La Jornada 1 de agosto de 1996

Sigue vigente la tesis del complot contra Luis Donaldo Colosio

Juan Manuel Venegas y Roberto Garduño De la sentencia que en los próximos días dicte el juez, y que decidirá la suerte de Othón Cortés Vázquez, no depende la tesis del complot en el asesinato de Luis Donaldo Colosio.

En el expediente existen evidencias y hechos comprobados que apuntan en una sola dirección: fueron varias las personas que participaron en el crimen en Lomas Taurinas.

No obstante, en torno a los sucesos del 23 de marzo de 1994 siguen existiendo aún más preguntas que respuestas.

Dudas que a más de dos años y cuatro meses y tres procuradores y tres fiscales especiales después no se ha querido o no se ha podido despejar. Impericia? corrupción? complicidades?A lo largo de una investigación que ha ido de tumbo en tumbo de la conspiración al asesino solitario, y nuevamente a la conspiración y a más de año y medio de haber asumido la responsabilidad del caso, Pablo Chapa Bezanilla tiene una certeza: dos personas dispararon contra el candidato y ``varias personas'' se encargaron de manipular la escena del crimen y las pruebas.

Eso lo sabe, tiene indicios, aseguran en la fiscalía, ``aunque jurídicamente'' no esté en condiciones de hacer públicos los nombres de los presuntos responsables. Finalmente, como dijo Lozano Gracia, ``unos son los hechos que se conocen y otros los hechos que se pueden probar''.

Y mientras, las interrogantes están ahí: por qué testigos clave del asesinato han cambiado una y otra vez su testimonio de los hechos? por qué no se preservó el escenario en la explanada de Lomas Taurinas? por qué se manipularon las evidencias? por qué Pablo Chapa Bezanilla no ha dicho nada más sobre la ojiva que se encontró la misma noche que Colosio murió, y que más tarde fue cambiada aparentemente de las bóvedas del juzgado primero de Almoloya?Qué pasó con el mayor Morán y sus investigaciones de las amenazas a Colosio? qué pasó con Jorge Antonio Sánchez Ortega, agente del Cisen? qué pasó con Fernando de la Sota Rodalléguez, quien estaba al lado casi codo con codo de Othón Cortés cuando supuestamente hizo el segundo disparo, pero no se percató del mismo? En cambio, De la Sota sí fue capaz de testificar en contra de Mario Aburto, de quien primero dijo lo observó accionar dos veces la Taurus .38, y más tarde y según las circunstancias lo fueron exigiendo, cambió su versión. No era más fácil que observara disparar a Othón?, siguen preguntándose los investigadores.

Por qué ocho meses después de haber dejado la fiscalía especial y cerrado su actuación con un contundente: ``Mario Aburto es el autor material e intelectual del crimen'', Miguel Montes reconoció que ese mismo día dejó en el escritorio del entonces presidente Carlos Salinas un informe confidencial, donde le advertía de sus sospechas de que la ojiva que se encontró en el lugar del crimen podría ser una prueba sembrada?Dónde está ese informe? Por qué algunos priístas, ahora severos impugnadores de Lozano Gracia, no reclaman ese informe?, advierten fuentes cercanas a la investigación.

La manipulación

En el primero de los informes preliminares que Chapa Bezanilla concluyó sobre el crimen, destacó que el homicidio ``perpetrado en contra de Luis Donaldo Colosio fue producto de la acción de varios sujetos'' y precisó que al reconstruir la escena del crimen ``se percató que ésta no solamente no fue preservada, sino que fue arreglada por las mismas personas que participaron'' en el complot.

Sobre lo mismo, el ex procurador de la República y responsable durante cinco días de la investigación, Diego Valadés, dijo en entrevista con La Jornada que los delincuentes habían manipulado la escena del crimen con el evidente propósito de desorientar a las autoridades.

Por su parte, el informe de Chapa reconoció la siembra de la bala en el lugar del crimen y su posterior sustitución:El primer dictamen de balística se practicó la madrugada del 24 de marzo, alrededor de 12 horas después del asesinato. El perito José Luis Zamora Pérez concluyó que el proyectil ``descubierto'' en el lugar de los hechos por Alejandro García Hinojosa (integrante del grupo Omega bajo las órdenes de De la Sota) y el policía municipal Rigoberto Flores González (del grupo Tucán) y entregado a De la Sota, era de ``núcleo de plomo y camisa de cobre y se encontraba deformado en cuerpo y base''.

Esas deformaciones, afirma el informe de Chapa, sólo se producen cuando se impacta una superficie dura.

Tras esa conclusión, se descubrió que ``la ojiva resguardada en el juzgado primero del penal de Almoloya de Juárez no presentaba ninguna deformación''.

