Viven en la pobreza extrema 8 mil indígenas en la ZMCM
Ricardo Olayo En la Zona Metropolitana de la Ciudad de México viven ocho mil indígenas en condiciones de extrema pobreza, concentrados principalmente en los municipios del estado de México, indicó Margorie Thacker, subdirectora del Instituto Nacional Indigenista para el DF y los municipios conurbados.
La funcionario dijo que en la Zona Metropolitana hay alrededor de 500 mil indios de 36 etnias, de los cuales el 75 por ciento proviene de otras entidades, y el 25 por ciento restante es oriundo del DF, ubicados sobre todo en Milpa Alta, Tláhuac y Tlalpan.
Dijo que el fenómeno de la migración se ha incrementado por la crisis en el campo y que hay arbitrariedades que se cometen en su contra en el ámbito laboral.
Los indios, indicó, tienen derecho, como cualquier mexicano, a migrar a cualquier parte del país, aunque precisó que en la ciudad cada vez les es más difícil encontrar los satisfactores necesarios.
Muchos han tenido que recurrir a una actividad de sobrevivencia, como vender chiclets o pepitas, en abandono de su actividad artesanal de telares o cerámica, explicó.
En una entrevista realizada al final de la presentación de la cartilla de derechos indígenas que editó la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) y el INI, Margorie Thacker dijo que la etnia mayoritaria es la náhuatl, que se asienta tradicionalmente en las delegaciones indicadas, y sus integrantes provienen también de Puebla y Veracruz.
Afirmó que el fenómeno de la migración a la ciudad se ha incrementado, pero no es posible medirlo con exactitud, "lo que les puedo comentar es que la crisis brutal en el campo ha obligado a mayor migración, de manera especial del estado de Querétaro".
Guadalupe Ramírez Guzmán (etnia triqui): Yo vendo en el Centro y pasan las camionetas a cobrar 20 ``porque andan cuidando'' y si no paga no nos dejan tender. Le damos a unos 10 al aguador y esto lo pasa a recoger el jefe de Vía Pública. En total yo pago $35.00 diarios, mi hija $45.00, pero porque vende en mejor zona. Hay veces que sí recogen la mercancía. Llevan un palo y nos amenazan para poder recoger la mercancía. La gente se burla de mí porque hablo lengua y de cómo me visto. Dicen que huele mal mi ropa, que apesta. Yo no me dejo. Yo les miento la madre.
Rosa Luciano Macario (etnia triqui): En el Metro vendiendo con mis niños me agarraron los de vigilancia, me asuste, quise correr y me detuvieron, me arrastraron. Mis niños gritaban, nadie nos ayudó, me llevaron a la delegación y a mis al Consejo Tutelar. Me decían que mi esposo güevon lo debería de poner a trabajar, en lugar de mis hijos. Que yo no tengo cabeza, que burra soy, que soy estorbo. A veces hasta nos han pisado. No me puedo enojar porque si lo hago seguro va a haber bronca. Desde niña yo crecí a mentadas de madre de policías y camionetas del Departamento del Distrito Federal que me quitaban mi mercancía. a puro ``pinche india''. Eso me da tristeza... también fue triste dejar el pueblo, pero más triste es vivir de pura necesidad.
Francisca García Maya (etnia mazahua) Originaria de San Antonio Pueblo Nuevo, municipio de San Felipe del Progreso, estado de México: Yo vendo en el Eje Central Lázaro Cárdenas. El día 5 de octubre de 1995, al dar la segunda vuelta la patrulla A-0425 de la policía 2000 para Centro Histórico; nos lleno de zozobra, nos dijeron que les dieramos unos $70.00 más unos regalitos y que no pasaba nada, de lo contrario nos delataban con los inspectores de la Vía Pública, lo que implicaba que nos detenían por 72 horas en la delegación, sin comer y sin tomar un vaso de agua, hasta que saliéramos; también nos pedían que les dijéramos con quién nos arreglabamos de la Vía Pública porque así era el sistema. Lo peor que nos ha pasado a nosotros por ser indígenas es tener una cultura con un pasado histórico al margen de la civilización racista.
Isaac Martínez Atilano (etnia otomí): Vengo de Santiago Mexquititlán, municipio de Amealco, Querétaro. Vine del pueblo por falta de trabajo y la necesidad de tener que salir adelante. Pensando que en la ciudad de México sería más fácil sobrevivir. Me encontré que las cosas son muy diferentes aquí. Yo venía a conseguir un trabajo o a poner un puesto y seguir estudiando, pero me encontré con la camioneta que nos quitaba la mercancía. Nosotros somos comerciantes, la mayoría artesanos, elaboramos muñecas, bolsas, manteles, trabajamos el bejuco, vendemos chicles en los semáforos, limpiamos parabrisas, juntamos y vendemos latas y cartón, algunas mujeres y niños piden limosna en la calle. Hay muchas compañeras que no hablan el español o lo hablan mal. La gente las critica o se burlan; algunas les dicen que en la ciudad se habla el español, que lo aprendan y lo pronuncien bien, nos tratan de ignorantes. Muchos compañeros si se avergüenzan, por sentirse civilizados y darle gusto a la gente, ya no les enseñan a sus hijos a hablar otomí, la gente del predio si se siente orgullosa de hablar otomí, todos los hablamos. También critican a las mujeres por sus vestidos que son muy abultados y por el bordado de sus blusas que ellas mismas hacen, las señalan y se burlan.