Convocan los zapatistas al segundo Foro Nacional Indígena, del 22 al 24 de julio en Oventic
Hermann Bellinghausen, enviado, Oventic, Chis., 18 de julio ``Ya está casi listo'', dice el capitán Noe, señalando las instalaciones del Aguascalientes, que aparecen y desaparecen rápidamente en la neblina apresurada. El casi es bastante poco: la lámina de cartón acanalada para el escenario y algunos detalles de las posadas. Ha desaparecido el plástico de colores que llenaba Oventic. Vistoso, barato pero frágil, ha sido sustituido por materiales menos perecederos: madera o manojos de zacate y helecho. Las grandes cabañas que recibirán a los visitantes, primero del Foro Nacional Indígena, y luego del Encuentro Intercontinental, se acogen de la humedad tras gruesos muros vegetales.
La clínica ``La Guadalupana'' se ha vuelto uno de los puntos más visibles y vistosos de todos Los Altos. A pocos metros de la flamante carretera que la guerra trajo, un edificio vestido de murales multicolores, obra de distintas manos, lo mismo retrata al Che y Zapata que a una dulce Guadalupana de rostro cubierto con paliacate, igual que muchos campesinos que trabajan a la redonda.
De la clínica, un camino ancho, que bajo la lluvia parece río, desciende hasta el ruedo de Oventic, a sus tres escenarios y su gradería de aspecto taurino.
El auditorio es un inmenso granero de tablas, con un estrado blanco y cupo para quizás mil o más personas. Hay actividad. El Grupo Marimbístico Nueva Generación ensaya mientras un grupo de italianos y de miembros de la Caravana Un grano para mi hermano pintan mantas, le hacen a la carpintería o platican.
El Aguascalientes es todo un complejo de edificaciones. Por escalones de tierra detenidos con troncos se llega, atrás del auditorio, a un activo taller de madera donde unos quince tzotziles cortan, cepillan y clavan bancas. Más arriba, los fogones con capacidad para decenas de fuegos, y más abajo un jardín con juegos infantiles para la población de Oventic. Juegos de parque, unos rústicos, otros comerciales, todos de colores, y aunque llueve, ocho niños y niñas, ellas de huipil rojo, trepan y se columpian.
El capitán Noé relata que ya no se agregaron construcciones, más bien reforzaron las existentes. Y que ``la sociedad civil ha trabajado mucho también''.
La caravana, que reúne gente de distintas edades, clases sociales y partes del país, pasa hoy su última noche aquí, donde sus miembros vinieron a dejar 70 toneladas de grano. Entregas menores hicieron en Roberto Barrios y La Realidad, en días pasados. Unas han sido caravanas activas los años recientes, otras es la primera vez que vienen. Habrá baile para despedirlos.Los detalles, y esperarDurante los siete días recientes se ha registrado, aquí en Los Altos y algunas partes de la selva, un cierto relajamiento de la presión militar. Patrullajes restringidos, menos vuelos y movimientos de tropa. Algo similar ocurría, al menos hasta antier, en La Realidad, donde está otro Aguascalientes, también a pocos metros de la carretera por donde pasa el Ejército Mexicano.
Oventic está a 22 kilómetros del centro de San Cristóbal, y a 6 de la cabecera municipal, San Andrés Sacamch'en. De las cinco sedes del Encuentro Intercontinental por La Humanidad y contra el Neoliberalismo, a celebrarse la próxima semana, es la más accesible. Aquí también cuentan con albergar, al menos un día, a 4 o 5 mil personas, cifra que al capitán Noé se le ha de hacer muy grande, porque no se compromete con el dato: ``Eso dicen los organizadores'', aclara. Y considera que de seguro habrá mucha música: ``Ya muchos se hallaron con venir otras veces, se les va a hacer fácil''.
Aquí también trabajaron cuadrillas de campesinos de la región, igual que en los demás Aguascalientes. Pero ya acabaron. Faltan los detalles, y esperar.