Reforma política sin el PAN?
Políticos y empresarios panistas contra el gobierno.
Nadie deberá llamarse sorprendido si en los próximos días se anuncia que la reforma política se llevará a cabo sólo entre el PRI, PRD y PT. Y es que son altas las posibilidades de que el PAN no concurra a dicho proceso, como resultado no sólo de sus posturas incompatibles con el proyecto que en las últimas horas alcanzaron el PRI y el PRD, sino porque existen evidencias de un nuevo distanciamiento entre el gobierno zedillista con Acción Nacional y sus aliados empresariales.
De hecho, la madrugada de ayer estaban listos los acuerdos entre el gobierno, el PRI y el PRD, para la reforma electoral y se había dado luz verde a la convocatoria para un periodo extraordinario del Congreso de la Unión, en el que se concretaría la primera fase de la reforma electoral: la enmienda de por lo menos una docena de artículos constitucionales. Sólo que las cosas se detuvieron cuando el PAN y el gobierno hicieron un nuevo intento por alcanzar un acuerdo que sume a Acción Nacional a la reforma.
Pero el problema de fondo, el origen de la nueva ruptura entre el gobierno de Ernesto Zedillo y Acción Nacional, paradógicamente surgió en Tabasco. El 25 de mayo pasado, en Villahermosa, se reunieron en un encuentro insólito Felipe Calderón, Vicente Fox, Ernesto Ruffo y Carlos Medina; cuatro de los más destacados dirigentes panistas, quienes participaron en un encuentro empresarial auspiciado por la Coparmex, especialmente por Carlos Abascal.
En ese foro, el cuarteto de panistas llamaron a la ``movilización social a través de la acción política, para sacar de Los Pinos a quienes han usurpado el poder y han demostrado su incapacidad para cumplir las exigencias populares''. No sólo eso, en la misma reunión se ofreció todo el apoyo panista a Vicente Fox, frente a las voces que lo acusaban entonces de ``traidor a la patria'', por haber propuesto en Nueva York, la privatización de Pemex. Eran los tiempos en que crecía el rumor de que Ernesto Zedillo renunciaría, mientras que bloques empresariales, encabezados por Carlos Abascal, criticaban con dureza el modelo económico seguido por el gobierno zedillista.
El mensaje fue interpretado de inmediato por el primer círculo de Ernesto Zedillo, desde donde se enfocó al PAN y a su ala empresarial como uno de los grupos que torpedeaban el gobierno zedillista. Ya había sido entregado al PAN el espinoso municipio de Huejotzingo a cambio de su regreso a la mesa de la reforma política.
Pocos días después, el 2 de junio, ante la sorpresa de propios y extraños, el candidato a la presidencia perredista, Andrés Manuel López Obrador, apuntó el dedo en dirección del llamado panista contra el gobierno de Ernesto Zedillo y en Misantla, Veracruz, aseguró: ``está en marcha un proyecto para deponer al presidente Ernesto Zedillo, inspirado y promovido desde el extranjero y vinculado a grupos políticos y económicos que traicionan al régimen, para apoderarse de las riquezas del país, esencialmente los yacimientos petroleros''.
En los días siguientes, desde todos los frentes, el patronal, el religioso y el partidista, Acción Nacional empujó aún más su crítica contra el modelo económico seguido por el gobierno, pero también aparecieron otras voces, también empresariales, que acusaron recibo de las presiones al Ejecutivo, provenientes de los tentáculos panista. El 28 y 29 de mayo, en sendos encuentros con sus agremiados, el presidente de la Canacintra, Carlos Gutiérrez, se dijo preocupado por sectores empresariales ``que han renunciado a su función social primaria, descartan sin razón todo aquello que no convenga a sus particulares intereses, y promueven actitudes de franca rebeldía contra las instituciones que dan sustento y estabilidad a la República''.
No sólo eso, en Mazatlán, el propio presidente de Canacintra dijo: ``Las organizaciones industriales responsables exigimos interlocución. Nos extraña que, en ocasiones, no se nos tome en cuenta y se aliente otro tipo de foros, supuestamente empresariales, donde se formulan propuestas sin fundamento y demandas irracionales que son un riesgo para la seguridad de la República''.
En una declaración que para muchos resultó desafortunada, el 23 de junio en Zacatecas, en una inusual declaración a los periodistas, el presidente Ernesto Zedillo habló de someter a debate ``el camino económico'' y reconoció entonces que más que económico el problema de México es político. Se desató entonces la polémica sobre la necesidad debatir el camino económico.
En esta dinámica, el lunes 1o. de julio, el Presidente reunió en la residencia oficial de Los Pinos a todos los dirigentes empresariales, a los más importantes del país. Sin más preambulo, Zedillo habló de economía, se mostró didáctico y como si estuviera en una cátedra, les dijo a los empresarios que el modelo económico seguido por su gobierno era el único posible: de libre mercado.
Luego, dirigiéndose a Carlos Abascal, presidente del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios y ex presidente de la Coparmex, Ernesto Zedillo recriminó con dureza: ``Cómo está eso de que necesitamos una economía de mercado con sentido social... Eso es socialismo, y no queremos eso, verdad Carlos''. Durante largos minutos Carlos Abascal aguantó la reprimenda presidencial, la que terminó cuando Zedillo le pidió al otrora empresario preferido de Los Pinos, no deformar la realidad. Abascal ya no es el preferido del Presidente y el PAN puede quedar fuera de la reforma política.