La nueva cultura laboral no alterará el cumplimiento de la LFT: Zedillo
Elena Gallegos y Andrea Becerril En un acto al que sólo asistieron representantes de 10 de las 39 organizaciones que conforman el Congreso del Trabajo (CT), dirigentes empresariales y sindicales firmaron la nueva cultura laboral, que en voz del presidente Ernesto Zedillo ``no variará el cumplimiento pleno'' de la Ley Federal del Trabajo ``ni la preeminencia de los órganos jurisdiccionales para dirimir diferencias''.
Sin embargo, el dirigente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Héctor Larios Santillán, sostuvo que este nuevo pacto es el primer paso para un cambio total en las relaciones obrero-patronales, por lo que proseguirán las pláticas entre las centrales obreras y los organismos empresariales ``cuando se trate de asuntos que requieran la modificación de ordenamientos legales''.
``Los trabajadores comen mejor que
nosotros'',
dijo Fidel. Foto: Omar Meneses
Añadió que de requerirse la reforma de contratos colectivos, los cambios deberán pactarse directamente entre la empresa y el sindicato respectivo.
El acto se efectuó en el salón Adolfo López Mateos de la residencia oficial. Fue notoria la ausencia de los foristas (SME, Telefonistas, Sindicato del IMSS, etcétera) y de muchas otras organizaciones afines a la CTM. Más tarde, en una entrevista, Francisco Hernández Juárez explicó que los primeros no se presentaron a la firma debido a que no fueron consultados sobre el documento final.
Los enunciados que forman la nueva cultura laboral están contenidos en un documento de 12 cuartillas que incluye compromisos generales, que van desde el establecimiento de principios éticos en las relaciones laborales, hasta metas para aumentar la productividad y crear empleos, pero no precisa cómo se concretarán o habrán de cumplirse.
-¿No es esta nueva cultura laboral sólo un catálogo de buenas intenciones y obviedades? -preguntaron los reporteros al término del acto al presidente de la Coparmex, Carlos Abascal. Este aceptó:
``A veces hay que empezar por lo obvio y a partir de ahí avanzar hacia cambios de fondo. Es necesario convenir nuevas formas de contratación, nuevas formas de pago y muchas otras cosas''.
Y es que en los principios firmados ayer por empresarios y dirigentes sindicales se estipulan cuestiones tales como ``actuar siempre apegados a derecho y a principios éticos en beneficio de los mejores intereses de la sociedad'', o que los trabajadores deberán ``asumir íntegramente sus responsabilidades en el trabajo''.
De entrada, se enlista una especie de decálogo de buena conducta para trabajadores, dirigentes sindicales, patrones y autoridades laborales. Así, se habla lo mismo de la necesidad de que el obrero desempeñe su jornada con ``calidad, esmero y cuidados apropiados'' y de que los patrones ``privilegien el respeto, buen trato y la dignificación''.
En el mismo apartado de principios éticos se coloca la necesidad de retribuir a los trabajadores con un salario remunerador, conforme a lo que establece la ley.
Respecto a los dirigentes sindicales y pese a que hubo una gran discusión sobre terminar con prácticas corruptas o clientelares, en el documento sólo se mencionan tres puntos en los mismos términos generales empleados en el resto:
Salvaguardar el patrimonio sindical para alcanzar plenamente los fines de la organización y llevar a cabo las elecciones sindicales en un clima de armonía, respeto y con sentido democrático.
Al controvertido punto de la libertad sindical se le dedica un solo párrafo. A la letra dice: ``En reconocimiento de la libertad de asociación, ceñirse siempre a conductas apegadas estrictamente a derecho, a fin de evitar las confrontaciones ilegales por la titularidad de los contratos colectivos''.
Abascal, sin embargo, argumentó que la sola inclusión de ese punto es un logro que marca ya la pauta para evitar las afiliaciones obligatorias a sindicatos.
