AUTOPISTA

El nombre
prohibido
La máxima latina Nomen est omen (el nombre es
destino) ha propiciado interesantes reflexiones sobre el arte de
bautizar congéneres. Quien se llama Modesto o Angustias no
sólo recibe un nombre sino un programa de acción. En
otros casos, hay que buscar la fe de bautizo en las recónditas
manías de los progenitores: "Me llamo Revel-Lodela porque
a mi papá le gustaba armar avioncitos." Las convicciones
esotéricas suelen traer al mundo niños que representan
valores hermosos de civilizaciones desconocidas: Crómlech alude
al círculo de piedras de Stonehenge y Mahavishnu Davadip
combina los sagrados apelativos de dos titanes de la guitarra
eléctrica.
"Qué hay en un nombre?", se preguntó
Shakespeare. Según se sabe, además de indagar el sentido
ulterior de las palabras, el Cisne de Avon era un consumado
litigante. Quizás atraído por el sentido teatral de las
cortes inglesas, solía presentar demandas por asuntos de poca
monta. Hace unos meses, la Escandinavia de los castillos
shakespeareanos escenificó un drama jurídico que sin
duda hubiera interesado al rijoso del teatro isabelino. Un juez sueco
multó a una pareja con 746 dólares por el nombre que le
pusieron a su hijo. Hasta donde sabemos, se trata del único
caso de lesa nomenclatura. En descargo del juez, hay que decir que el
nombre del delito presentaba algunos problemas, no sólo para
pronunciarse, sino para ser acomodado en un pasaporte. Por alguna
razón seguramente cibernética, la criatura que no
podrá tener tocayos se llamaba
"Brfxxxcccxxmnnpcccclllmmmnprxxvvclmnckssqlbb11116". Es de
suponerse que al llamar a su hijo a cenar arenque, los padres no iban
a usar el nombre que parece una exagerada dirección del
Internet sino el equivalente sueco de "Pepe". Lo cierto es
que la justicia intervino para impedir el problema práctico de
que el siguiente bebé se llamara como la tabla de logaritmos.
Espíritu olímpico
Los Juegos de Atlanta han llegado para marear al mundo con datos
excesivos y barrocos chantajes sentimentales. Cuando el espectador ve
un mural donde hay un dudoso sentido de la concordia entre los colores
primarios, un cronista justifica el horror diciendo que fue hecho con
tres billones de semillas recolectadas durante quince cosechas por
mutilados de guerra en busca de una vida digna.
Ante un vergonzoso pingüino de hielo color de rosa, la
historia puede ser más complicada. Una brigada de buzos mancos
de cinco países que se odian se sumergió en aguas
neutrales para llevar a Atlanta un iceberg. Tres de ellos murieron,
pero su heroísmo será recordado. El iceberg se
derritió a la altura de Nueva Inglaterra porque no
resistió los desechos tóxicos en el
Atlántico. Sin embargo, un empresario ciego de Indiana
donó su fábrica de helados para producir hielo
sustituto. Para crear una escultura, se comisionó a un esquimal
acosado por morsas y neurosis que en las raras ocasiones en que ha
salido de su iglú sólo ha visto pingüinos. En un
papiro egipcio, encontrado en la mochila de una niña asesinada
en Cisjordania, el esquimal trazó la silueta con grasa de una
ballena sacrificada por arponeros japoneses. Una cadena humana de doce
millones de hombres llevó el papiro del iglú a la
fábrica de hielo en Indiana. En el trayecto, un menonita fue
atropellado en la autopista Interestatal 41 por un senador ebrio y el
papiro fue rescatado por un prófugo de Singsing que así
encontró su redención. El pingüino de hielo fue
llevado a Atlanta en un tráiler frigorífico conducido
por choferes de diez países que no conocían el camino y
que debieron ser rescatados por el cuerpo de bomberos en un tugurio
country donde contemplaban a unas vaqueras en proceso de
table dance.
