Hasta el último minuto peligró el acuerdo
Elena Gallegos, Oscar Camacho y Mireya Cuéllar En Palacio Nacional se montaba ya el escenario. El presidente Ernesto Zedillo adelantaba su regreso de Mazatlán a la ciudad de México. Eran las 17:30 horas. Entonces, en la oficina del secretario de Gobernación, uno de los teléfonos directos sonó dos veces:No se vale que nos traten así Emilio... Esto no fue lo que acordamos!, casi colérica la voz de Porfirio Muñoz Ledo se escuchó del otro lado de la línea.
La larga, tortuosa historia de la reforma política que parece no acabar de escribirse, estaba a punto de dar un nuevo tumbo.
La razón: ``el PRD se resistía a suscribir el texto final de la iniciativa (redactada y ajustada por los asesores de Chuayffet), al descubrir que se introdujeron elementos que no estaban en los acuerdos, como la no reelección de los consejeros ciudadanos''.
Tres horas antes de sellar el pacto comenzó el más difícil quizá por lo apretado del tiempo de todos los cabildeos que se dieron entre los actores políticos en los últimos meses.
El encuentro decisivo se realizó en Palacio Nacional, en los momentos en que todos los convocados desde secretarios de Estado hasta periodistas aguardaban ya bajo la intensa luz de los candiles del salón de Recepciones.
Cuando llegaron (a las 20 horas) Muñoz Ledo y media docena de legisladores de su partido, el primero encaró a los panistas: ``Oigan, eso no se vale'', repitió hasta el cansancio. Pero los de Acción Nacional Felipe Calderón Hinojosa, Ricardo García Cervantes y Juan Antonio García Villa parecían tan sorprendidos como él.
De inmediato, los perredistas fueron conducidos por una edecán a otro salón donde los esperaban para la discusión decisiva, Chuayffet, Arturo Núñez, Humberto Roque Villanueva y Fernando Ortiz Arana. Ahí entraron sólo Muñoz Ledo y Jesús Ortega, el coordinador parlamentario. A esas horas, ambos habían establecido contacto telefónico con todos los interlocutores políticos.
Pero ya en el saloncito, el presidente nacional perredista disparó nuevamente: ``Esto no fue lo que acordamos'', al tiempo que daba golpecitos al documento que contenía la iniciativa.
Y es que para los perredistas, con un albazo y fuera de todo consenso, se pretendía borrar la posibilidad de que Santiago Creel, José Agustín Ortiz Pinchetti, Miguel Angel Granados Chapa, José Woldenberg, Ricardo Pozas y Fernando Zertuche, formaran parte con las nuevas reglas del Consejo General del Instituto Federal Electoral (IFE).
``Son puntos que no estaban a negociación'', soltó una y otra vez Muñoz Ledo. ``En esto no podemos conceder'', secundó Ortega.
A esas alturas, el Presidente había llegado a la ciudad de México. Es más, estaba a punto de salir de Los Pinos hacia Palacio Nacional. Nerviosos, los invitados miraban los relojes. Las 20:20 horas. El programa establecía que la ceremonia comenzaría 10 minutos después. Nada.
Chuayffet usaba todas las armas que le ha dado el oficio para convencer. Nada. Y es que Muñoz Ledo cargaba con la pesada encomienda de dar al gobierno la última palabra.
Porque en la sede del PRD en la colonia Roma, las opiniones se dividieron al conocer el texto que poco antes de las 17:30 horas, cuando la primera llamada a Chuayffet, les fue entregado.
Unos acosaban: No vamos a Palacio! Otros conminaban: ``agotemos acuerdos''. Al final depositaron un voto de confianza en su dirigente, a sabiendas que los puntos en cuestión eran medulares para ellos, narraron varios de los protagonistas. Lo cierto es que Héctor Sánchez, el líder de su fracción en el Senado no se presentó al evento.
