La base de la memoria de una ciudad son sus archivos; en la capital del país tenemos sin duda los mayores tesoros. Uno de ellos es el Archivo Histórico del Distrito Federal. Aquí se encuentran, entre otras joyas, la primer Acta de Cabildo que levantó Hernán Cortés, al crear el Ayuntamiento de la ciudad de México.
Ubicado en el palacio del conde de Heras Soto, uno de los más bellos del Centro Histórico, resguarda importantes fondos documentales, que datan de 1524 a 1928, que fue cuando se terminó la vida del antiguo Municipio de México y surgió el Distrito Federal. Aquí se conserva su historia administrativa, referente a los servicios públicos, procesos urbanos, desarrollo de la ciudad, vigilancia, seguridad pública, etcétera. Su organización es igual a la que tenía el propio municipio, distribuyendo sus asuntos por medio de ramos y comisiones municipales.
También tiene los archivos históricos de Tlalpan, San Angel, Tacuba, Coyoacán y Mixcoac, que hasta fechas más o menos recientes eran pueblos aledaños; carácter que todavía conservan algunas zonas de esas añejas municipalidades, que ahora son delegaciones políticas y están totalmente integradas a la ciudad de México.
Las cifras que maneja el valioso archivo son impresionantes: abarca de 1524 a 1928, custodia 12 fondos documentales, que contienen un promedio de 857 mil 291 expedientes que a su vez contienen 25 millones 576 mil 021 documentos. Esto se encuentra en salas con temperatura especial, así como los 50 mil planos técnicos, referentes a calles, electrificación, tomas de agua, etcétera.
Esta memoria fundamental de la capital ha tenido vida azaroza; la primer Acta de Cabildo tiene fecha de 8 de marzo de 1520, esto es sólo dos años después de la conquista; sin embargo no fue sino hasta 1570, que surgió el archivo con la declaración que se hizo en la sesión de Cabildo: ''...que se notifique a los escribanos en cuyo poder están los libros y papeles del Ayuntamiento o Diputación que los entreguen...''. Increíblemente los documentos fundamentales de la ciudad ``estaban repartidos entre muchas personas''.
Como primer paso se realizó un inventario, respetando alfabéticamente cada documento y colocándolo en un salón especialmente destinado para ese fin, en el Palacio Municipal. La creación oficial del archivo se dio el 5 de octubre de 1573, ante el escribano público del Cabildo, Tomás Justiniano.
Año con año fue creciendo, gozando y padeciendo de organizaciones y desorganizaciones, según quien estuviese a su cargo, hasta que llegó el fatídico año de 1692 en el que un motín provocado por la población hambrienta, ocasionó un incendio en el Palacio Municipal, sitio en que se encontraba el archivo, custodiando la memoria histórica de 168 años de vida municipal.
Ante el inminente peligro de destrucción de los valiosos papeles resguardados, el eminente don Carlos Sigenza y Góngora, secundado por su amigo don Antonio Ocaña, pusieron en riesgo sus vidas, para salvar gran parte de los libros de Actas de Cabildo originales y muchos otros expedientes, que estaban a punto de ser consumidos por las llamas.
Muchos otros personajes ilustres, pusieron su granito de ideas y trabajo a través de los siglos, para clasificar, cuidar y restaurar el importante acervo; entre ellos podemos mencionar a Vicente Riva Palacio que elaboró un catálogo, clasificado por materias, con un riguroso índice alfabético. En 1921 don Francisco Gamoneda fue nombrado jefe de la dependencia, iniciando la modernización, entre otras cosas, organizándolo para brindar un servicio archivístico.
Con el apoyo del presidente municipal Herminio Pérez Abreu, se contrató personal especializado entre el que destacaba don Emilio Abreu Gómez, experto en materias bibliográficas. También se comenzaron a hacer publicaciones, primeramente en el Boletín Municipal, en donde se dedicó una sección titulada ``Documentos históricos, curiosos e interesantes, en los que se puede conocer la vida municipal de la muy noble Leal e Imperial Ciudad de México''.
Ahora se encuentra al frente del Archivo, el talentoso historiador Jorge Nacif Mina, quien además de reorganizar e iniciar una nueva modernización, fundó la Academia Mexicana de Archivos Históricos, que con esfuerzos heróicos propicia la difusión y conocimiento de los archivos históricos mexicanos, entre otras, mediante la publicación de los Cuadernos Archivísticos.
En 1983 este tesoro se trasladó a su actual casa, que es el palacio mencionado, joya del barroco que tiene una de las tallas más bellas del mundo, labrada en un gran nicho, en la esquina del edificio. El resto del palacete no desmerece, en tezontle, cantera plata y rosada, bellos patios, fina herrería y un soberbio portón.
En las cercanías está el Sanborn's de la Casa de los Azulejos, que desde su magnífica remodelación, abre hasta la una de la mañana, lo que permite el placer de cenar unas enchiladas verdes con una ``chela'', a la medianoche.