El pingüino triunfal fue instalado en una plaza con
ventiladores que representan los cuatro vientos de la Tierra y
garantizan que se termine de derretir el día de la clausura. El
proyecto eólico está a cargo de doctores del MIT. En la
plaza, unos paleteros de Michoacán venden
"pingüinos" de guanábana.
A todo esto, el espectador se pregunta: y por qué el
pingüino es color de rosa? El pigmento fue producido con un
millón de flores enanas cultivadas en todos los países
donde se usan sillas de ruedas. Los pétalos fueron amasados con
las manos por torturados sin pies y convertidos en tinte por una
empresa química alemana que normalmente produce venenos. La
pintura se transportó en un furgón que atravesó
la antigua Yugoslavia. En un gesto de armonía, los combatientes
dejaron de matarse mientras pasaba el tren. Por alguna razón,
el container terminó en Pantaco, y en buena onda los
aduaneros mexicanos cobraron poca "mordida". El tren
siguió rumbo al norte, donde la migra lo dejó pasar sin
papeles en regla. Luego fue llevado en hombros por indocumentados
mexicanos que fueron atendidos gratuitamente de sus lesiones en la
columna.
En otras palabras, el horrendo pingüino representa a un mundo
asqueroso que bate récords para apiadarse de sí mismo.
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CONFIGURACIONES
Hugo Hiriart
Genealogía del terror
Un avión estalla en el aire. Supongamos que algún
pasajero traía una bomba, la detonó y murieron él
y las 228 personas restantes que ahí viajaban (de las que,
supongo, no tenía la menor noticia). Sentimos un
estremecimiento de horror al leer la noticia. Preguntamos:
quién puede hacer una cosa así? Respondemos:
sólo un monstruo moral, una bestia deshumanizada.
Con esta reacción, me parece, estamos cometiendo un gran
error de apreciación. Por qué? Pues porque
alejamos al autor de la atrocidad de nosotros, lo hacemos lo otro, lo
ajeno: ése no es como yo. Y así, de paso, nos damos un
baño de pureza. Qué bueno soy, decimos, yo nunca
podría hacer esa barbaridad, el mundo se pone cada día
más horrible, etcétera. Nos sentimos asustados, pero
satisfechos de nuestra pureza. Y no estamos entendiendo nada.
Para entender, lo primero es no apartar al terrorista de
nosotros. Al contrario, hay que acercarlo preguntándonos:
dónde queda un asesino como él dentro de
mí? Dentro de mí deben estar todas las posibilidades
humanas, del santo al criminal, del idiota al sabio. El asesino
político por ahí debe de andar. Cómo no va
a ser esto cierto si por todas partes hay terrorismo? De Irlanda y
España a Filipinas, Rusia y Ceilán, y vamos a
decir que toda esa gente no es humana? La pregunta es, entonces,
cómo buscar dentro de mí al que pone las bombas?
Si contestamos, algo entenderemos.
Dónde buscamos? Me parece que el terrorista
está labrado dentro de mí en una pequeña y casi
imperceptible acción imaginativa, a saber, la acción de
tomar partido. Un ejemplo: enciendes la tele, trasmiten una pelea de
box, la miras un momento, no sabes quiénes pelean, pero ya
estás a favor de uno de los dos contendientes (muchas veces del
que sientes que va perdiendo). Es decir, no puedes permanecer neutral,
tu corazón está con uno de los dos. Y ahora generaliza:
esto sucede cuando lees un libro de historia o miras una
película o una competencia de la Olimpiada. Estamos en una zona
muy peligrosa: fuertes emociones y muy pocos razonamientos.
Por qué tenemos que devaluar a uno y exaltar al otro?
No podemos detenernos ahora a responder esta pregunta, basta decir que
así organizamos nuestra comprensión, polarizando e
identificándonos activamente con uno de los extremos. A la
mente le gustan las oposiciones claras, somos espontáneamente
maniqueos, despachamos aprisa las cosas. Matizar es, en cambio,
difícil. Dejar las cosas sin resolver de un tajo, a medias, sin
nitidez concluyente, es un martirio para cualquiera. Ese "es
bueno en un sentido y malo en otro", no lo soportamos. Queremos
el bárbaro placer de hallar culpables, la orgía
delirante del chivo expiatorio. Cabezas, cabezas. Éste es el
germen dentro de nosotros, tú y yo somos ese fanático.
