Nadie se atrevería a sostener que la reforma electoral contiene todas las claves de una ``transición democrática'' digna de ese nombre. Sólo con un ánimo obtuso y absolutamente nublado, por lo demás, podría negarse su importancia inicial. Primer paso, es verdad, pero de relieve, al que deberán seguir otros de mayor trascendencia.
Dos enseñanzas que deben registrarse: en primer lugar, el hecho de que esa reforma no fue un acto gracioso del Estado sino una necesidad que impuso la realidad política y social de México, e inclusive la circunstancia internacional. No era ya posible mantener una situación de exclusión y de monopolio político del Estado mexicano. La presión sobre el sistema logró que éste cediera sin regatear la virtud de quienes asumieron la apertura desde el Estado y el PRI, a pesar de los obstáculos que otros, desde allí mismo, procuraron imponer a esta primera reforma.
Las exigencias internacionales de una ``cláusula democrática'' como condición de cualquier acuerdo en especial la Unidad Europea, fueron también factor de indudable valor. Por vía indirecta, las presiones de EU sobre la corrupción, la impunidad, la violación de los derechos humanos en nuestro país fueron otro ingrediente no despreciable. Ahora el régimen tiene al menos a su alcance el argumento de la vía de las reformas iniciadas.
La otra lección tiene que ver con la posibilidad de la negociación como elemento político. No negociación en abstracto sino combinación en la vida real de movilizaciones, presiones y negociación. No negociación como arte de magia sino como resultado de una dinámica política ineludible, de la cual no son ajenos ni los partidos ni la sociedad y sus organismos. Pero negociación como componente del avance político, en un tiempo que no parece ser de rupturas tajantes sino de inevitables gradualismos que, en su acumulación y profundidad, abren paso a reformas que pueden ser revolucionarias.
Todavía no concluida la reforma electoral ocupa ya el primer sitio de la agenda la necesidad de su continuidad, de su ahondamiento. Para ello las fuerzas políticas y sociales de México han de actuar ya. Ahora sigue la reforma del Estado, que ha estado en el corazón de las exigencias nacionales y sin la cual nos quedaríamos sólo en un primer paso que, sin otras modificaciones, sería poco significativo y correría el riesgo de abortar. Las reformas del futuro y su profundidad son las únicas que otorgarán validez a los cambios de la ley actual. El porvenir hace posible la existencia del presente.
Dos son también las grandes cuestiones que evoca la reforma del Estado: la de su impulso, la de la decisión de actualizarla. En el caso de la reforma electoral se dio el valiosísimo antecedente del Seminario del Castillo de Chapultepec. En el caso de la reforma del Estado, será necesario un segundo capítulo de ese Seminario? Con qué modalidades y participaciones?La otra gran cuestión es la agenda a tratarse. Muchas luces y fuerzas políticas habrán de conferirle sustancia. Aquí apunto algunas cuestiones evidentes.
1. La desconcentración de los poderes de hecho y de derecho de que ha gozado el poder Ejecutivo por arriba de los otros poderes y de la federación. Muchos temas se derivan, pero mencionaré un par que son fundamentales.
a) El presidente de la República permitirá e impulsará la autonomía del PRI? Renunciará a la designación no sólo de los dirigentes de ese partido sino de sus candidatos, incluyendo la renuncia a nombrar a su sucesor a la Presidencia de la República, como lo prometió el candidato Zedillo y el Presidente actual? El PRI está en condiciones de convertirse en un auténtico partido político sin contar con los recursos del Estado? Estará en condiciones de cortar su cordón umbilical de 70 años con el Ejecutivo en turno?b) Los gobiernos estatales lograrán autonomía al tiempo que se democratizan, sin entregarse a las cadenas de los intereses y cacicazgos locales? El fenómeno en su conjunto abrirá las puertas a la formación de partidos regionales, lo cual es un tema que circula ya en diversos sectores del país? Cómo y de qué manera se logrará la genuina desconcentración política?2. Cuáles son las imprescindibles reformas constitucionales y legales que facilitarán la autonomía de los poderes Legislativo y Judicial respecto al Ejecutivo? Esto es posible sin la independencia del PRI?3. Una tercera cuestión es la ``rendición de cuentas'' de los funcionarios del Estado, cubre el tema de la responsabilidad política y administrativa y deberá atacar centralmente las lacras de la impunidad, la corrupción y la complicidad. Es decir, en definitiva, cuestiones esenciales de la vigencia de la ley y del Estado de derecho.
Una rápida ojeada a estos temas y a varios otros fundamentales, sobre los que volveremos en otra ocasión evoca la magnitud de la tarea política y jurídica que México tiene por delante. Ella no sólo es tarea del gobierno, sino también de los partidos políticos y de las fuerzas sociales en su conjunto y en su plenitud.