En la pasada olimpiada, sólo dos mexicanos aparecieron cerca de los podiums de premiación: el marchista Bernardo Segura, que ganó la medalla de bronce (con un valor de 25 millones de pesos), y Marío Vázquez Raña, legendario dirigente del deporte olímpico quien, por sus méritos, premió a los ganadores del maratón de 42 kilómetros en la ceremonia de clausura en Atlanta. De ambos, estemos seguros que el dirigente del Comité Olímpico Mexicano (COM) es quien más mereció la distinción, pues hoy una medalla de bronce es poca cosa frente a la posibilidad política de Vázquez Raña de convertirse en el nuevo dirigente del olimpismo mundial, como pretende.
La globalización de algo nos ha servido, pues hoy, por sus grandes méritos, personalidades como Mario Vázquez Raña, un mexicano rico y moderno ha ascendido internacionalmente y apunta gracias a sus méritos locales a dirigir el Comité Olímpico Internacional (COI) en sustitución de Samarnach. Con ello, las perspectivas olímpicas de México crecerían, pues si nos liberamos del mueblero y se va a dirigir las olimpiadas a Sidney, para el año 2000 podríamos emparejarnos, una vez liberados de su experiencia deportiva y al haber transferido al mundo a tan ilustre incapaz.
Sólo un acto así podría salvarnos, aunque existe la gran posibilidad de que el gobierno, por egoísmo, por mezquindad para no verse solo y desprotegido de incapaces, lo ratifique al frente del COM y nuevamente lo abandere en futuras incompetencias. No informarán en el próximo II Informe de Gobierno, nuestro avance olímpico? Indudablemente se debería hacer este balance, junto a los resultados de la macroeconomía que tiene mucho de parecido con nuestra participación olímpica: le va bien a los números y a quien dirige, menos al deporte y a la economía.
Otro logro de la globalización es que la AT&T, la gran trasnacional de las comunicaciones, el coco de Televisa y Telmex, ha sido ahora ferviente patriota defensora de la credibilidad en el deporte mexicano frente a sus competidores en Atlanta. La AT&T ha hecho de México su segunda patria y ha puesto al servicio del país que la ha acogido, las vías de comunicación para decirnos que perdimos en todas, pero que hay que consolarnos porque lo que sí tenemos son representantes olímpicos buenos como Mario Vázquez Raña.
Vázquez Raña, más que un prototipo del deporte, es otro ejemplo de la política mexicana. Su experiencia imprescindible, su vículo entre el poder económico y político, sus contactos internacionales y su amor por México, lo han hecho una figura política a la cual sólo podemos pagarle humildemente con la reelección. Vázquez Raña y Fidel Velázquez son el prototipo de los dirigentes mexicanos reelegibles, gracias a los servicios que prestan a sus respectivos frentes sociales: uno en la dignidad deportiva, el otro en el nivel salarial.
Estamos seguros que el presidente Zedillo y el gobierno y los caciques de las federaciones deportivas, no se amilanarán frente al resultado de Atlanta 96 y que, al igual que en la política económica, defenderán que Vázquez Raña siga al frente del COM. Las críticas adversas contra el líder del COM (lo sabe el presidente Zedillo) son malintencionadas y pretendieran relajar la disciplina que nos está haciendo participativos para la próxima olimpiada del nuevo milenio.
Vázquez Raña seguramente tendrá sus explicaciones surgidas de haber visto tanto mundo y conocer tantos países. En lo íntimo sabe lo duro que ha sido representar una delegación de una raza inferior; según él deberíamos hacer de la selección norteamericana, nuestra selección y así estaríamos en primer lugar en los olímpicos. Y Televisa y TV Azteca lo respaldan en eso; a lo largo de las olimpiadas hicieron suya, vitorearon, cubrieron, comentaron y felicitaron a la selección de nuestros socios como suya. Por qué no adoptarla como nuestra selección, si ya vivimos integrados y ellos se han visto abiertos a integrar la suya con todas las partes del mundo globalizado?México no debe seguir el camino de Cuba. Nueve medallas de oro y el triunfo sobre Estados Unidos en beisbol; no deben ser ejemplo y, después de todo, eso no dice absolutamente nada porque ellos viven esclavizados y nosotros ya tenemos reforma electoral definitiva, pasamos la certificación, somos democráticos y pluripartidistas y estamos en contra de la reelección (con las excepciones de los que sí son capaces, como Mario Vázquez Raña que sí se sabe mover entre centenarios... pero del banco).