Urnas o plazas, alternativa falsa: Héctor Ortega a Aguilar Camín
Pide a Aguilar Camín no contribuir a la satanización del PRD
Querida Carmen: Te agradecería la inclusión de este comentario en El Correo Ilustrado.
Señor don Héctor Aguilar Camín: Leí su artículo aparecido en La Jornada, titulado ``Ganar las plazas o ganar las urnas'', en el cual sostiene usted, a grandes rasgos, la tesis de que el PRD y su dirigente Andrés Manuel López Obrador deberían buscar votos en lugar de estar ocupados 'encabezando marchas y protestas''. Me gustaría comentarle que recientemente el PAN, y aun el PRI, han cambiado de táctica para ir a la calle a manifestar sus inconformidades. Estarán intentando perder votos? Desde luego que no. Considero su planteamiento totalmente equivocado y por pragmático, como dice usted de la movilización popular, extrañamente, ``corto de miras''. He escuchado antes la acusación contra el PRD de alborotador y de poco serio; de ahí a acusarle de violento hay un paso. Cuauhtémoc Cárdenas decía que se acusa al PRD de violencia ``pero los muertos siempre acabamos poniéndolos nosotros''. Cerca de quinientos. Me apena que con estos comentarios colabore usted a esta satanización.
No es aceptable la premisa del dulce y el niño: ``si te portas bien, ganarás más votos''. Los votos se ganan en nuestro país y en otros lados (para nuestra desgracia) por manipulación de los medios, por la compra de ellos mediante las instituciones gubernamentales que medran con la necesidad y el hambre. Por la intimidación (por ejemplo, mediante la amenaza de la guerra si no votas por el PRI), por la manipulación síquica de los especialistas de la publicidad política y la imagen, por muchas linduras como éstas, incluido el fraude electoral, la falsificación de boletas, etc. Para mantener el poder todo se vale.
Quisiera manifestar que precisamente fue en una plaza, en donde fueron masacrados miles o cientos (qué más da?), allá en Tlatelolco y precisamente ese acto de ``coraje o pasión'', esa manifestación del derecho a la palabra, a ser y existir fue lo que dio lugar a la reforma política años después. Ese significativo paso a la democracia no lo produjeron los votos. Por otro lado, (justamente ``tomando plazas, bloqueando caminos, haciendo plantones y piquetes de protesta o tomando por enésima vez el Zócalo'') todos estos actos de manifestación de la indignación fueron los que motivaron ni más ni menos (o fueron un factor fundamental en ellos) los recientes cambios de la reforma electoral (sin excluir las movilización ``corajudas y pasionales'' del EZLN y el ERP). Aquí tampoco fue un asunto de votos. Como ve, la lucha política y no sólo la electoral, es elemento imprescindible en los avances reales de la democracia.
Héctor Ortega