En los trabajos del Primer Encuentro Intercontinental contra el Neoliberalismo emergieron las que parecen grandes incoherencias del discurso. En realidad no se trata sino del discurso de la diversidad: como no podía ser de otra manera, los asistentes piensan de modos distintos, aunque los une su búsqueda conceptual, política y social, contra el neoliberalismo.
Los temas abordados son una muestra apenas inicial de la gran complejidad de los problemas de nuestros días. Una de las expresiones más sintéticas de la complejidad surgió por voz de Danielle Miterrand: ``me he dado cuenta aquí de la coherencia que tiene el movimiento humanitario del mundo entero. Aquí en La Realidad comprendí, hace tres meses, que nosotros estamos en un proceso de globalización humanitaria, y que el discurso de paz que tiene Marcos y los zapatistas va en el mismo sentido de lo que nosotros hacemos desde hace muchos años''.
La tesis es tan abarcante que probablemente la mayor parte del orbe la compartiría; pero es igualmente abstracta: qué contenidos se hallan en la idea ``proceso de globalización humanitaria''?, cuál organización de la sociedad se propone?, qué formas de representación política imagina?, cómo se conduce una economía capaz de alcanzar una ``globalización humanitaria''?, cómo se compatibiliza esa propuesta con el hecho contundente de que la vida material de la humanidad en el planeta entero, esto es, la producción, la distribución, el mundo financiero, los organiza, preside y decide el capital (detalle no presente en la reunión intergaláctica). Y acaso lo más complicado: cómo se persuade a la mayoría planetaria de esos contenidos, cómo se les organiza para seguir cuáles vías que conduzcan a esa meta aún indefinida?Preocupa, también, una tesis de Alain Touraine: ``Una idea expresada en los textos zapatistas, y que comparto profundamente dijo, es que no hay que mirar hacia atrás. La destrucción de los Estados-nación es la destrucción a la vez de formas degradadas, es la decadencia de formas corporativas y autoritarias''.
Hace pocos meses, en una conferencia en la UNAM, Touraine sostuvo, grosso modo, que muchos intelectuales del mundo habían librado una batalla permanente contra el mercado durante todo el siglo XX, pero que finalmente fue una batalla perdida: el mercado terminó imponiéndose en toda la línea. Lo necesario era atender a los problemas de la organización política. No es claro cómo, con esta tesis, se puede estar contra el neoliberalismo.
El Estado es y ha sido la organización de la sociedad, la sociedad organizada en su máximo nivel. Nadie tiene dudas hoy que en México, como prácticamente en todas partes, ha habido y hay enormes problemas para la conformación de las representaciones políticas de la diversidad social y, por tanto, para una conformación política cabalmente legítima del poder del Estado, vale decir, del poder organizado de la sociedad.
Además, lo agobiante del problema de la conformación legítima del poder, es que en nuestros días se ha complicado en forma abrumadora, debido a dos órdenes de causas de alcance planetario: 1) la complejidad de las sociedades de hoy que requieren ineludiblemente gobiernos con ejércitos de expertos en una multiplicidad de tareas que, a mayores defectos de la conformación democrática de las representaciones políticas, tienden a separarse de las necesidades humanas reales y de la esfera política, instituyéndose como una tecnocracia que se ve a sí misma, como ``el gobierno de los que saben''; y, 2) el ``hecho'' de la globalización económica, que erosiona la soberanía nacional, según su ley y concepto tradicionales. El resurgimiento de nacionalismos y de fundamentalismos, que acompaña a la globalización, expresa esos problemas no resueltos, que no se solucionarán mediante ``la destrucción de esas formas degradadas''.
Touraine asiste a una reunión contra el neoliberalismo, es decir, contra la vuelta al mercado autorregulado. Desde el siglo pasado, el mercado autorregulado y el afán humano por la justicia social y la igualdad, configuraron un claro antagonismo. Por ello someter a control social el imperio de la economía, sólo podía darse a través de un único medio posible: el Estado. El no a un laissez faire irrestricto llevó al Welfare State y a la economía mixta (más allá, la eliminación del mercado llevó al socialismo revolucionario). Pero el Estado de Bienestar desembocó en la degradación y en la crisis (y el socialismo revolucionario, en la catástrofe).
Son indispensables, por tanto, nuevas formas de organización de la sociedad: nuevos Estados. Nuevas y mejores formas de construir el poder de un Estado que emerja de la diversidad social real. Un Estado ni política ni socialmente excluyente. Uno cuya organización, de otra parte, tiene que ser compatible con la globalización. La convivencia civilizada en el planeta, su conservación misma incluyendo a la raza humana, exige formas inteligentes para dar espacio a los individuos y a la sociedad, de manera coordinada, en los cinco continentes.