La Jornada 20 de julio de 1996

El Penacho de Moctezuma, motivo de disputa en Austria

Adriana Malvido Austria debate el destino del Penacho de Moctezuma. El detonador: la posición de su presidente, Thomas Klestil en favor del retorno de la pieza a México, primero expresada en una visita a Efeso, Turquía, el pasado 26 de junio y ahora frente a la cámaras de la televisión europea: ``Son cosas que desde hace años tengo metidas en el corazón. El Museo Nacional de Antropología es un grande y hermoso museo. He sido invitado personalmente por el presidente Ernesto Zedillo a que visite el país, si llevo conmigo la Corona de plumas será una gran sensación''.

Ilustración de Rocha

Las palabras del presidente austriaco han levantado olas no sólo en su país sino en todo Europa. El debate dio lugar el martes de la semana pasada a un programa de televisión transmitido por la cadena ORF con la participación del propio Presidente, directores de museos, ejecutivos de la Unesco y el público europeo que envió a la redacción del canal más de un millar de faxes. En el set: la imagen del Penacho de Moctezuma.

Una copia del programa en video llegó a México en manos de la asociación mexicanista Yankuikanahuak quien lo trasmitió anteayer en esta ciudad para un pequeño grupo de personas donde La Jornada estuvo presente. Antonio Gómora, de la organización Xokonoschtletl, enciende una videocasetera portátil y traduce.

Como invitados están presentes Rudolf Burger, rector de la Universidad de Artes Aplicadas en Viena y Wilfred Seipel, director del Museo de Historia del Arte en esa ciudad. Además se transmiten entrevistas exclusivas realizadas para el programa y una investigación documental sobre objetos históricos y artísticos principalmente de México, Egipto y Grecia, que se encuentran repartidos en Europa.

El programa abre con la imagen de Klestil en Efeso, y su propuesta:

``Que las cosas que tienen valor simbólico y emocional para su país y que de alguna manera u otra han llegado a nosotros regresen al lugar que pertenecen.

``Quisiera que regrese la Corona de Moctezuma a México, que regrese la espada de Albania (...) sé que cuando hablo sobre esto toco fibras muy sensibles...''

Aparece en pantalla Peter Kann, director del Museo Etnológico de Viena donde se exhibe el Penacho de Moctezuma. Su postura es radical: ``La Corona es nuestra, forma parte de nuestro patrimonio cultural y no hay ningún motivo para devolverla a México''.

Lyndell-Prott, de la oficina de la Unesco en París advierte: ``La gente del mundo pide la devolución de sus bienes y tienen derecho a hacerlo, pero también tienen derechos quienes los han conservado, se trata de un gran problema político''. Y propone: ``por lo menos deberían regresar los objetos con gran significado espiritual, emotivo y simbólico''.

Inmediatamente después, la televisión presenta al presidente Thomas Klestil y a Wilfred Seipel juntos, debatiendo sobre el tema: Seipel advierte que de no haber sido porque los museos han conservado estos grandes tesoros, muchos ya se hubieran perdido. Luego argumenta que desde hace 400 años la familia Habsburgo empezó a reunir objetos y que éstos pertenecen a Austria porque ya forman parte de su cultura, por lo que es ``casi imposible que regresen a su país de origen y lógicamente hablo también de la Corona de Moctezuma''.

El presidente Klestil lo detiene y dice: ``Es lo que yo quería escuchar, son cosas que desde hace años llevo metidas en el corazón. El Museo Nacional de Antropología es un grande y hermoso museo.

``He sido invitado personalmente por el presidente Zedillo a que visite el país, si llevo conmigo la Corona de plumas será una gran sensación''.

La ministra de Cultura de Austria, Elizabeth Gehrer dice: ``No hay ningún motivo porqué ponerse nerviosos... estos objetos existen en todo el mundo y para poder devolver lo nuestro tendrían que hacerlo los otros museos... la `Corona' se quedará aquí''.

Las llamadas del público enriquecen el debate con puntos de vista antagónicos mientras que en el set, la polémica se torna acalorada.

--¿Por qué regalar la ``Corona de plumas''?, le pregunta la conductora a Burger.

``Para mí y para muchos que compartimos el sentimiento del presidente Klestil, el retorno como regalo debe hacerse.

``Aquí se habla de legalidad de pertenencia, sin embargo nos olvidamos de las personas a quienes realmente pertenece. Hay una diferencia enorme entre regresar algo por obligación a retornar algo como regalo, a partir de un deseo''.

Lo interrumpe Seipel:

``Si regresara la `corona' sería un precedente increíble, un lío de todos los diablos, los museos se quedarían vacíos''.

Burger: ``Hablamos de regalo y no de devolución. Así no tiene por qué haber problemas''.

Seipel: ``Lo que usted dice no tiene fundamento jurídico. Este tema está provocando un caos. La Unesco se pronunció por la devolución de los objetos simbólicos a los pueblos. Eso ya no es cultura es política...''

Burger había expresado en la prensa que debido a los grandes problemas que vive México actualmente, el retorno del penacho sería un refuerzo de la identidad.