Pero para que el animal crezca y muestre su ferocidad hay que dar
algunos pasos más.
1) El primero es depender por entero de uno de los bandos. Tu
círculo entero de relaciones es de la misma facción y
pierdes de vista a los antagonistas. Ya no los tratas ni dialogas con
ellos. Es muy fácil que esto suceda, y no sólo en la
vida política, porque tendemos a tratar sólo con los que
opinan como nosotros.
2) Gradualmente va creciendo en ti la convicción de que no
sólo tienes razón, sino toda la razón. Una
persona que cree que tiene toda la razón y no puede equivocarse
es ya en extremo peligrosa. (Éste es el caso del gran Marco
Junio Bruto que asesina a su amigo por pureza de corazón
político.) Las ideas no son peligrosas, lo que es peligroso es
la certidumbre que puede acompañarlas, es decir, el ideal
deslumbrante y sacrificador.
3) Ahora sataniza al antagonista y vuélvelo la
encarnación del mal. Esta operación se hace así:
postulas un paraíso al que tu antagonista, por su maldad
gratuita, te cierra la entrada. Si él no existiera, todo
sería perfecto. Por eso no hay muchos caminos, hay uno solo: la
supresión violenta del antagonista.
4) Al satanizar a tu opositor, lo deshumanizas. Él es el
estorbo no propiamente humano de la racionalidad que te deslumbra. Si
deshumanizas al otro puedes actuar como te dé la gana.
5) Por último, recuerda que todo terrorista (y muchos
delincuentes comunes) se sienten no victimadores, sino
víctimas, víctimas no escuchadas de tremebundas
injusticias. La bomba, piensa él, es una respuesta de su
sufrimiento. La dureza de corazón le viene de que cree que ha
agotado todos los recursos racionales y sólo queda ese
espantoso grito desesperado.
Tú no sabes nada de esto?, completa inocencia de
tu parte? Se ve que has vivido lejos de la política y de las
otras divergencias y pleitos tan comunes al inquieto animal humano. De
todas formas quiero recordarte el consabido y feliz aforismo de
Nietzsche: "Cuando combatas un monstruo, ten cuidado de no
convertirte tú también en un monstruo." Es decir,
que alguien te haga una cerdada no te legitima para hacerle tú
a él otra cerdada. "Mira lo que él me hizo a
mí." En esa falsa justificación está
contenido el terrorismo y, por eso, es tan difícil de
desarraigar.

Naief Yehya
TENER UN ANDROIDE ASÍ O SER UN ANDROIDE
ASÍ...
Mestizos defectuosos
"La evolución ya cumplió con su parte, ahora nos
toca a nosotros continuar y mejorar su labor", es la
filosofía de una variedad de entusiastas de la
tecnologíaque, como el teórico de la inteligencia
artificial, Hans Moravec, consideran que el hombre en su
condición actual es el resultado de un mestizaje defectuoso
entre biología y cultura. El cuerpo es percibido como una
entidad, cuyas características biológicas no
están a la altura de las invenciones de la mente. Nada
más atractivo para negar las realidades, limitaciones y
miserias de la carne que compensar nuestra deficiencia con
tecnología. El ser posthumano puede ser ese individuo
perfeccionado de carne, metal, plástico y hueso (como los
personajes de las portadas de la indispensable y muy recomendable
revista Gallito Comics) o bien una siliconciencia que
equivale a una mente almacenada en circuitos integrados que puede
recorrer las líneas y las redes en forma de bits. Hoy en
día, muchos artistas y científicos buscan borrar las
diferencias entre hombre y computadora, entre biología y
mecánica.
