Historias de Babel
Adolfo Gilly
Dio una conferencia de prensa el comandante David.
Explicó el desarrollo de los debates en las mesas de Oventic. El comandante no busca hacer frases de efecto. Da explicaciones claras, como para que lo entiendan todos. Este no es un hábito de dirigente político, sino de organizador experimentado que, a juzgar por su edad, aprendió el oficio bastante antes de que naciera el zapatismo. Tengo ante mis ojos una confirmación viva de que quienes dicen que el EZLN es producto de una conspiración de izquierdistas no saben de qué están hablando.
A la mayoría de las preguntas el comandante no responde con consignas, directivas o evasivas. Responde con formas de exponer que sugieren al otro la tarea de pensar la respuesta por sí mismo; más aún: con la idea de que la respuesta sólo se encontrará a través de la práctica y pensando la experiencia que se quiera y se sepa vivir entre todos.
Esta manera de conducir una conferencia de prensa denota una manera de organizar. Como en la vieja frase, viene de lejos e irá lejos.
A un lado del grupo de zapatistas con pasamontañas que rodean a David, éste hace sentar a Eduardo Galeano. Eduardo sigue con atención lo que se dice. Lo miro y de repente no puedo evitar pensar lo mismo que pensará el lector cuando vea el dibujo de El Fisgón: ``Pero si es la presencia rediviva del cura Hidalgo, velando junto a sus descendientes encapuchados''. (O por lo menos, la de López caminando con ellos sus pasos, me susurra al oído Jorge Ibargengoitia. Y me río, pues qué otra cosa queda).
Hermann Bellinghausen, enviado, La Realidad, Chis., 29 de julio ``Lo que urge para todos nosotros los seres humanos es pensar qué vamos a hacer'', dice el mayor Moisés al inagurar la mesa política del Encuentro Intercontinental. Y se refiere a los que esperan una respuesta de la presente reunión: ``Tenemos la tarea de enseñarles, de abrirles las mentes con palabras que escuchen y que ellos piensen y decidan qué debemos hacer. Nuestra palabra nos une sin importar nuestro color, sin importar nuestra raza''.
Los participantes de México y otros países vienen a heredar algo. Que tiene que ver con la palabra. Un delegado del Congo, veterano de la lucha de Patricio Lumumba, comparte sin duda la opinión del mayor Moisés: ``Del neoliberalismo, en los hechos hay nada. No es plan del pueblo, es plan de los ricos que existen en el mundo''.
La fiesta empieza en el lodo y el arribo acá de los visitantes tomó 16 horas (incluidas cuatro en el retén de Migración), a través de la lluvia y sus consecuencias en el camino. Pasan las 3 de la tarde; los delegados llegaron al amanecer. Ahora escuchan al mayor Moisés, mando militar del EZLN en esta región de la selva: ``Nos hemos dado cuenta de que nuestra palabra también ataca, también sirve para combatir''.
Lo acompañan el subcomandante Marcos y una decena de miembros del CCRI, entre quienes están la comandante Trini y el comandante Tacho, quien da la bienvenida a los humedecidos invitados y conduce el acto. A caballo llegaron los insurgentes, los del Comité allí estaban. Atrás de ellos, una manta que pintaron en Guadalupe Tepeyac representa el ``barco de la esperanza'', que navega entre olas que parecen ballenas y va lleno de gente de todos colores, saludando. Se ve un Marcos alzando el arma.
La emoción presenta respuestas encontradas. Muchos parecen cuidarse de importunar lo que intuyen es el tiempo indígena.
``Nadie va a pensar por nosotros'', prosigue Moisés. ``Somos nosotros los explotados, los saqueados, los humillados, los que tenemos que pensar''. Reconoce el proverbial esfuerzo que toma llegar a la selva Lacandona: ``Vinieron de lejos, pasando del mar a microbuses y autobuses. Han llegado hasta acá y eso es importante porque aquí estamos acá, encerrados''.
``Sabemos que el retén de Migración del gobierno los ha tratado mal, como si estuviera prohibido viajar por el mundo''. El mayor Moisés habla de lo necesario: ``Hay que organizarse, prepararse, unirse''.
Entonces dice: ``Es necesario porque es razonable'', y empieza a llover. Primero leve, luego más fuerte, la gente está en sillas en la plaza. Nadie se mueve. Sigue Moisés: ``Les invitamos a disfrutar esta lluvia. Tienen que apurarse porque se va a hacer un mar donde están ustedes. La lluvia nos dice que tenemos que pensar, que el Encuentro tiene que ser un éxito''.
Como la lluvia arrecia, Tacho invitó a la gente a abrirse. Le responde un espontáneo No!, que después deriva en ``Y llueve/ y llueve/ y llueve/ y el pueblo no se mueve!'', así que los que no traen náilon se mojan.
Montañas de hilo
En el liso amanecer de la semana, todavía bajo el resplandor de un foco, los asistentes al Intergaláctico en La Realidad trastabillean, saltan de cansancio y cruzan al fin el umbral de Aguascalientes, donde dulces almas solidarias los conducen al taco y al lugar donde colgarán su hamaca.
Bajo el escenario, los jóvenes de Guadalupe Tepeyac instalaron un puesto de bordados sencillos, flores y colores fosforescentes. El bordado más grande dice: ``Estos trabajos son hechos por las manos naturales de las mujeres dignas de los que antes habitaban Guadalupe Tepeyac y que hoy viven en un rincón digno de la patria llamada selva Lacandona''. La manta muestra casitas, helicópteros de estambre, soldaditos, gentecita corriendo a los árboles, montañas de hilo verde.
Morrales, manteles con una estrella roja y cuatro guirnaldas amarillas y moradas. Un individual donde se lee (lo principal de los bordados son las letras, no las figuras): ``9 de febrero del año 1995, recordamos la traición del supremo govierno que nosotros los de la tropa zapatista estábamos esperando la orden''.
Para el mediodía, y a pesar de lo tundidos que vienen los invitados, los de Guadalupe ya vendieron la mitad de su bordada mercancía, según informan las niñas Floriberta y Marisela.
Gente de La Realidad
Al término del acto inaugural, los participantes del Encuentro enviaron un agradecimiento: ``Vemos a los que nos acompañaron. Los que construyeron Aguascalientes. Los que hacen la comida. Vemos su trabajo y su cariño. Gracias. Viva la gente de La Realidad''.
Silenciosamente como estuvo, el subcomandante Marcos se retira con los insurgentes y comienza un ``breve acto cultural''. El comandante Tacho informó: ``Este lugar es lluvioso'', y todos ríen, dándose por enterados.
El grupo juvenil 9 de Febrero canta El horizonte, otro grupo baila El Colás y un montón de niños tojolabales con sombreros de cartulina y rifles de palo y niñas de rostro cubierto y vestido de colores suben al escenario, recitan los versos de Carabina 30-30 y luego la cantan, de manera que queda explicado de dónde vienen la tonada y parte del espíritu de El horizonte, como han dado en llamar los indígenas al himno zapatista. ``Con mi treinta-treinta me voy a marchar/ a las filas de la rebelión''.
Se llevan su aplauso
La primera sesión se celebra a partir de las 5 de la tarde y para la noche se anuncian baile y luna llena, si la lluvia lo permite. Este norte podría durar aún un par de días, dicen aquí. Y luego, que en cuanto tocan los músicos, se pone a llover más fuerte.