Pablo Gómez
El por qué

La averiguación del asesinato de Luis Donaldo Colosio se encuentra en el lugar de su inicio, desde el punto de vista de la opinión pública. La única diferencia perceptible es que Mario Aburto ha sido sentenciado por un juez.

Pero la cuestión no es puramente de carácter penal. Para condenar a un acusado no hace falta establecer el móvil del crimen. Mas para esclarecer el homicidio de un político muy importante, de un candidato a Presidente, resulta imprescindible conocer el motivo.

Claro está que para esto se requiere saber quién o quiénes llevaron a cabo el asesinato, pero tal conocimiento puede ser, como ahora, insuficiente. En una más de sus chistosas explicaciones, el secretario de Gobernación ha señalado que mientras el homicidio de Olof Palme, en Suecia, no ha sido aclarado ni siquiera en cuanto a la identificación del autor material, en México sabemos que Aburto disparó contra Colosio. Lo que omitió Chuayffet es que en ambos países se desconoce por igual el motivo.

Mientras no se aclare el por qué del asesinato de Luis Donaldo Colosio, el expediente tendrá que seguir abierto, por más Aburtos y Othones que aparezcan.

Algo semejante ocurre con otro homicidio, el de José Francisco Ruiz Massieu. En este caso, el asesino fue igualmente aprehendido en el lugar del hecho, pero las investigaciones llevaron a otros presuntamente implicados, uno de los cuales se supone que es el principal autor intelectual, Raúl Salinas de Gortari, quien no ha sido sentenciado. Sin embargo, la opinión pública desconoce el móvil del homicidio y jamás se ha dicho lo que al respecto piensa el Ministerio Público.

El esclarecimiento de los motivos de esos dos crímenes podría poner al descubierto la existencia de otros delitos, el funcionamiento de redes criminales dentro y fuera del gobierno y el partido oficial, las conductas de los asesinados y las relaciones entre víctimas y victimarios.

La tesis del asesino solitario, expuesta por el entonces fiscal Montes, fue rebatida y ridiculizada por Chapa Bezanilla, al sostener que era imposible que Colosio hubiera girado 180 grados para recibir una segunda bala en su costado izquierdo procedente del mismo tirador, es decir, de Aburto. Se hicieron revelaciones en el sentido de que las evidencias habían sido alteradas u ocultadas para confundir a los investigadores. Fue proclamada la tesis de una conjura, de un complot, para asesinar al candidato oficial a la Presidencia de la República. Pero nada más. Desde entonces no existe ningún elemento nuevo y, más aún, el presunto segundo tirador ha sido absuelto por su juez, lo cual desencadenó el enojo del Presidente de la República, quien removió al fiscal.

Si Othón Cortés hubiera sido declarado culpable, las cosas no habrían cambiado por ese hecho. La opinión pública seguiría desconociendo el motivo del crimen, aunque supiera de la existencia de dos tiradores, es decir, de dos autores materiales. Lo mismo se podría decir si acaso el juez de la causa condenara a Raúl Salinas, aun cuando, a diferencia de Aburto y Othón Cortés, se encuentra procesado como autor intelectual.

En el crimen de Colosio sigue presente, aunque como una hipótesis más, la posibilidad de un homicida enloquecido que decide hacerse famoso y logra milagrosamente su objetivo, pero en el asesinato de Ruiz Massieu, al menos se presume en firme la maquinación a pesar de la misteriosa desaparición del organizador, un diputado priísta.

Nadie parece estar dispuesto a creer en lo del asesino solitario, pero tampoco es explicable la falta de conocimiento de los motivos de quienes pagaron por asesinar a Ruiz Massieu.

Pasan los meses y el país continúa en la más completa ignorancia de los móviles, los cuales podrían ser reflejo de la descomposición del poder político.¿Esta es la causa de la ineptitud de los fiscales especiales? Vamos, se trata de una hipótesis.