Cayó Angélica Gavaldón ante Sabatini
Atlanta, 25 de julio Ni la pantaleta roja que utilizó para la buena suerte ayudó a la mexicana Angélica Gavaldón, pues fue vapuleada por la argentina Gabriela Sabatini por 6-4 y 6-0. Mientras que Oscar Ortiz perdió de sólo ver al italiano Andrea Gaudenzi, quien lo eliminó con parciales de 6-1 y 7-6.
Vestida de blanco, falda plisada y con exagerado rimel en los ojos, la mexicana hizo su aparición en la cancha número uno, pero su presencia pasó desapercibida para el sector varonil que recibía con aplausos, gritos y silbidos a la natural belleza argentina de Sabatini, una de las grande favoritas que vino a los Juegos del Centenario para pelear el ansiado metal áureo que perdió en Seúl 88.
Si la mañana amenazaba con lluvia, ésta se presentó después del mediodía, cuando apenas se jugaban los cincos minutos del primer set que, para suerte de Gavaldón, se adjudicó desde el principio el punto. Poco después el partido se interrumpió por el fuerte aguacero que cayó en la instalación de Stone Montain, que se pobló de sombrillas e impermeables multicolores en las tribunas.
La espera prolongó aún más lo que ya se vaticinaba, y más tardaban en limpiar la cancha, que la lluvia mojarla de nuevo. La pista era un charco y algunos europeos prefirieron quedarse en las tribunas y hacer su propio cotorreo. Como un grupo de mexicanos --que ahorraron durante dos años para estar aquí--, que al grito de ¡Viva México, cabrones! ondeaban la bandera. Criticaron que lo único malo del deporte olímpico, ``es que no dejan entrar ni tomar cubetas''.
Tres horas y media después y ya con cielo despejado, Gavaldón y Sabatini saltaron a la pista sintética. Comenzó el juego de la mexicana. Gavaldón peleó y devolvió todas las pelotas e incluso dominó el primer encuentro haciendo gala de algunas dejaditas, que ponían en apuros a la espigada argentina, quien retornó a las canchas luego de seis meses de inactividad por lesiones y problemas intestinales.
Pero también empezó el poderoso servicio de Sabatini a una velocidad impresionante y como cañón. Angélica no se inhibió y también la presionó con devoluciones al ras de la red, que paraban hasta el fondo de la cancha, e hizo jugadas tan difíciles que arrancó los aplausos de los estadunidenses. Ellos en todo momento apoyaron a la pampera, a la que le decían: ``Vamous, Gabiu''.
Hubo un chispazo de la rubia mexicana que levantó del asiento a los mexicanos, cuando le rompió el único servicio a la Sabatini, que veía de reojo su raqueta y respiraba profundo, pero más tarde se desquitó cuando le arrebató el punto a Gavaldón en el octavo y décimo juego.
Otra Gavaldón salió en el segundo set. Se quedaba corta y anduvo como trompo en la cancha. Sabatini, con su potente revés de derecha, la inmovilizó. La trajo de un lado a otro y desgastó a la mexicana, quien erró y envió a la red muchas pelotas. Dos saques perfectos y Angélica terminó su calvario en una hora, tres minutos. Se fue en blanco con un contundente marcador --que no perdonó la argentina-- de 6-0.
``No fui paciente y me desesperé'', aceptó Gavaldón. Negó que la lluvía afectó su concentración, "porque las dos entramos con esa desventaja".
En la cancha, una despedida inusual. Sabatini repartía autógrafos y posaba para las fotos. En conferencia diría que le agrada que los hombres le digan que es una mujer guapa, pero que esa belleza proviene de sus padres. "Modelaje, nada, me han hecho muñecas y perfumes, pero no me marea la fama", dijo.
En otro encuentro, otro mexicano estaba fuera. Oscar Ortiz, quien admitió que le faltaron torneos y experiencia para estar al cien por ciento en Atlanta. Fue eliminado en la segunda ronda por Andrea Gaudenzi, el italiano que sufrió para ganar el segundo set cuando ambos se fueron a muerte súbita.
La victoria fue para el europeo, pese a que el capitalino estuvo a punto de arrebatársela. El marcador terminó en 7-6. "Hice mi mejor esfuerzo y espero no defraudar en el dobles", dijo Ortiz, quien hará pareja con Alejandro Hernández para enfrentar este viernes a la dupla estadunidense de Andre Agassi y Malivai Washington.