La Jornada 15 de julio de 1996

50 mil ejidatarios de la Huasteca, en la línea de la supervivencia

Alonso Urrutia, enviado y Carlos Camacho, corresponsal, Huautla, Hgo., 14 de julio Antonio Hernández, comunero del poblado Tohuaco II resume gran parte del motivo de la desgracia en la Huasteca: ``más de la mitad de las tierras de la comunidad están ociosas pese a su fertilidad. Con puro machete y azadón, no hay forma de limpiar el monte para ponerlas a trabajar y con esto de las carteras vencidas, ni como pedir fiado''.

Los últimos años en la Huasteca se han caracterizado por desgracias naturales heladas e inundaciones durante varios años, migajas institucionales y una economía de subsistencia de los 50 mil ejidatarios de la región. Y es que la paradoja de la zona es tener suelo fértil y pobreza extrema.


Revisión en un retén militar instalado en uno de
los caminos de la huastec hidalguense.
Foto: Ernesto Ramírez

Del Programa Nacional de Solidaridad los comuneros sólo recuerdan la publicidad y su fama. ``Por aquí sólo becaron a diez niños. No hubo mas'', señala Hernández, mientras decenas de comuneros ``chapulean'' el monte para abrir un espacio que albergará al nuevo Telebachillerato de la comunidad.

En la cabecera de Huautla, un comunero afirma que por estos días en la zona ha habido ``mucha federación'', pero en forma de militares, porque los apoyos son realmente reducidos en otros ámbitos.

La Huasteca es considerada como una de las regiones del país donde se concentra más la pobreza extrema. Tan sólo esta parte de la región, la Huasteca hidalguense, es ubicada en el sitio número cuatro entre las más miserables del país que antaño llegó a ser, en algunas partes, una ``próspera región'' de fincas ganaderas de propiedad privada.

De acuerdo con el estudio Marginacion y pobreza en México, si bien Hidalgo se caracteriza por tener una ``pobreza bien repartida'', los ayuntamientos con más alto grado de marginación son Xochiatipan, Yahualica, Huazlingo, Atlapexco y Canali.

En Hidalgo, los indígenas constituyen la quinta parte de la población y su distribución coincide con las regiones más pobres de la entidad. ``La Huasteca hidalguense señala un análisis de la zona presenta grandes contrastes: abundancia de recursos naturales y pobreza extrema de sus habitantes, presencia de instituciones, porcentaje considerable de analfabetismo de algunas comunidades indígenas y carenciaa de recursos para hacerla producir''.Entre la desgracia natural y las``migajas'' institucionalesManuel Hernández es un sexagenario que algo sabe de la historia de la miseria en la región. Desde que tiene conocimiento, nada ha cambiado en la Huasteca, aunque ya se acerca el fin del siglo. Los campesinos siguen sembrando con azadón y machete; los comuneros continúan sólo con la siembra de maíz y frijol para consumo exclusivo de la comunidad.

Los análisis técnicos de la situación en la Huasteca tienen el mismo diagnóstico, con diferente lenguaje: ``las políticas macroeconómicas en el estado han dado trato igual a desiguales, han polarizado el campo, distinguiendo a un reducido estamento de agricultura rentable y capitalizada, frente a un amplísimo espectro de niveles de desarrollo y grupos productores, desde la agricultura con márgenes aceptables de rentabilidada hasta la que requiere subsidio permanente y sistemático''.

Hoy, como herencia del gobierno salinista, los campesinos de la Huasteca reciben del Procampo 466 pesos cada temporada para financiar la producción. Una producción que es abrumadoramente monoproductora y reducida al nivel de subsistencia elemental.

Cómo viven aquí, en la Huasteca?Sobrevivimos, responde parco pero contundente el anciano.

Recuerda el despotismo de los caciques y los asesinatos que tuvieron que ocurrir para recuperar la tierra en un periodo convulsionado de la Huasteca ocurrido entre finales de los 70 y la década de los 80.

Buscaron la tierra para vivir mejor, dice, pero poco ha cambiado, salvo que ahora trabajan en la organización y sin presiones, pero lo que obtienen no es suficiente, es necesario contratarse como jornalero en las tierras de la Huasteca veracruzana.

Nueve horas de trabajo por diez pesos. ``Se mata uno para que le paguen una miseria'', tercia Antonio Hernández en algo que da pie para su explicación sobre la realidad del desaprovechamiento de las tierras.

``Mire el monte. Todas son nuestras tierras pero de esas sólo la mitad podemos trabajar. La otra mitad se ha convertido sólo en monte y es difícil hacerlas trabajar sin maquinaria''.

No hay créditos y cuando los hubo hicieron fenecer al paso del tiempos los proyectos productivos que se financiaron con ese dinero. En El Ixtle contrataron crédito para impulsar un potrero comunal.

``Al principio iba bien, compraron ganado barato y al cabo del tiempo subió. Era negocio, pero luego se lo llevó la desgracia, subieron los bancos y bajó el precio del ganado. Ahora no hallan que hacer''.

Por su propia condición social y económica, la Huasteca es una región expulsora de pobladores. En el Tohuaco II viven ahora 500 habitantes, pero más de un centenar de jóvenes sin tierra y con secundaria apenas han emigrado a la ciudad de México u otras zonas en busca de empleo y alternativas, aunque las opciones son pocas, por los niveles de preparación.

En la Huasteca, se estima que casi el 50 por ciento de la población indígena mayor de 15 años es analfabeta y 62 por ciento de la población mestiza e indígena de la región se encuentran por abajo del nivel nacional de educación.

Aunque oficialmente se han destinado por años sucesivas partidas para enfrentar la pobreza extrema en la región, los apoyos se han concretado muy poco. Casi nada ha cambiado en la Huasteca y día a día se empobrece más la población.

``Esta crisis nos arrancó la posibilidad de comer algo más que frijol y maíz algunos días a la semana'', señala Hernández.