre lo normal y lo patológico es uno de los puntos de partida de las ciencias del hombre (Foucault). Lo más fácil ante los casos raros o excepcionales es minimizar su importancia, hacer como si no existieran, barrerlos debajo de la alfombra, sobretodo cuando nos mueven el piso. Su importancia es grande pues juegan, en el caso de la definición del sexo, el papel de contradicciones que un modelo de dos sexos únicos no logra explicar, ponen en duda la generalización de un paradigma (Khun) y plantean como un enorme desafío intelectual el encontrar otros modelos capaces de explicar todas las irregularidades.
Pero volvamos a los hermafroditas embarazados. Los primeros casos reportados son el resultado de un procedimiento médico previo. En todos ellos se encontró la combinación ovario-ovotesti (es decir ovario de un lado y una combinación de ovario y testículo del otro lado) se practicó la remoción del ovotesti, se realizó cirugía para reducir las dimensiones del pene/clítoris (no existe una palabra adecuada para nombrar este órgano en los hermafroditas) y en algunos casos se adecuó quirúrgicamente la cavidad vaginal. Llegado a término el embarazo, los partos siempre fueron problemáticos, en virtud de desproporciones anatómicas; los recién nacidos, no mostraban anomalías genéticas o morfológicas apreciables, aunque no todos sobrevivieron. Se podría decir de lo anterior que se construyó a partir de un hermafrodita una mujer iatrogénica capaz de embarazarse y dar a luz, pero hay otro caso (la excepción dentro de la excepción si se quiere) en la que un hermafrodita verdadero se embarazó sin los beneficios previos de la cirugía, es decir, con un ovotesti en la cavidad abdominal 3.
Lo anterior sugiere que la función reproductiva no es una base segura para la asignación del sexo, pues individuos que no son, de acuerdo con los criterios biomédicos actuales, ni hombres ni mujeres, son capaces de embarazarse. Pone en duda, además, la universalidad de un paradigma de dos sexos únicos.
1. Una de las revisiones más completas que incluye 367 casos de los cuales 27 fueron examinados directamente por el autor es la de Van Niekerk, W. A. True hermaphroditism. An analytic review with a report of 3 new cases, Am. J. Obstet. Gynecol. 126: 890, 1976.
2. En el orden señalado en el texto: Narita, O., Manba, S., Nakanishi, T., y Ishizuka, N.: Pregnancy and childbirth in a true hermaphrodite, Obstet. Gynecol. 45: 593, 1975. Mayou, B. J., Armon, P., y Lindembaum, R. H.: Pregnancy and childbirth in a true hermaphrodite followin reconstructive surgery, Br. J. Obstet Gynaecol. 85: 314, 1978. Kim, M. H., Gumpel, J. A., y Graff, p.: Pregnancy in a true hermaphrodite, Obstet. Gynecol. 53: 40S, 1979. Williamson, H. O., Phansey, S. A. y Mathur, R. S.: True hermaphroditism with term vaginal delivery and a review, Am. J. Obstet. Gynecol. 141: 262, 1981.
3. Tegenkamp, T. R., Brazell, J. W., Tegenkamp, I, y Labidi, F.: Pregnancy without benefit of reconstructive surgery in a bisexually active true hermaphrodite, Am. J. Obstet. Gynecol. 135: 427, 1979.