La Jornada 27 de julio de 1996

Primera medalla para México: Bernardo Segura, bronce en marcha de 20 km

Rosalía A. Villanueva, enviada Atlanta, 26 de julio Fue de bronce pero con sabor a oro y gloria.

Bernardo Segura levantó los brazos al cielo y lloró de emoción y de felicidad al cruzar la meta y depositar once años de sacrificios y trabajo, para dar al país y a su pueblo zapatero de San Mateo Atenco la primera medalla, en los 20 kilómetros de caminata, en el marco de los Juegos Olímpicos del Centenario, con un tiempo de 1:20.23 horas. Jefferson Pérez, de Ecuador, con tiempo de1:20.07, se llevó el oro y el ruso Ilya Markov, 1:20.16 horas, la plata.

Octava presea de la marcha mexicana en Juegos Olímpicos desde México-68, con el sargento José Pedraza; Daniel Bautista, Montreal-76; Raúl González y Ernesto Canto, dobles medallistas en Los Angeles-84, y Carlos Mercenario en Barcelona-92.

Son las 7:50 horas y la pista está invadida de impacientes marchistas a la espera de la salida. Se forman en hilera. Los mexicanos Segura, Miguel Angel Rodríguez y Daniel García al frente. Bernardo se persigna para pedir a Dios ``que este sea mi mejor día''. El disparo suena y la hilera de andarines sale para dar dos vueltas al estadio olímpico de Atlanta, donde el mexicano va a la caza de los kenianos David Kimtai, Julius Sawe y Justus Kavulanya, quienes más tarde pagarían caro su osadía.

En fila india los andarines abandonan el inmueble, acompañados de aplausos, para adentrarse al túnel que los conduciría al circuito aledaño de dos kilómetros. Y más tardaron en bajar que en tomar agua y refrescarse con esponjas por la humedad. Recorrido difícil en la Avenida Central, cuyo trayecto fue diseñado en forma de gancho, con pendientes y bajadas y una curva donde cada uno de los protagonistas hicieron de las suyas lejos de los verdugos ojos de los jueces. Habría que ver como flotaban y hasta los mexicanos le entraron.

El nacionalismo surgió en todo momento. Decenas de banderas mexicanas tapizaron las rejas de seguridad. Y el grito de México, México, México se dejó escuchar.

El eslovaco Igor Kollar se adelantó en el kilómetro cuatro, nada especial. Los fuertes y amplios favoritos estaban atrás. Miguel Angel, Daniel y Bernardo, el campeón olímpico de Barcelona, el español Daniel Massana y el ruso Mikhail Schenikov iban al frente del pelotón, que formaban 22 andarines, entre ellos, el ecuatoriano Jefferson, campeón mundial juvenil de 1994 y monarca panamericano de Mar del Plata el año pasado.

Como si todos los competidores se hubieran puesto de acuerdo, el grupo se mantuvo completo, si acaso hubo pequeños jalones, pero nada de peligro. Los nuestros estaban allí trabajando en equipo sin perder de vista al enemigo. Cruzaban palabras y también con señas se decían quién se adelantaba o se retrasaba, esa fue la estrategia, mantenerse juntos hasta que pudieran. Los jueces, como siempre, hicieron de las suyas y comenzaron a sacar las tarjetas. El derrumbamiento de los mexicanos todavía no se esperaba.

Cuando todo indicaba que el trío de mexicanos estarían en la punta, el ruso Rishat Shafikov se desprendió a la mitad de la prueba, mientras que sus compatriotas Markov y Schennikov marcaban fuertemente el ritmo para los mexicanos y suciamente comenzaron a dar codazos. Miguel Angel no se dejó y con empujones pasó enmedio de los dos. ``Rómpeles la madre'', gritó un mexicano con ronca voz. Otros les dijeron a los rusos lo peor.

Shafikov volaba y sus pies parecían de propulsión dejando atrás el estilo tradicional de la caminata en movimiento de cadera y piernas. El ruso corría ante la perdida mirada de los jueces europeos que estaban más pendientes en sacar fuera a los mexicanos. Daniel, el único mexicano inscrito en 20 y 50 kilómetros, comenzó a bajar de ritmo, se rezagaba ante el paso rápido de los contendientes.

Adheridas totalmente al cuerpo, las playeras ombligeras y el pantaloncillo corto de los mexicanos escurrían de sudor y agua, y cientos de esponjas tapizaban el concreto, pese a que el clima no fue caluroso como se esperaba, y para el que los mexicanos se prepararon con temperaturas arriba de 35 grados.

Bernardo, Miguel Angel y el ecuatoriano Pérez hicieron sombra a los europeos y comenzó el rezago de andarines por allí del kilómetro 15. Massana, el campeón defensor, se quedaba, le siguieron los rusos Schennikov y Misyulya y el medallista olímpico de bronce, el italiano Giovanni Benedictis, grandes estrellas del selecto grupo mundial.

