A menos de 20 días de haber reemplazado en el cargo a Domingo Cavallo como ministro de Economía de Argentina, Roque Fernández se estrena con un severo paquete fiscal: suben los impuestos a los combustibles y se aplica el IVA a una serie de servicios hasta ahora exentos, en un país en el que ese impuesto está en el 21 por ciento como base. Se confirma, de esta manera, lo dicho por el presidente Carlos Menem en el sentido de que el reemplazo del hasta hace poco todopoderoso Cavallo no conllevaría ningún cambio sustancial en un manejo que antepuso la estabilización financiera por encima de cualquier consideración de crecimiento económico y que, desde 1991, ha triplicado el desempleo, ha elevado en 30 por ciento el endeudamiento del país con el extranjero y que ha generado graves descontentos sociales.
La muestra más reciente de estos malestares ocurrió hace cinco días, cuando las tres centrales sindicales del país llevaron a cabo una huelga general que fue acatada por una vasta mayoría de los asalariados argentinos, y cuando el gobierno de Menem respondió con una violenta represión a las manifestaciones que se llevaron a cabo en esa jornada para protestar por la política económica. Pero, como lo prueba el paquetazo, los festejos populares que suscitó la defenestración de su antecesor y el clamor de la huelga general de la semana pasada no han sido escuchados en el despacho de Roque Fernández. Si la política de Cavallo de reducir los impuestos a compañías trasnacionales y al consumo de artículos suntuarios contribuyó en forma decisiva a desfinanciar al Estado (sólo la desgravación de la Coca Cola, el whisky y otros productos significó la pérdida de 700 millones de dólares), ahora Fernández se apresta a recaudar, contra viento y marea, unos 4 mil millones de dólares adicionales, una parte significativa de los cuales saldrá de los bolsillos de los de por sí depauperados sectores asalariados.
En efecto, aunque el ministro de Economía aseguró que el paquetazo no afectaría a los sectores populares, el hecho es que los alimentos y muchos otros bienes básicos se transportan en los vehículos que van a pagar ahora más por el combustible, y eso repercutirá en los precios de esos artículos de primera necesidad.
Un dato significativo es que los incrementos impositivos ocurren una semana antes de que llegue a Argentina una delegación del Fondo Monetario Internacional que supervisará el cumplimiento de las metas fiscales y las acciones del gobierno de Menem orientadas a reducir el déficit presupuestal.
Con una situación tan tensa como la que se vive en Argentina, que acaba de salir de la huelga general más exitosa en muchos años, estas medidas equivalen a echarle gasolina al fuego del descontento social. Tal vez los enviados del Fondo Monetario Internacional queden satisfechos, pero está por verse cuál será la respuesta de la mayoría de los argentinos.