Emilio Pradilla Cobos
Planeación urbana y neoliberalismo en el DF

En ocasión de la discusión pública de los programas delegacionales que especificarán el recién aprobado Programa General de Desarrollo Urbano del Distrito Federal, las autoridades han reconocido: la gravedad de la problemática urbana, compartida por los municipios conurbados del Edomex que forman la otra mitad de la gran ciudad; y la inoperancia de los planes vigentes, que no han resuelto estos problemas, ni coinciden con la realidad actual, producto de una lógica anárquica (La Jornada, 26-VII-1996). Aunque las autoridades no saquen las conclusiones, estos ``reconocimientos'' llevan al núcleo fundamental del problema de la relación entre planeación urbana y modelo económico-social y político en vigor.

Los planes de desarrollo urbano pueden estar técnicamente muy bien elaborados y proponer alternativas totalmente válidas para el futuro (lo cual no siempre ocurre), pero si no son compartidos y asumidos por el conjunto de los agentes sociales a quienes involucra, no tendrán aplicabilidad. Para alcanzarla, no basta una ``consulta popular'' apresurada y sin información; la participación ciudadana en la planeación, si se quiere que sea democrática y eficiente, debe ser permanente, informada y con capacidad decisoria. Es necesaria una sociedad democrática, sin autoritarismo, patrimonialismo ni corporativismo estatales, para lograr una planeación urbana democrática y compartida. Ella no existe en la capital y menos aún en el DF.

En nuestra realidad, este compromiso social con los planes entra crecientemente en contradicción con la ideología y la práctica neoliberales, difundidas por todos los medios desde el mismo gobierno, del predominio del interés y la iniciativa individuales, la privatización de lo público, la ``desregulación'' y la reducción del papel del Estado como expresión del interés colectivo. La contraposición neoliberal entre Estado y mercado se opone a la planeación racional.

El cumplimiento de los planes no se puede garantizar sólo mediante su uso como norma o regulación administrativa. Requiere de la combinación orgánica y coherente de las acciones públicas y privadas en función de un objetivo colectivo; requiere por tanto de múltiples instrumentos, medios y recursos. Por el contrario, el neoliberalismo vigente ha ido desmontando los pocos instrumentos (empresas públicas en particular) de que disponía el Estado mexicano, en general y en el DF, para llevar a cabo la acción ordenadora y de desarrollo. Al mismo tiempo, la constante reducción del gasto público social, o su orientación hacia el apoyo a la acumulación empresarial, han dejado sin recursos a la planeación y las acciones de desarrollo urbano, en particular para los sectores populares.

La ciudad expresa a la sociedad que la produjo y a la que sirve de soporte material y social. No puede haber una ciudad ``ordenada'' y ``eficiente'', con alta calidad de vida, si la sociedad no lo es. El Distrito Federal tiene los conflictos que todos reconocemos porque la organización económica, política y social actual los genera y reproduce constantemente. La crisis económica recurrente, la política de privilegio total al gran capital, sobre todo al financiero especulativo y de empobrecimiento absoluto y relativo del resto de la población (política salarial), la agudización de la desigualdad en la distribución de la riqueza, las enormes barreras a la democratización plena de la ciudad (puestas otra vez de relieve por la insuficiente ``reforma política'' para el DF), es decir, las contradicciones del actual ``modelo'' neoliberal, que agravan las del anterior ``modelo'' intervencionista, son, al mismo tiempo, las causas de la problemática urbana de la capital y de la imposibilidad de aplicar una planeación democrática que impulse la construcción de una ciudad ordenada, humana, justa y equitativa, ambientalmente sustentable y con alta calidad de vida. Construirla exige el cambio del ``modelo'' neoliberal de economía, sociedad y desarrollo urbano, por otro sustancialmente distinto.

En definitiva, el desorden y la anarquía, la desigualdad en la distribución de los bienes y servicios urbanos, la proliferación de la informalidad, la contaminación ambiental, etcétera, son la lógica del proyecto neoliberal de sociedad, como forma actual de la acumulación de capital y el desarrollo capitalista.