La Jornada 6 de agosto de 1996

Operación del Ejército y la PGR en Aguascalientes

La detención de Pedro y Oscar Gerardo Lupercio Serratos constituye ``un golpe'' a la organización de los hermanos Arellano Félix. El presunto narcotraficante jalisciense se había convertido para el cártel de Tijuana en su principal lugarteniente para disputar la plaza de Ciudad Juárez a Amado Carrillo Fuentes, el llamado señor de los cielos.

La Procuraduría General de la República (PGR) informó que Pedro Lupercio Serratos se había convertido en los últimos cinco años en la punta de lanza de los Arellano Félix para disminuir la influencia de Carrillo Fuentes en la frontera Juárez-El Paso, que, según la dependencia, es la principal ruta de tránsito de la cocaína colombiana.

Como informó La Jornada el 27 de junio pasado, la relación de Pedro Lupercio con Benjamín y Ramón Arellano Félix no se reducía estrictamente a los negocios del narcotráfico, sino que se extendió a lo familiar, cuando Arcelia Lupercio se casó con un hermano de Manuel Salcido Azueta, El Cochiloco, quien hasta el día que murió asesinado fue uno de los hombres más poderosos del cártel de Tijuana.

Un trabajo de los reporteros Mireya Cuéllar y Gerardo Rico, destacó que Pedro y Filiberto Lupercio tenían el control del tráfico de drogas en Jalisco y su influencia y poder había penetrado hasta las esferas del gobierno estatal.

Lo anterior salió a la luz pública cuando el 12 de mayo pasado un tráiler, que transportaba 460 kilogramos de cocaína, fue interceptado por un automóvil con cuatro sujetos a bordo que se indentificaron como agentes de la Policía Judicial del Estado de Jalisco, a la altura de Tequila, en la carretera Guadalajara-Tepic.

La droga, que formaba parte de un embarque a cargo de los Lupercio, desapareció. Del robo del tráiler se pasó al descubrimiento de cinco cadáveres, y brincó una acusación: los hermanos Lupercio Serratos, los nuevos capos de la droga, ``están coordinados con todas las autoridades del estado'', dijo un integrante del Ejército a los reporteros de este diario.

Y es que en el misterioso robo de la casi media tonelada de cocaína y el asesinato de cinco personas, salieron involucrados el procurador de Justicia de Jalisco, Jorge López Vergara, y el secretario de Gobierno, Raúl Octavio Espinoza.

Al primero lo inculpó directamente Ivonne Aguilar Arce, la contadora de los Lupercio, quien aseguró que el ciudadano colombiano Iván Taborda Maya, responsable del tráiler y la cocaína, le comentó que ya había dado 300 mil pesos al procurador López Vergara ``para que nos ayude a encontrar el tráiler''.

Originarios del pueblo Ahualulco del Mercado, los Lupercio, Pedro, Filiberto y Sergio, comenzaron a ser célebres entre sus habitantes por su rápido ascenso económico. Hasta hace dos años los Lupercio eran nombrados como una familia más en la región. Sólo se sabía que don Filiberto Lupercio, el padre, organizaba grandes fiestas ``con muchos músicos y artistas reconocidos''.

De ese hombre se sabe que también fue alcalde del poblado de Antonio Escobedo, circundante con Ahualulco. La familia Lupercio llamó la atención por vez primera el 29 de enero de 1993. En las avenidas Patria y Pablo Neruda, varios de sus gatilleros intentaron asesinar a Tomás Colsa McGregor.

Ese sujeto, un vendedor de joyas a quien Pedro Lupercio le debía una fuerte suma de dinero en diamantes y esmeraldas, escapó ileso del atentado y narró a la Procuraduría General de Justicia del Estado en la averiguación previa 2588/93 que su cliente se dedicaba al narcotráfico y contaba con muchos amigos en la PGR, quienes le daban pitazos, por lo cual nunca tenía problemas con la ley.

A Pedro Lupercio se le giró una orden de aprehensión porque en el atentado contra Colsa McGregor murió un acompañante del joyero. Dos meses después, el 23 de mayo, Sergio Lupercio Serratos fue asesinado en los cruces de las avenidas Patria y Tepeyac. Tenía 26 años y murió dentro de su camioneta pickup de ocho impactos de AK-47 en la cabeza, que dispararon desde un vehículo en movimiento.

Pero el último incidente, el que más llamó la atención, ocurrió el 29 de mayo de este año. El Ejército Mexicano encontró cinco cadáveres en una granja del poblado de San Agustín, municipio de Tlajomulco de Zúñiga, y detuvo a diez presuntos narcotraficantes.

Sus declaraciones ministeriales apuntan hacia un ajuste de cuentas entre miembros de un mismo grupo, por el autorrobo de un tráiler que transportaba 460 kilos de cocaína. (De la redacción)