La Jornada 5 de agosto de 1996

Demostramos que Othón Cortés no disparó a Colosio, dice su abogado

Juan Manuel Venegas, enviado, y Gloria Pérez Mendoza, corresponsal Para Othón Cortés Vázquez empezó la cuenta regresiva en los primeros minutos de este lunes. Cumplido el plazo, el juez Jorge Mario Pardo Rebolledo dictará sentencia, después de un proceso que lleva ya un año, cinco meses y 14 días.

``Ha sido un juicio transparente, en el que las partes presentamos las pruebas que creímos pertinentes. No hubo presiones para nadie ni descalificaciones... Al final, la sensación que me queda es que pudimos demostrar que Cortés Vázquez no disparó contra Luis Donaldo Colosio'', afirma el abogado Héctor Sergio Pérez Vargas.

Defensor de oficio, en entrevista con La Jornada, Pérez Vargas no polemiza. Se atiene a lo que consta en el expediente que analiza el juez: ninguno de los testigos que presentó la fiscalía reconoce haber visto a Othón disparar; nadie lo vio armado; no hay evidencias de que haya tenido relación con el general Domiro García Reyes, y mucho menos con Mario Aburto.

Las investigaciones por el asesinato del candidato presidencial del PRI han llevado al penal de máxima seguridad de Almoloya a cinco personas: Mario Aburto, Vicente y Rodolfo Mayoral, Tranquilino Sánchez Venegas y Othón Cortés Vázquez.

De ellos, sólo Aburto, el asesino confeso, fue sentenciado a 46 años de prisión. Otros tres, los Mayoral y Sánchez Venegas, fueron puestos en libertad por el juez que recibió el proceso, Alejandro Sosa Ortiz.

Othón será juzgado ya no por Sosa que renunció, argumentando ``una profunda animadversión por el fiscal Pablo Chapa Bezanilla, sino por su homólogo que heredó el caso: Jorge Mario Pardo Rebolledo, juez segundo de distrito de Toluca.

Salvo apelaciones posteriores de la defensa o de la fiscalía, a Pardo Rebolledo le tocará poner fin a este proceso penal de primera instancia, plagado de situaciones chuscas Othón iba a preparar una carnita asada, cuando lo detuvieron; dramáticas sus desmayos en el juzgado, y de frases cuya crudeza conmovieron a sectores de la opinión pública, como aquella de su esposa, Juana Valenzuela: ``contra una decisión adversa del juez, Othón saldrá de prisión... muerto''.

Un proceso que, por su complejidad, obligó a la renuncia del juez Alejandro Sosa Ortiz, confrontado abiertamente con el fiscal Pablo Chapa Bezanilla: ``Siento una profunda animadversión por Chapa y sus colaboradores, porque pretenden que dé valor a pruebas viciadas para el Estado de derecho y la jurisprudencia'', señaló el magistrado antes de renunciar al caso que legó a Pardo Rebolledo.

En tanto, el joven tijuanense de 29 años, dicen, pasa los días rezando, esperando una sentencia judicial que llegará envuelta en un marco de escándalos que involucran al procurador Antonio Lozano Gracia y a Pablo Chapa Bezanilla.

Pero, en opinión del abogado Pérez Vargas, ``nada de esto ha enturbiado el proceso''. Nada, ni la renuncia del juez Sosa afectó el juicio, ``si acaso retrasó el fallo. Sólo eso''.

Poca calidad en los testigos de la fiscalía

La entrevista con Pérez Vargas se desarrolló en la austera oficina que ocupa en la sede de los juzgados federales de Toluca.

Cuando el juez Sosa renunció, entre otros motivos del conflicto con Chapa, señaló la extemporaneidad de los testigos de la fiscalía, que finalmente fueron aceptados, se le observó.

El magistrado de segunda instancia no los consideró extemporáneos. Así lo determinó y punto. Nosotros no nos íbamos a detener ahí. La defensa tenía que seguir y analizar qué podíamos hacer.

``La fiscalía agregó el defensor ofreció, fundamentalmente, tres testigos para acreditar el delito en grado de coparticipación, por haber antentado en contra de la vida de Luis Donaldo Colosio.

``Sin embargo, esos tres testigos, Belem Mckliz, Jorge Romero Romero y Jorge Amaral Muñoz variaron totalmente su declaración y, mientras que al Ministerio Público declararon haber visto a Othón disparar, ante el juez y en los careos que sostuvieron con Othón, lo negaron o, al menos, manifestaron serias dudas de lo que dicen haber visto en el mitin de Tijuana''.

La señora Belem Mckliz, por ejemplo, en su declaración del 20 de agosto, dijo haber visto a un hombre cerca del licenciado Colosio, con chamarra de piel negra, cabello entrequebrado y tez blanca, contrario a las características de Othón.

Pero no sólo eso, cuando se da el careo con Othón, Belem dice que tiene dudas sobre las características físicas del hombre que vio y señala que, en todo caso, corresponderá a las autoridades demostrar si él disparó o no. Dijo que no lo vio disparar.

En tanto, Jorge Romero Romero sostuvo en su primera declaración que vio una sola arma que portaba Othón. En el careo, a varias preguntas, ya no es sólo un arma la que observó, sino varias. Describió a la persona con chamarra negra y cabello chino. Por las dudas que tiene, no pudo asegurar haber visto a Othón disparar.

Romero, ex dirigente de la Central Campesina Independiente (CCI) en Tijuana, se encuentra actualmente preso en la ciudad fronteriza, acusado de despojo.

``Todo esto quedó asentado en las actuaciones judiciales, y yo he pretendido que el juez califique también la calidad de los testigos de la fiscalía'', apuntó Pérez Vargas.

Esa valoración de calidad afecta también el testimonio del tercer testigo: Jorge Amaral Muñoz, quien, incluso, según un dictamen pericial, mintió al referir el lugar donde se encontraba en el momento del crimen.Lo anterior, en relación con los testigos, pero qué hay de la participación de Othón en el complot, a partir de su supuesta relación con el general Domiro García Reyes? Qué hay de sus visitas a México a principios de 1994? Qué hay de las llamadas a Los Pinos y a Bancrecer?(Cada una de estas historias quedó asentada en el expediente que analiza el juez. Las explica Pérez Vargas).

``No hay ninguna prueba, ni ningún testimonio reconocido que acredite su relación con Domiro García Reyes, así se estableció en el expediente; pericialmente, se demostró que Othón no intercambió señas con Aburto; no hizo una, sino varias visitas a México, lo enviaba su jefa Tersa Pulido y, sí, realizó cinco o seis llamadas a Los Pinos, todas a la dirección de Información, con Ricardo Torres Cota, con quien trabajaba enviándole información por fax. No existe evidencia de llamadas a otras oficinas de la residencia oficial.

``Finalmente, a su casa, alguien por cobrar llamó desde las oficinas de Bancrecer en la ciudad de México, la llamada, si acaso, duró 20 segundos''.

Todo esto, insiste el abogado, quedó en el expediente.