Ricardo Alemán Alemán
Itinerario político

Formas y reformas del nuevo PRD
Metamorfosis de López Obrador

En una reunión reciente del Partido de la Revolución Democrática, a la que asistieron los diputados federales, muchos de los cuales integrarán el próximo Comité Ejecutivo Nacional, y los salientes y entrantes coordinadores parlamentarios, Andrés Manuel López Obrador, presidente electo de ese partido, aclaró lo que para muchos perredistas aún era una incógnita: ``Lo firmado por el partido y lo aprobado por el grupo parlamentario antes de mi gestión será respetado''.

López Obrador asumía un compromiso al interior de su partido, sobre todo en el tema que preocupa a todos, perredistas y no, y al gobierno mismo: la reforma electoral que, sin mayores incidentes, estará lista en su fase de enmiendas constitucionales el viernes venidero.

Sin embargo, el tabasqueño hizo una advertencia: ``Eso sí aclaró a legisladores, a quienes fueron sus contendientes por la presidencia del PRD y a quienes formarán su Comité Ejecutivo: La reforma no será definitiva. Existen elementos en los que insistiremos desde el día siguiente en que sea aprobada la reforma constitucional''.

Se refería el próximo presidente perredista a la regulación, en el terreno electoral, del llamado ramo 26 del Presupuesto de Egresos de la Federación y que está destinado a atender la pobreza en sus vertientes de Fondo de Desarrollo Social Municipal, Fondo de Prioridades Estatales y Fondo de Promoción de Empleo y Educación. La razón por la que López Obrador insistirá en ese rubro es fácilmente explicable. En épocas electorales se abre la llave de los recursos económicos destinados a la pobreza y se condiciona o de plano se compra el voto.

El ramo 26 no es cualquier cosa. Por ejemplo, para 1996 se destinaron a la atención de la pobreza alrededor de 11 mil millones de pesos. Esta cantidad, o su equivalente, podría manejarse con una orientación electoral en 1997.

En el fondo, y pese a los temores gubernamentales de un eventual incumplimiento de López Obrador, la nueva dirigencia del PRD comparte la mayoría de los acuerdos de la reforma electoral ya consensados, aunque difiere en la concepción de qué será la reforma definitiva. Por eso insistirá en cambios como el del ramo 26, entre otros.También es previsible que a partir del próximo domingo aparezca en la escena pública un Andrés Manuel López Obrador distinto al que por años chocó frontalmente con el gobierno desde su trinchera en Tabasco y en otros foros, siempre al frente de los movimientos sociales. Para López Obrador, por razón natural, Tabasco pasará a ser, de su bastión de origen, una entidad más de la Federación, ya que como dirigente partidista será el responsable del crecimiento y desarrollo de su partido en todos los rincones del país.

Para los que esperaban un presidente perredista en recurrente confrontación con el gobierno, o aquellos que suponían que con su llegada se catalizaría la caída del gobernador Roberto Madrazo Pintado, conviene interpretar algunas de las señales que el tabasqueño envió antes, durante y después de la elección que lo llevará a ocupar la presidencia del PRD a partir del sábado.Obrador se comprometió a por lo menos mantener el nivel de votación nacional para los comicios de 1997. ``Si bajo de 17 por ciento me voy'', dijo.

Eso supone que en poco más de un año, en lo que resta para los comicios de 1997, López Obrador se convertirá en el principal activista de su partido. Supone que recorrerá todo el país para encabezar las tareas de organización del PRD, para tejer alianzas con grupos locales con miras a los comicios federales de 1997; supone encabezar la protesta y traducirla en propuestas electorales y, sobre todo, aglutinar al PRD, cuya imagen es de constantes luchas y disputas internas.

López Obrador ofreció ser un presidente alejado de los reflectores, de pocas apariciones públicas, pero de mucho trabajo en los estados, en las comunidades, en la organización y la restructuración del perredismo y en la capitalización del voto. Son muchas las tareas y muchas las propuestas.

En el camino

De no ocurrir un imprevisto, en las próximas horas el Congreso de la Unión vivirá una etapa inédita. Por primera vez se aprobará una reforma electoral elaborada por consenso y aprobada por todos los partidos. Más aún, es posible que se produzca la enmienda constitucional más numerosa por el número de artículos reformados en el menor tiempo. Los acuerdos partidistas han llegado al extremo de que previsiblemente no habrá ni reserva de artículos para su discusión en lo particular.