Hombres máquina
Un ciborg es en esencia un organismo
cibernético, un individuo humano que tiene algunos de
sus procesos vitales controlados por dispositivos
cibernéticos. Pero también podemos decir que un ciborg
es un ser cuya membrana que lo separa del exterior ha sido
penetrada por algún dispositivo tecnológico, que puede
ser un marcapaso, una prótesis, un hueso sintético, una
cadera artificial, o bien, tan sólo una célula
diseñada en un laboratorio. Un ciborg es concebido como una
especie de máquina de sangre caliente, cuyas piezas pueden ser
reemplazadas por equivalentes de tecnología alta (como
complejos órganos electromecánicos) o baja (que, como
reza el mito, pueden ser ojos, médula u otros órganos
humanos conseguidos en condiciones misteriosas en algún
país tercermundista). Pero el ciborg no es una
combinación ordinaria de hombre y máquina, como lo
sería un humano usando una herramienta, sino que consiste en
una relación única entre el hombre y la máquina,
en donde esta última "necesita funcionar sin el beneficio
de la conciencia para cooperar con los propios mecanismos internos de
control", como lo define David Channell en su libro The Vital
Machine: A Study of Technology and Organic Life (Oxford University
Press, 1991). El ciborg es la entidad en donde se disuelven las
fronteras entre el hombre y la computadora. De hecho, en algunas
narraciones de ciencia ficción, los hombres y los ciborgs son
tan parecidos que no es posible distinguir a uno del otro. Por
ejemplo, en la cinta Blade Runner la diferencia entre un humano
y un replicante no radica tanto en la biología como en
la autenticidad de las memorias.
El esteta de las prótesis
El tecnoartista del performance, Stellarc (Stelios Arcadiou), ha
tratado de hacer realidad la máxima mcluhaniana: "la nueva
tecnología engendra al nuevo hombre". Stellarc considera
que el cuerpo no está adecuadamente preparado para habitar la
infoesfera ("en donde la atracción gravitacional no es tan
significativa como el empuje de la información"). El
artista y teórico escribió, en su ensayo Prosthetics,
Robotic and Remote Existence; Postevolutionary Strategies
(Leonardo 24, núm. 5, 1991): "Es tiempo de
cuestionar si un cuerpo que respira, se desplaza en dos piernas, tiene
una mirada binocular y un cerebro de 1400 cc es una forma
biológica adecuada." Este esteta de las prótesis se
ha convertido a sí mismo en un cuerpo posthumano que lleva una
especie de reja sobre los hombros, desde donde dispara un láser
de argón (el cual es activado por medio de gestos, parpadeos y
movimientos de la cabeza); además, sus movimientos y
palpitaciones crean un enorme estruendo y una marejada de sonidos
extraños: el ruido de sus válvulas cardíacas es
capturado y amplificado por transductores de sonidos
ultrasónicos, aparte de que antes de cada espectáculo se
traga un micrófono que registra su actividad
gastrointestinal. Sobre el brazo izquierdo lleva, montada en un
soporte de silicón, una tercera mano activada por
señales de los músculos del abdomen y las piernas. Esta
prótesis puede agarrar objetos y girar, y ofrece una
rudimentaria retroalimentación táctil a través de
electrodos conectados al brazo del artista. En el espacio virtual,
Stellarc tiene su cuarta mano: una imagen generada por computadora, la
cual controla con un guante, y que puede transformarse en una variedad
de cosas y moverse con libertad absoluta. Las "mejoras"
corporales de Stellarc son a la vez grotescas y fascinantes; queda por
demostrar si el artista tiene razón al sostener que "es el
hardware fisiológico del cuerpo lo que determina la
inteligencia, la conciencia, y si éste se altera, se va a
presentar una percepción alternativa." Si dentro de un par
de años Stellarc ha expandido su capacidad de percepción
o ha conseguido algo más significativo que un dolor de espalda
crónico, quizás haya que pensar en conseguirse una mano
o un pie extra.
¤ Naief Yehya ¤
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