Hay enunciados que plantean cosas evidentes. Por ejemplo, en el capítulo referido a los compromisos económicos entre las partes, se señala:
``Para incrementar el nivel de inversión es indispensable aumentar el ahorro interno, para lo cual se requiere mejorar la eficiencia, desarrollar y consolidar sistemas e instrumentos financieros y fortalecer un entorno de certidumbre y estabilidad, lo que a su vez propiciaría la inversión externa que la economía mexicana requiere en forma complementaria''. Eso dice la nueva cultura laboral.
Fin a enfrentamientos estériles
Sentados en torno a una mesa en rectángulo, líderes obreros, en su mayoría cetemistas, empresarios y funcionarios se reunieron con el Presidente.
Correspondió al secretario del Trabajo, Javier Bonilla García, leer las 12 cuartillas que resumían los nuevos compromisos.
Desde temprano, Fidel Velázquez fue llevado hasta el sillón que ocuparía a lo largo de la ceremonia -a dos lugares del mandatario-, en la que estuvo acompañado por todo su comité ejecutivo.
Líderes como Leonardo Rodríguez Alcaine, Joaquín Gamboa Pascoe, José Ramírez Gamero, Abelardo Carrillo Zavala y Netzahualcóyotl de la Vega ocuparon sitio en torno a la mesa, en la que además estaban el presidente del CT, Víctor Flores; el vicepresidente del organismo, Enrique Aguilar Borrego, y el líder de la CROM, Cuauhtémoc Paleta. De los foristas únicamente asistió el secretario general de la COR, Joel López Mayrén, quien aclaró que no avala, pese a todo, los principios suscritos.
Después de la lectura de Bonilla se firmó el documento. El jefe del Ejecutivo fungió como testigo de honor. Por la parte empresarial suscribieron ocho dirigentes de los más importantes organismos que los agrupan, en tanto por los obreros, cinco de los ocho firmantes pertenecen a la Confederación de Trabajadores de México (CTM).
Enseguida habló el presidente del Congreso de Trabajo, Víctor Flores Morales, que para seguir con el tono manejó conceptos también muy generales. Afirmó: ``Con este acuerdo nos preparamos para que el advenimiento del tercer milenio no nos tome desprevenidos y nos obligue a la improvisación''.
Más tarde, frente a las grabadoras, Fidel Velázquez le restó importancia a esa afirmación, ya que dijo a los reporteros que a él lo que pase el próximo milenio no le preocupa -``ya no voy a vivir'', comentó- y ya en esas se atrevió a asegurar: ``Los trabajadores mexicanos ahora comen mejor que cualquiera de nosotros''.
-¿Como qué? -le replicaron los informadores, a lo que, sin más, respondió:
-Por ejemplo, un plato de charales.
Por su parte, Larios Santillán, quien habló en nombre de los patrones, dejó claro que los principios generales recién firmados ``tendrán ahora que aplicarse en la práctica''. Por ello, aseguró que deberán proseguir las pláticas entre los sectores para modificar incluso los ordenamientos legales, cuando así se requiera.
El dirigente insistió en que este acuerdo marca un hito, ya que representa el cambio en las relaciones laborales que dejarán a un lado la confrontación para entrar en el terreno del diálogo y la conciliación. Estas dos características son señaladas a lo largo del documento.
Se avanza en el México de la certeza
Finalmente, el presidente Ernesto Zedillo hizo un largo recuento de las virtudes del convenio que acababan de signar obreros y empresarios. Dijo que da una nueva dimensión al diálogo y afirma con toda claridad la voluntad para contribuir a la recuperación económica, a la creación de empleos y al bienestar social.
Resaltó que demuestra, además, que obreros y empresarios, una vez más, ponen por encima de todo el interés superior de la nación, ``sin demérito de la atención a los legítimos intereses de cada sector''.
Enseguida, sostuvo que los principios de la nueva cultura laboral forman parte del proceso irreversible de cambio y de la modernización que todos impulsan. ``Así, los mexicanos trabajamos por un México de certezas y de compromisos claros, de instituciones sólidas y de oportunidades para todos'', señaló.
Señaló que estos dos sectores demuestran que están dispuestos a privilegiar el diálogo y la concertación como los mejores métodos para el desarrollo de sus relaciones; además, a crear empleos y a preservar los que ya existen para consolidar la recuperación económica