En Puebla, Zedillo llama a gobernar con tolerancia y equilibrio
Elena Gallegos, enviada, Puebla, 14 de agosto Con sus quejas, el alcalde panista Gabriel Hinojosa Rivero dejó entrever fricciones con el gobernador priísta Manuel Bartlett. Por eso, el presidente Ernesto Zedillo recordó que se debe gobernar para todos, ``independientemente'' de los orígenes partidistas, y los conminó a un ejercicio del mandato popular ``tolerante, abierto y equilibrado''.
Dijo que el México de nuestros días es un país plural en el que ``todos, absolutamente todos --aquí subió el tono-- tenemos cabida''. Subrayó entonces que atrás, ``por fortuna'', quedaron los tiempos en que se caminaba al paso del centro y en los que las conductas acríticas y sumisas eran fuente de privilegios.
Habló del nuevo federalismo que su administración impulsa y que requiere del pleno respeto y colaboración entre los tres niveles de gobierno. Ese fue el final de una gira por esta entidad en la que se reunió con campesinos, educadores, empresarios y 216 de los 217 alcaldes (el ausente perdió la vida en un accidente automovilístico).
A los empresarios les dijo que los proyectos de carreteras de cuota se frenaron no sólo por la crisis, sino además porque los esquemas financieros aplicados en años pasados resultaron inviables. Aclaró aquí que se estudian y consensan nuevos esquemas, para que sobre bases más reales se desate de nuevo la inversión en carreteras con participación privada.
Más adelante y en respuesta a la preocupación que le externaron comerciantes e industriales, convino con ellos en que la inseguridad en las carreteras es un grave problema que afecta al país. Comentó que la conclusión a que su gobierno ha llegado, y que es ``muy preocupante'', es que los asaltos en esas vías son ejecutados por bandas criminales perfectamente estructuradas y pertrechadas, y que esas redes sirven además para comercializar con el mayor beneficio el producto de sus hurtos.
Luego anunció que mañana (viernes) su gobierno, junto con la Asociación de Banqueros de México, presentará el Programa de Apoyo Financiero a la Micro, Pequeña y Mediana Empresas, que vienen arrastrando pesados lastres financieros aun antes de la crisis.
Explicó que el nuevo programa fue diseñado a semejanza del que se dio a conocer recientemente para resolver el problema de carteras vencidas en el sector agropecuario y cuya característica fundamental será que no sólo se restructurarán los adeudos de ese sector, sino que podrá acceder a recursos frescos.
``La solución del problema sería incompleta --explicó-- si únicamente atendemos el problema financiero del pasado, pero no vemos que los bancos vuelvan a prestar a estas empresas tanto para propósitos de su operación como para su capitalización''.
Del ajedrez a otros juegos de estrategia
Unos minutos después de las nueve de la mañana, el presidente Zedillo y su comitiva llegaron a Tecamachalco. La gente hizo valla en las calles para recibir al visitante y para llenarlo de peticiones y súplicas, como ocurre siempre.
Las mujeres entregaban cartas y papeles: ¡fírmele!, solicitaban al Presidente para demostrar que la demanda ya estaba en sus manos. Por ahí pasaba una viejecita con una ramo de flores y una canasta rebosante de verduras. Se asomó entre la multitud a ver quién pasaba y se topó con el rostro de Ernesto Zedillo:
--¡Presidente! --le gritó-- ¡háblele a la gente con la verdad!
--¡Eso siempre! --le contestó al pasar. La mujer dibujó en el aire una señal de la cruz: ¡Dios lo bendiga!, dijo, y siguió su camino. También él. En un enorme auditorio cientos de campesinos lo aguardaban para hacer un recuento de lo que pasa en el campo en Puebla.
Ahí, el gobernador Bartlett actuó, como en el resto de las reuniones que se efectuarían a lo largo del recorrido, como moderador. Uno a uno, los oradores hablaron de sus carencias y planes. Llegó Fidencio Tobón. Sin script de por medio, el líder campesino le dijo que faltaban caminos en la sierras Norte y Negra. Le comentó que los equipos de bombeo para el riego estaban ``más viejos que yo'' y, al final, como buen poblano, pidió:
``Ay, señor Presidente, si usted nos ayuda a rezar no tendremos ni heladas ni granizadas''.
Ernesto Zedillo instó a los campesinos poblanos a redoblar el paso para sacar adelante las metas propuestas en la Alianza para el Campo. Les señaló que era muy importante que agotaran los recursos que por esta vía les llegaran.
A la salida un hombre y una mujer lo esperaron para regalarle un ajedrez: ¿usted juega?, le preguntó Joaquín López Dóriga: ``No, dejé de hacerlo a los 10 años, ahora me dedico a otras cosas también de estrategia'', reviró.