En la punta y cuando faltan dos kilómetros para culminar la prueba, y vomitando en el trayecto, Miguel Angel y Jefferson se dieron un apretón de manos. Ya saboreaban el triunfo y sólo esperaban atacar a Markov, el único sobreviviente ruso a escasos 20 metros. ``Vamos por América'', le dijo el ecuatoriano al mexicano, pero Miguel ya no lo escuchó porque fue descalificado y salió con dolor y llanto.

Segura, quien ostenta la marca mundial de la distancia con 1:17.25 horas, estaba en cuarta posición y se arriesgó y poco le importó la acumulación de dos tarjetas, pero en vano su esfuerzo porque Jefferson y Markov, en esa posición, ingresaron con un estallido de aplausos al estadio.

El mexicano culminó levantando el rostro al cielo y se persignó. Levantó su playera con el nombre de México y le depositó un beso, llorando de emoción. Daniel García, quien hace cuatro años terminó en séptimo, ocupó ahora la décimo novena plaza con 1:24.10.

20 kms caminata:

1.- Jefferson Pérez, Ecuador, 1.20.07 ORO

2.- Ilya Markov, Rusia, 1.20.16 PLATA

3.- Bernardo Segura, México, 1.20.23 BRONCE

4.- Nick A'Hern, Australia, 1.20.31

5.- Rishat Shafikov, Rusia, 1.20.40

7.- Mikahil Schennikov, Rusia, 1.21.09

11.- Daniel Plaza, España, 1.22.05

19.- Daniel García, México, 1.24.10

27.- Giovanni Benedictis, Italia, 1.25.22


Rosalía A. Villanueva, enviada Atlanta, 26 de julio El bronce olímpico de Bernardo Segura levantó la moral de la delegación mexicana, pero también suscitó críticas y acusaciones entre los protagonistas y los dirigentes.

Si algo tuvo de acierto Segura, fue el hecho de reconocer ante los medios que la presea ganada fue ``un triunfo a medias'', puesto que todo el trabajo en la prueba de los 20 kilómetros lo hizo el andarín Miguel Angel Rodríguez, a quien Bernardo le dedicó su triunfo y a la madre de éste, fallecida hace dos años.

El mexiquense irradiaba de felicidad y aunque insistía en que su tercer lugar no fue ``de manera limpia'' porque Miguel la merecía más, no le restó méritos para decir que si no hubiera tenido esas dos amonestaciones ``a lo mejor hubiera hecho un mejor papel y luché hasta el final manteniéndome en el grupo puntero''. Además de la medalla, Segura ganó una bolsa de 300 mil pesos en premios.

Segura, quien debutó como padre hace unos meses, dijo que compartía su medalla con todo el pueblo mexicano. Y alabó el triunfo de oro del ecuatoriano Jefferson Pérez, un joven de condición humilde que dedicaría su presea dorada ``a toda América''.

-- ¿Feliz por la medalla?

-- Es una recompensa de todos los años trabajado, más de 10 mil kilómetros acumulados en mi preparación y por eso digo que Dios me ayudó hoy.

Quien estaba triste y decepcionado era Miguel Angel, el andarín que acusó a las autoridades de haberle negado la acreditación al entrenador Jerszy Hausleber y al equipo de éste, por lo que su ausencia mermó en su rendimiento. ``Pero aquí ustedes han visto, hay mucha gente acreditada que nada tiene que hacer y sólo estorba. Al profesor no le dieron gafete porque tiene problemas personales y lo malo que ese resentimiento entre los dirigentes truena la mentalidad del atleta'', señaló.

Por su parte, Daniel García comentó que no le respondieron las piernas pese a que tuvo un excelente trabajo. Ahora se prepara para los 50 kilómetros, prueba programada para el próximo viernes y donde espera tener un buen resultado.

En las afueras del estadio, Mario Vázquez Raña, presidente del Comité Olímpico Mexicano, declaró a La Jornada que a veces los atletas no saben reconocer cuando pierden ``y muchos se hacen las víctimas''. Se le preguntó sobre la ausencia de Hausleber y sólo respondió que al técnico se le dio todo el apoyo que necesitaba para ir con un equipo grande a Bolivia y que el Comité Olímpico Mexicano no escatimó en gastos.

-- Pero hizo falta el entrenador como medida de apoyo para los andarines

-- ¡Bah!, ningún entrenador corre por su atleta. Y no podemos traer más entrenadores que deportistas.

-- ¿Contento por la medalla

-- Podría estar más, pero como conozco muy bien al deporte, pues ahí vamos. Mira, cuando el atleta pierde yo me preparo para todo y pueden decirme que soy un hijo de la chin... y se lo perdono, pero cuando ganan y lo primero que dicen es que no tienen apoyos, yo les digo a esos atletas que aparte de fracasados no tienen güevos para aceptar su derrota.