José Blanco
Keynes y el neoliberalismo

La palabra neoliberal tiene en México usos múltiples. Sirve como insulto o para descalificar indiscriminadamente las políticas económicas o las políticas sociales del gobierno, y su uso ya se hizo extensivo a otras esferas: por ejemplo, he oído de una reforma ``neoliberal'' a un plan de estudios del bachillerato.

No sería nada extraño que algunos de los participantes al Encuentro por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, al que convoca el EZLN, enriquezcan el diccionario de los exorcismos con nuevos usos del amenazante vocablo.

Pugnando por contribuir a un uso más riguroso del término, quiero recordar hoy en este espacio a Keynes.

No es extraño que casi clandestinamente se conmemore en algunos espacios académicos reducidos, el sexagésimo aniversario de la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero (1936) (probablemente la mayor obra de reflexión teórica sobre economía que se haya escrito en este siglo), de John Maynard Keynes.

Keynes fue un crítico de la teoría económica ortodoxa, que él mismo llamara clásica. La semilla de esa teoría fue sembrada por Adam Smith (no sin antecedentes). Pero La riqueza de las naciones (1776) de Smith no es un tratado de teoría económica, sino uno de filosofía moral: ese fue el propósito expreso de las reflexiones que plasmó en su obra. Esa semilla fue bien fertilizada por el economista francés J. B. Say, que la volvió un tratado de teoría económica propiamente dicho (1803), la hizo crecer a grandes alturas una parte de la obra principal de David Ricardo (1817) (algunos contemporáneos de Ricardo contribuyeron a ese crecimiento); y se depuró y estableció en definitiva con Alfred Marshall (cuyos tres tomos de su Principles of Economics, aparecieron en 1890, 1919 y 1923, respectivamente).

Con Marshall la teoría se volvió académica, y pasó de ser Economía Política, a Economics. Concurrieron a esta construcción, otros economistas contemporáneos de Marshall, como Pigou, Walras, Fisher y Robbins.

Esta línea de pensamiento, académica y ortodoxa, refinó enormemente sus instrumentos, se matematizó, e hizo abstracción de todos los hechos del mundo que, rigurosamente, no tuvieran que ver con el objeto de su teoría. El profesor Robbins escribió en 1931: la economía es ``la ciencia que estudia el comportamiento humano considerado como una relación entre fines y medios escasos que tienen usos alternativos''. Tal era el propósito de los pensadores referidos.

Por la vía de la abstracción (uno de los procedimientos lógicos por el que se crean las teorías científicas), ese pensamiento eliminó de su consideración el tiempo, la marcha efectiva de los hechos históricos.

Ello explica una definición como la de Robbins en medio de una de las mayores crisis económicas que haya experimentado la economía capitalista.

Naturalmente, los presupuestos lógicos de esa construcción teórica, eran (son) los del liberalismo, con todas las vastísimas implicaciones culturales derivadas de ese profundo proceso de la historia occidental que, literalmente, construyó al individuo. Esta cultura acabó imponiéndose en el mundo como la cultura dominante. Una cara de la moneda es el liberalismo económico, la otra, el liberalismo político.

Keynes nacido en 1883, año de la muerte de Marx, intenta una revolución teórica contra el pensamiento clásico de sus maestros y contemporáneos. Keynes busca una teoría del empleo. En las economías modernas como lo indica el título de su obra, el empleo está muy directamente articulado al comportamiento de las variables financieras. Especialmente relevante es su entendimiento del ciclo y de las crisis económicas. Como en el caso de Marx, los ve como resultado endógeno de la operación de la economía capitalista y no como producto de anomalías externas a ella, que es la creencia de la teoría ortodoxa. Keynes quiere comprender cómo está estructurada la realidad efectiva y, por tanto, teoriza sobre los hechos reales. Está interesado en las posibilidades de operación económica de la sociedad (la macroeconomía en sentido estricto) y, por tanto, construye sus fundamentos a partir de las relaciones de las variables socioeconómicas y no del comportamiento económico ``racional'' de los individuos (el quimérico, vacuo homo oeconomicus).Pero la teoría keynesiana fue rápidamente objeto de apropiación (sustraídos algunos de sus componentes e incorporados a la economía ortodoxa), mediante la operación iniciada por John R. Hicks en 1937 (``Mr. Keynes and the 'Classics' ''). Nace así la pretendida síntesis neoclásica (Joan Robinson, discípula predilecta de Keynes, la llamó keynesianismo bastardo), fundamento teórico de la versión monetarista, bursatilista, y financierista, dominante hoy en el mundo, que con mucho de inconsciencia de los referentes culturales reales, con el hígado, llamamos neoliberalismo.