México, como país importador de grandes volúmenes de alimentos, deberá seguir con particular atención las nuevas tendencias que se están dando en el mercado mundial de productos agrícolas.
Por una parte, la demanda está creciendo rápidamente entre los países subdesarrollados que están en expansión acelerada. Uno de ellos es China, que impacta sensiblemente el mercado mundial en virtud de la magnitud de su población. Este país duplicará sus importaciones de cereales entre 1992 y 1996, estimándose que en el presente año adquirirá 18 millones de toneladas métricas en el exterior. Pero si la demanda se está expandiendo rápidamente, no ocurre lo mismo con la oferta. Sobre esto está incidiendo la presencia de pobres cosechas en el ciclo de invierno en diversas partes del mundo, lo que ha reducido las reservas de cereales de 77 días de consumo en 1993 a --aproximadamente-- 48 días en la actualidad, lo que representa las reservas más bajas de los últimos 35 años. A este factor coyuntural se le adicionan cambios en la política agrícola en Estados Unidos y en Europa, las que en parte se derivan de la Ronda Uruguay del Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio. La limitación a los subsidios sobre las exportaciones agrícolas afecta particularmente la producción europea, mientras que en Estados Unidos el proceso de desregulación de la agricultura ha determinado que parte de las tierras que debían ser sembradas con cereales sean dedicadas a otros cultivos más rentables.
Cabe señalar que, en el corto plazo, será difícil que se incremente la oferta de productos agrícolas a nivel mundial, dadas las dificultades para aumentar la superficie cultivada, mientras que, por otra parte, las medidas orientadas a incrementar los rendimientos agrícolas no generan resultados inmediatos. Con respecto al primer aspecto, las reservas de superficie agrícola de Estados Unidos son reducidas, en China se está contrayendo la tierra en cultivo y el gran potencial de tierras localizado en los países de la ex Unión Soviética difícilmente será puesto en explotación mientras no se supere el caos económico.
El comportamiento expuesto de la demanda y la producción agrícola está determinando que los precios de estos productos hayan comenzado a subir en forma persistente. Se estima que esta será una tendencia que prevalecerá durante los próximos años. Así, el secretario de Agricultura de Estados Unidos ha declarado recientemente que ``estimo que los precios subirán durante la siguiente década''. Esto representa un profundo cambio de tendencia con respecto al comportamiento de los precios durante las últimas dos décadas, en las que ellos fueron estables o descendentes. En términos reales, entre 1975 y 1995 los precios de los productos agrícolas de Estados Unidos cayeron en 40 por ciento. En contraste, en el último año el precio del trigo se duplicó y también ha subido aceleradamente el del maíz y la soya.
Junto a esta tendencia, el hecho de que las reservas alimentarias sean más reducidas determinará que los precios sean más fluctuantes en el corto plazo.
Evidentemente, este nuevo comportamiento de los precios afecta de diferente manera a los países exportadores e importadores de alimentos. Estados Unidos, el principal abastecedor de alimentos del mundo, verá rápidamente aumentado el valor de sus exportaciones agrícolas aún más aceleradamente de lo que lo han hecho en el pasado reciente. Así, ya entre 1991 y 1996, pasaron de 40 mil millones a 60 mil millones de dólares, estimándose que este año el superávit comercial agrícola llegará a 30 mil millones de dólares.
El cuadro opuesto será el que se registrará en los grandes importadores de productos agrícolas, entre los cuales se cuenta México.