Entonces la mujer lo invitó a que pusiera la primera piedra de la Universidad Tecnológica que se proyecta edificar en Tecamachalco: ``¿Por qué la primera? --bromeó a Bartlett--, mejor la última, así que apúrate''.
En seguida viajó a esta capital. Primero encabezó una sesión plenaria del Consejo Educativo Poblano. Junto a él, Manuel Bartlett. Ambos, ex secretarios de Educación Pública. Con ellos, el actual titular, Miguel Limón Rojas. En el acto, maestros y padres de familia les hablaron de las gravísimas carencias en la materia. Un ejemplo: siete de cada diez poblanos mayores de 15 años no terminaron su educación básica.
Ernesto Zedillo reiteró que para su gobierno es prioritario impulsar la educación y abatir los rezagos. Recordó también cuando relevó a Bartlett en el despacho del magnífico edificio de Argentina.
Después vino la anécdota que arrancó carcajadas y un leve rubor en la cara del gobernador. Ernesto Zedillo contó: ``En los planes originales del llamado PARE (acciones compensatorias para abatir el rezago) no aparecía el estado de Puebla. Eso fue culpa de él --aquí señaló a Bartlett--, porque entonces era secretario de Educación. Afortunadamente fue elegido gobernador de Puebla y su primera gestión fue presentarse ante el secretario (Zedillo mismo) y exigirle vehemente que su estado fuera incluido''.
Más tarde, en Textil Bonanza conversó con destacados representantes de la iniciativa privada, quienes, de entrada, le expusieron el problema de seguridad en las carreteras y el enorme costo que para ellos tienen los asaltos, ``generalmente --le confió Ricardo Méndez Haces-- somos víctimas de éstos cuando nuestros transportes llegan a la ciudad de México''.
El jefe del Ejecutivo reconoció que este tipo de ilícitos significan ``golpes devastadores'' para las empresas generadoras de riqueza y un motivo de angustia para la población. Dijo que este tema ocupa un lugar central en la agenda de trabajo de los procuradores de justicia de todo el país, y ofreció que aunque aún insuficientes, se comienzan a ver resultados en la lucha contra este fenómeno.
``Los resultados que nos hemos encontrado al aplicar una estrategia para enfrentarlo son muy preocupantes. Estamos enfrentando un fenómeno de crimen organizado. Son bandas perfectamente equipadas, cuya operación no se restringe a un punto de la República'', señaló, y ofreció reforzar acciones para combatir este tipo de delitos.
Sostuvo también que para ello es fundamental la participación de la ciudadanía, ``porque hasta hace poco tiempo percibíamos una suerte de complacencia y a veces hasta de desidia para denunciar con toda energía estos hechos''.
Finalmente, el Presidente se dirigió al Mesón del Angel, donde los 216 presidentes municipales le ofrecieron una comida. Fuera del programa, el primer orador fue el alcalde panista Hinojosa Rivero.
Su discurso causó molestia entre los priístas. Y es que Hinojosa señaló que por primera vez la capital del estado está gobernada por un ayuntamiento que proviene de un partido que entiende ``en su justa dimensión el valor de la democracia y que ha luchado para impulsar el cambio''. Como en su mayoría el auditorio era priísta, los aplausos fueron magros.
Parecía que no era la ocasión para ello, pero el alcalde agradeció a los militantes y simpatizantes que trabajaron ``para dar tan ardua y generosa lucha'', y luego se quejó de que su ayuntamiento carece de muchos de los atributos de otros municipios del país: ``No manejamos el tránsito, no contamos con policía y es muy poco lo que hacemos para manejar el agua potable''.
Al término, Manuel Bartlett se abstuvo de aplaudir. Tampoco, como suele acostumbrarse, le dio la mano cuando regresó a la mesa a ocupar su lugar. Entonces tocó el turno a una alcaldesa priísta, Teresa Arriaga, de Ayotoxco. Para ella aplausos y vivas y muchos ¡duro! ¡duro! como si se tratase de una contienda de frases.
Los pocos panistas que estaban por ahí no la dejaron irse en blanco y así, cuando ella dijo que los municipios estaban recibiendo los recursos para los programas sociales, algunas voces se dejaron oír: ¡no es cierto... miente!
En ese marco se dio el discurso del presidente Zedillo sobre el nuevo federalismo y su llamado a que se gobernara para todos, independientemente de orígenes partidistas. Ahí les recordó a unos y otros que todos fueron, además, elegidos por la voluntad popular, por lo que debían gobernar con una adecuada coordinación.
Todavía más, sostuvo: ``El México de nuestros días demanda unidad, sí, pero respetuosa de la diversidad política y cultural, que es la verdadera raíz de nuestra fortaleza como nación. La participación democrática y el ejercicio del federalismo, mientras más amplios son, más fortalecen a las instituciones republicanas''.
Cuentan los que estuvieron que ya en la comida --mole poblano, por supuesto--, el tono entre alcalde y gobernador fue otro