El día 3 de junio de 1994, después de intensas negociaciones, propuestas y contrapropuestas sobre la creación de un espacio institucional creíble: el consejero ciudadano, seis distinguidos mexicanos asumieron una responsabilidad de la mayor importancia para la vida cívica y política del país. Con sólo dos meses y medio de anticipación a uno de los procesos electorales más disputados y complejos de los últimos años en México: las elecciones federales de 1994 no podrían olvidarse los cuestionamientos de aquellos días, cuando algunas voces llegaron a anticipar el ``choque de trenes'' se integraron al Consejo General del Instituto Federal Electoral (IFE) para llevar a cabo la ciudadanización de su máximo órgano.
Por primera vez se aceptaba que la principal responsabilidad para la organización y desarrollo de los comicios federales recayera en representantes ciudadanos, sin compromisos con el gobierno, el Poder Legislativo o los partidos políticos. Las expectativas puestas en su actuación eran muchas; las presiones sobre su labor, mayúsculas.
Los consejeros ciudadanos asumieron su encargo con un compromiso inequívoco: contribuir a la transparencia, credibilidad, confiabilidad de los procesos electorales. Cada elección disputada derivaba en severos conflictos que dejaban agravios y lastimaduras, que ponían en entredicho a los procesos electorales como el mecanismo para dotar de legitimidad a la representación popular y al ejercicio de gobierno.
El reto sumaba a la complejidad de la tarea, la insuficiencia de tiempo para interiorizarse en las formalidades, los detalles y los recovecos del entramado electoral, y las presiones que se dejaron sentir por diversos grupos políticos para influir sobre el desempeño de su encargo.
Hoy puede afirmarse que la labor de los consejeros ciudadanos obtuvo logros significativos. Deficiencias, errores y omisiones pudieron ser corregidos a tiempo. Así, las elecciones de 1994 son consideradas como las más confiables y limpias celebradas en nuestro país desde 1911.Los consejeros ciudadanos alentaron, de cara a la sociedad y a los actores políticos, usos que el país requiere para transitar a la democracia. Su participación en las sesiones del Consejo General del IFE, sus intervenciones en foros públicos, su presencia de los medios de comunicación, su papel en los trabajos del Seminario de Chapultepec, etcétera, demostraron, con hechos, profesionalismo, compromiso cívico e inteligencia.
No faltaron las críticas a su desempeño, eran muchos los intereses afectados, las inercias y las resistencias. Pero, su ejemplo exitoso se extendió a la integración del órgano electoral responsable de los comicios locales.
Hoy, al lado de demócratas en el gobierno, partidos y sociedad impulsan la profundización de la reforma electoral para alcanzar mayor confiabilidad y certidumbre en los procesos electorales.Precisamente, se está a punto de iniciar una nueva etapa en la vida institucional del país. Una nueva figura los consejeros electorales reemplazará a los consejeros ciudadanos para hacer avanzar la reforma electoral, al eliminar la presencia del Poder Ejecutivo al frente del máximo órgano en la materia al dejar a los representantes del Poder Legislativo con voz pero sin voto al igual que los que provengan de los partidos políticos, por lo que en adelante habrá nueve consejeros electorales incluyendo el presidente del Consejo General del IFEnombrados por las dos terceras partes de los miembros presentes de la Cámara de Diputados a propuesta de los grupos parlamentarios, para desempeñarse por un periodo de siete años.
Reforma que, por un lado, para ser efectivamente un avance, deberá llevar a la selección de un equipo con la independencia de criterio, capacidad profesional, honestidad y valentía cívica, que demostraron quienes deberán dejar la responsabilidad de consejeros, y que, por el otro, plantea el cuestionamiento que mucho habrá de discutirse de la obligatoriedad para que quienes vayan a desempeñarse como consejeros electorales abandonen cualquier otra actividad remunerada, lo que presenta el riesgo de separarlos de sus vínculos con la sociedad y convertirlos en funcionarios de un organismo público del cual dependerá su sustento, lo que se espera no ponga en riesgo su independencia. He aquí un tema para el debate y el trabajo legislativo.En los próximos días, Santiago Creel, Miguel Angel Granados Chapa, José Agustín Ortiz Pinchetti, Ricardo Pozas, José Woldenberg y Fernando Zertuche dejarán su encargo en el IFE. Su responsabilidad ciudadana, empero, tiene muchas tareas por delante. Esperamos contar con su concurso para continuar impulsando la construcción democrática de México. Nuestra gratitud y nuestro abrazo fraternal para los consejeros ciudadanos.