Seipel lo cuestiona argumentando que con la devolución de la pieza, Zedillo no resolverá sus problemas. Burger insiste en la ``deuda de honor'' que Austria tiene frente a México (ver recuadro), de la importancia simbólica de la pieza para nuestro país y de regalarlo como un ``acto de justicia''.

Seipel: ``Sí, pero el gobierno mexicano nunca ha pedido oficialmente la devolución de la Corona''. Un televidente, el jurista René Kuppe se comunica al programa: ``Se habla de regresar el penacho al Museo Nacional de Antropología, eso es loable y positivo para la identidad de los mexicanos, pero no olvidemos que en esa ciudad hay niños que no tienen dónde dormir, que los indios mueren de hambre en la calle.

``¿A ese gobierno que trata así a los indios vamos a devolverle el penacho?''

Seipel toca el tema de Chiapas. Burger interviene: ``Hablemos seriamente, sin morbo. No estoy dando sólo mi punto de vista sino el del presidente de Austria que ya lo ha hecho público y que nos representa.

``El problema de los indios de México es otro. He hablado con intelectuales y funcionarios de cultura de México como Rafael Tovar de Teresa (presidente del CNCA) Teresa Franco (directora del INAH), entre muchos otros y ha quedado manifiesto su deseo de que la corona regrese a México. No es sólo un símbolo indio, es también un símbolo mestizo''.

En el teléfono, la voz de la abogada Helga Neuberger: ``No importa si es a los aztecas, al museo o al gobierno, el retorno del penacho debe darse. Ustedes olvidan lo que esta corona es realmente para la gente indígena, su fuerza simbólica, y para ellos significaría el regreso de la sabiduría. El hecho consolidaría los lazos entre las dos naciones''.

Se amontonan los faxes y las llamadas del público mientras Seipel argumenta que gracias a la ``corona'' los niños austriacos han tenido contacto con México ``y eso también la hace nuestra''.

Termina el tiempo y en pantalla queda, radiante, el Penacho de Moctezuma.


Los antecedentes del debate

El presidente de Austria, Thomas Klestil visita la antigua ciudad de Efeso en Turquía y propone que todos aquellos objetos con ``valor simbólico extraordinario'' regresen a su país de origen. Hace énfasis en ``la Corona de plumas de Moctezuma'' que se exhibe en el Museo Etnológico de Viena y en el yelmo y la espada de Skandberg, héroe nacional albanés del siglo XV, que se conservan en el Museo de Historia del Arte de esa ciudad.

Revistas y diarios austriacos dan lugar a las reacciones en torno de la propuesta de Klestil. Las primeras vienen de Peter Kann, director del Museo Etnológico y de Wilfred Seipel, director del Museo de Historia del Arte, consternados por las palabras del Presidente y manifestando su oposición al retorno del Penacho de Moctezuma a México.

El 2 de julio, Standard publica un artículo de Rudolf Burger, rector de la Escuela Superior de Artes Aplicadas de Viena. Revela que en enero de este año, él mismo le presentó al presidente Thomas Klestil, al canciller federal, Franz Vranitzky y a la ministro de Asuntos Culturales, Elizabeth Gehrer una propuesta de ``regalar'' a México el Penacho de Moctezuma en agradecimiento por su postura en 1938 cuando fue el único país que se negó a reconocer la anexión de Austria por la Alemania de Hitler, ante la Sociedad de las Naciones. Chile, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), China y España se adhirieron a la protesta pero sólo México, a través del gobierno del general Lázaro Cárdenas, impuso su veto oficial y se convirtió en uno de los países de exilio más importantes para los austriacos perseguidos por el régimen nazi.

``Que quede claro: se trata de un regalo, lo cual presupone lógicamente que es propiedad de la República de Austria para poder ser donado, y no de una devolución que ni siquiera sería posible jurídicamente (...)

``Se trataría de un sacrificio de acción de gracias, de una donación para pagar una deuda de honor, de un gesto milenario. Esto presupone un debate serio y sin estridencias.

``Klestil lo ha abierto valerosamente. Hasta ahora sólo han tomado la palabra pequeños burgueses posesivos. ¿Será esta mezquindad todo lo que cabe esperar en el Milenio que celebramos?''.

En dicho artículo, Burger habla extensamente del penacho y su valor simbólico para la cultura mexicana y de cómo se ha convertido en un mito nacional.

``El objeto expuesto en la ciudad de Viena es un símbolo muy dialéctico, símbolo de una época, de un comienzo y un final simultáneamente: la destrucción de la vieja cultura mexicana y la implantación de una dominación colonial, contra la cual finalmente y tras muchas peripecias se erigió el México republicano y moderno''.

``No veo forma más elegante de conmemorar el Milenio: de forma sublime recordaríamos con ello la gran historia imperial del país y nos despediríamos de ella con nobleza''.

Para concluir, Rudolf Burger informa que la embajadora de México en Austria, Roberta Lajous, invitó al presidente Klestil en nombre del presidente Ernesto Zedillo a visitar oficialmente México.

``Se ha previsto que la visita se realice este otoño. Sería muy penoso si Thomas Klestil, el hombre de Estado, no encontrara tiempo para México en el año del Milenio''.

Adriana Malvido