En qué momento fueron cambiadas las balas? Dónde y quiénes? En el informe se presume que el cambio de la ojiva ocurrió en las mismas bóvedas del penal de Almoloya, y uno de los objetivos de la investigación de Chapa era descubrir este episodio del complot, para ir armando así el rompecabezas.

Las distintas versiones que se han dado sobre quiénes y en qué circunstancias incautaron la pistola que supuestamente accionó Mario Aburto, es una muestra más de la manipulación de pruebas que siguió al homicidio.

Participaron también las autoridades que dejaron correr esas versiones, provocando que las cosas se enrederan desde un principio, ``e influyendo incluso en declaraciones de testigos que fueron presentados hasta una semana después del atentado en Lomas Taurinas''.

Sobre la Taurus .38, el informe de la segunda fiscal, Olga Islas, asienta que ``del grupo de Fernando de la Sota, entre los elementos que se encontraban próximos al candidato en el momento del atentado, estaba Rafael López Merino, quien recogió el arma usada por Aburto y la entregó al teniente Roberto Merín, que la guardó en su portafolios...''.

No obstante, en su primera declaración ministerial, López Merino aseguró que cuando protegió ``con su cuerpo el cuerpo de Colosio'', cayó junto a él el revólver de Aburto, el cual ``entregó a la guardia de la Policía Judicial Federal''.

Esta versión tiene sentido si se considera que alrededor de las 19:00 horas del mismo día 23, al comparacer ante el Ministerio Público Federal, tanto Fernando de la Sota Rodalléguez como Mario Aburto Martínez reconocieron el arma que utilizó el segundo.

Si fue así, entonces de quién era el arma que llevaba Merín en su portafolios? por qué no se investigó? es la que usó el segundo tirador? dónde quedó la segunda pistola?

Los militares, De la Sota y el agente del Cisen

Diversas ``contradicciones han sido detectadas'' en las declaraciones del general Domiro García Reyes, el coordinador del equipo de seguridad de Colosio.

Contradicciones que él mismo se ha encargado de hacer públicas y que provocaron aún más dudas, cuando se supo que Pablo Chapa Bezanilla había ordenado ``arraigo domiciliario'' al mayor Héctor Eustolio Morán, quien por su parte había realizado dos investigaciones por supuestas amenazas contra la vida de Luis Donaldo Colosio.

Según la fiscalía Chapa, el mayor Morán experto en inteligencia militarestuvo ligado a Fernando de la Sota en un grupo de seguridad privado y, sin ninguna participación en el equipo de seguridad de Colosio, efectuó, al menos, dos investigaciones por anónimos que amenazaban la integridad del candidato.

Esas investigaciones ``las ordenó'' García Reyes, quien lo mismo dice que nunca supo de las amenazas que admite que ``algo de eso'' le comentó el mayor Morán.

La presencia, detención y liberación de Jorge Antonio Sánchez Ortega, al parecer aún agente del Centro de Investigación de Seguridad Nacional (Cisen), siguen siendo, por lo menos, sospechosas y nadie ha explicado aún por qué se actuó con tanta precipitación en su liberación, siendo que al igual que Mario Aburto con quien tiene parecido físico dio positivo en pruebas toxicológica y de radizonato de sodio.

Sánchez Ortega, quien además tenía manchas de sangre en la ropa, presuntamente de Colosio, presentó en su mano derecha residuos de plomo y bario, lo que indicaría que usó armas de fuego, según la fiscalía.

De la Sota y Hernández Thomassiny, junto a Othón

Pegados a Othón Cortés Vázquez, el joven que está por ser sentenciado, se encontraban Fernando de la Sota y Héctor Javier Hernández Thomassiny, precisamente al costado izquierdo por donde entró el disparo al abdomen de Colosio.

El expediente de Chapa Bezanilla indica que los dos ``son investigados'' por falsear sus declaraciones, además que ``desatendieron las instrucciones que les dieron los mandos del Estado Mayor Presidencial y, en lugar de cumplir con su encomienda de vallas y orden, caminaban junto al candidato, lo que tenían prohibido''.

En su primera declaración, De la Sota uno de los primeros en detener a Aburto dijo haberlo visto hacer los dos disparos; en la segunda presentación ante el MP aseguró que sólo escuchó un disparo.

En su tercera declaración, ya con Chapa Bezanilla en las pesquisas, argumentó que es diabético y que un ataque por este padecimiento le impidió ver con claridad el momento del atentado.

Hernández Thomssiny estaba a la izquierda de Othón al momento de los disparos. Exhibía manchas de sangre en la playera blanca que usó ese día. Nunca explicó por qué.

Los tres testigos que presentó la fiscalía en el juicio contra Othón no reconocieron haberlo visto disparar. Es más, hasta antes del careo procesal, lo habían descrito físicamente distinto a como es.

Por todas esas razones la tesis del complot no puede desmoronarse, y no depende de la suerte que corra Othón Cortés Vázquez y que está a punto de decidirse.