Emilio Pradilla Cobos
Ciudad, educación y conflicto social

Los resultados del controvertido examen único para ingresar a la educación media superior en el área metropolitana de la ciudad de México y el proceso de inscripción de los estudiantes, han generado un conflicto social de singular significación. Un número muy grande de padres de familia y aspirantes han protestado en las calles y los medios de comunicación, poniendo de presente cuatro de los múltiples problemas del sistema educativo en el nivel medio superior y en su conjunto, en la capital y otras grandes ciudades, y reclamando soluciones.

1. El crecimiento acelerado de la demanda. El incremento de la población metropolitana durante los últimos 20 años, en particular de la juventud, eleva constantemente (y lo seguirá haciendo en el futuro mediato) la demanda de cupos en la educación media y media superior. Desde hace 13 años, la política y la ideología neoliberales llevan al debilitamiento de la educación pública y el fortalecimiento de la privada, por lo general mercantilizada; sin embargo, los movimientos devaluatorios e inflacionarios derivados de la crisis económica de larga duración y, recientemente, del ``error de diciembre de 1994'', elevan insoportablemente los costos de las escuelas privadas, mientras los salarios continúan perdiendo su valor real y las familias se empobrecen; por ello, la demanda para la educación pública crece aún más rápidamente.

2. El insuficiente crecimiento de la oferta pública. La persistente crisis financiera del gobierno mexicano, la política de reducción estructural del gasto público social y la ideología y la práctica de privatización y mercantilización de los servicios sociales, han conducido al debilitamiento del sistema público de educación en todos sus niveles y a un crecimiento de su oferta inferior a la demanda y al de la educación privada mercantilizada, a nivel nacional y de la capital. Hoy día, el gobierno no desarrolla grandes proyectos de inversión física y expansión cuantitativa y cualitativa del sistema educativo en la capital, para responder a la creciente demanda.

3. La contradicción entre ideología y práctica educativa estatal.

Mientras se afirma el protagonismo del ``libre mercado'', la ``libertad para elegir'' y se sobrevalora el ``esfuerzo'' y la ``iniciativa individual'' como valores propios del neoliberalismo, la oferta del sistema educativo público y el procedimiento para asignarla no corresponden a estos supuestos. Así, el examen único conduce a una distribución de los estudiantes por áreas que contradice sus solicitudes, intereses y vocaciones. Desde una óptica opuesta a la neoliberal, podríamos considerar adecuada la orientación de la oferta, a condición de que resulte de un proyecto educativo nacional democrático, sustentado con programas acordes de inversión y operación, donde domine la direccionalidad social y no la escasez, la imprevisión y falta de prospectiva, como parece ser el caso actual.

4. La inadecuada distribución territorial de los estudiantes. Uno de los componentes del conflicto ha sido la asignación de lugares en planteles localizados en áreas urbanas muy alejadas de las residencias de los estudiantes. Se elevan así, muy significativamente, los costos de transporte que cubren las familias, en momentos de reducción aguda de sus ingresos, y aumenta el tiempo de desplazamiento, con efectos sobre el rendimiento escolar. Se agrava también un conflicto urbano de dos caras: la crisis del transporte colectivo capitalino y el grado de contaminación atmosférica derivado. Así, la política de asignación de cupos entra en contradicción con la de protección ecológica. Por distintas razones, esta contradicción existe también en el sector educativo privado, con un efecto desastroso sobre el tránsito y la situación del medio ambiente de la ciudad. Una ciudad más racional y menos conflictiva exige la localización de los planteles educativos en las áreas de habitación de los alumnos, según su edad y su capacidad de desplazamiento adecuado. Este método se aplica en muchos países desarrollados, con gran ahorro de tiempo, energía, dinero, conflictos y contaminación.

La ampliación cuantitativa y cualitativa de la educación, en todos los niveles, integralmente, es una condición necesaria de todo proyecto de desarrollo económico y social; hay que superar a ritmo acelerado el retraso que tenemos frente a los países dominantes en la llamada globalización; no basta un esfuerzo, formal o real, en la cúspide del sistema. Toda la sociedad tiene que dar un salto educativo y no se están creando las condiciones para darlo. Un buen tema para la campaña electoral de 1997 en la capital.