Además, los perredistas tenían dudas en torno a cómo había quedado redactado el texto con el cual se pretendían poner candados a la sobrerrepresentación en las cámaras.
Tampoco compartían lo relativo a que se prohibiera que alguien que ya fue jefe del DDF, pueda acudir a las próximas contiendas electorales por ese puesto y sostenían que podía prestarse a sesgadas interpretaciones lo concerniente a las facultades que para la capital, corresponderán a la ARDF y al Congreso.
En un salón, el último estirón. En otro, la espera. Felipe Calderón quien insistió más tarde que él tampoco conoció los cambios que se hicieron al texto en Gobernación y que desataron el enojo perredista y Santiago Oñate, se enredaban en una charla para matar el tiempo. Nerviosos algunos funcionarios de Gobernación cruzaban los dedos. Nada.
Vamos a resolver las diferencias,prometió Chuayffet a Muñoz Ledo y Ortega, les doy mi palabra. Lo haremos en los próximos días o en el Congreso. Les aseguro que en el dictamen se corregirán esos puntos. Les doy mi palabra.
A las puertas del saloncito donde Chuayffet y compañía convencían a los perredistas, Juan Guerra, Jesús Zambrano, Javier González Garza y otros, aguardaban con la misma impaciencia que los elegantes invitados que permanecían en el salón de Recepciones, frente a la mesa en la que se sellaría el pacto.
Les doy mi palabra repitió decidido Chuayffet, es mi compromiso.
Está bien, está bien apoyó Roque Villanueva, lo vamos a corregir, aún falta el proceso legislativo. Estamos en tiempo.
Fue así como el PRD estampó su firma, le tomó la palabra a Chuayffet. ``Ojalá la cumpla dijo a la salida Ortega, esperamos que todo este enredo no haya sido producto de la mala fe, sino de un error... No cederemos''.
Por su parte, el PT, en voz de Alberto Anaya, fue tajante: ``Aquí sí, nosotros no compartimos la postura del PRD. De los seis consejeros que tiene el IFE, dos son del PAN y todos sabemos quiénes. Dos, del PRI y también los conocemos. Dos más del PRD. Por eso para nosotros lo mejor es borrón y cuenta nueva''.
Santiago Oñate se mostró conciliador. Sostuvo que algunos de los puntos se pueden salvar con pequeñas modificaciones a la redacción. Sobre la no reelección de los consejeros ciudadanos indicó: ``Somos un país de la no reelección o no?'', atajó a los reporteros.
Financiamiento, órganos electorales y composición de las cámaras, fueron los puntos que estuvieron hasta la madrugada de ayer a negociación. A la una de la mañana se llegó por fin a un consenso con el PAN. Chuayffet llamó a esa hora al Presidente. Lo hizo otra vez a las siete, cuando Zedillo se disponía a viajar a Sinaloa. A lo largo de su recorrido por esa entidad fue informado en todo momento del avance de las negociaciones.
Así, a las tres de la tarde, se le comunicó que ya estaba todo listo. Se convocó a un buen número de personalidades para que atestiguaran el evento. Pero en los últimos momentos todo pareció descomponerse y ahora la reforma política, advierten los perredistas, pende de la palabra de Chuayffet.
Y como también el líder del PAN se mostró sorprendido, Rosario Robles lo retó poniendo a Santiago Creel como testigo: ``si realmente no están de acuerdo, espero que den la batalla con nosotros en el Congreso''.
A unos minutos de que el Presidente y los partidos sellaran el pacto, la reforma política estuvo a punto de dar un nuevo tumbo, lo que provocó que el evento comenzara 27 minutos después. El epílogo de la historia todavía está por escribirse.
Quizá por eso, cuando se aprestaban a abandonar Palacio, luego de los discursos, flashes y buenos modos de la política, Jesús Zambrano y Rosario Robles, adelantaron: ``tienen ya la firma pero el voto todavía no... hasta que Chuayffet cumpla su palabra''.