Juan Carlos Villa Soto ``Un monumento es una pieza arquitectónica o escultórica que nos permite reconstruir la historia. En México tenemos monumentos prehispánicos, coloniales e históricos. Claro que el criterio para identificar una obra como monumento, por su significado histórico, cambia según el país; por ejemplo, los campos de concentración de la Alemania nazi ahora son considerados monumentos históricos. En este sentido es difícil ofrecer una definición. Empero, no tenemos duda de que es muy importante conservar y en su caso restaurar los monumentos''.
El maestro Manuel Reyes García, académico del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, y profesor de la Escuela Nacional de Restauración, Conservación y Museografía, nos dice en entrevista que hasta hace pocos años la mayoría de las restauraciones se realizaban sin ningún estudio previo; se le concedía importancia exclusivamente a los aspectos estéticos, pero rara vez se resolvían los problemas asociados a la alteración y deterioro de los materiales.
Comentó que ahora el trabajo de restauración se empieza a basar en estudios detallados de las propiedades químicas y físicas de los materiales. ``Aquí, en el laboratorio de Química Arqueológica y Conservación del Instituto de Investigaciones Antropológicas, analizamos las características de los materiales y las causas de su alteración. Específicamente estudiamos la piedra que conforma al monumento. Es un trabajo sencillo, pero pionero en nuestro país. Los estudios que realizamos en este laboratorio son de gran utilidad para planear todas las operaciones de un proyecto de restauración''.
¿Cuáles son las propiedades de los materiales que ustedes analizan? Medimos el color, la densidad, la porosidad, la absorción, la dureza y la permeabilidad. La porosidad, explicó, es una de las propiedades más importantes. Todos los materiales pétreos son porosos en mayor o menor medida; empero, cuando están expuestos a la lluvia ácida, por ejemplo, se disuelve parte del material y aumentan los espacios vacíos; esto da lugar a que sea más fácil que penetre la lluvia y este proceso se acelera. A través de la porosidad nos damos una idea de cuan deteriorado está el material, apuntó.
¿Cómo realiza estas mediciones? ``La porosidad, por ejemplo, la estimamos a partir del peso y el volumen de una muestra de la piedra del monumento. Saturamos todos los poros con agua, medimos la cantidad de agua que absorbe y eso nos da una medida indirecta del grado de espacios vacíos que contiene la piedra. El color lo medimos con base en los estándares que presenta la Tabla de Color de Munssel; en fin, se trata de pruebas muy sencillas'', afirmó.
Una vez que se determina el deterioro de los materiales, ¿qué tratamientos se les da? Existen dos tratamientos fundamentales: el hidrofugado y la consolidación. El primero, dijo, es un tratamiento de protección del material con base en una película superficial que se puede aplicar con una brocha o por aspersión. Esto impide que la lluvia penetre al interior de la piedra y disuelva minerales. El consolidante, en cambio, es un polímero que al penetrar en la piedra restituye la cohesión y la dureza que ésta ha perdido.
El experto en restauración de monumentos comentó que han trabajado en la restauración del mural de Juan O'Gorman Representación histórica de la cultura, de la Biblioteca Central de Ciudad Universitaria (que está conformado por fragmentos de piedra que tienen un color natural), del Colegio de San Ildefonso, de la Iglesia de Santa Rosa y del Acueducto de Querétaro y del Monumento ``A la Patria'' de Mérida. También hicimos, dijo, la propuesta de conservación de la zona arqueológica de Malinalco, entre otros estudios.
Reyes García señaló que la restauración es una ciencia interdisciplinaria en la que confluyen la física, la química, la geología y, por supuesto, la historia. ``Tiene un ámbito propio y a la vez está integrada a otras disciplinas; por ejemplo, no puede haber arqueología sin restauración'', afirmó.