Sucesos del momento, como los relacionados con el accidente de Cactus, me hicieron interrumpir una serie de artículos relacionados con la necesidad de políticas de largo plazo para que funcionen las industrias estratégicas, dentro y fuera de nuestro país. Ahora, un suceso del momento nos trae de regreso a este tema.
El pasado domingo se anunció una evaluación, todavía parcial, de una serie de apagones ocurridos en amplias regiones de California y estados circunvecinos, afectando a millones de usuarios. Precisamente habíamos ejemplificado con esta entidad de Estados Unidos la inconveniencia de depender del mercado como regulador central y fundamental en esta clase de actividades. En California, hace unos años, entre otros cambios legales se prohibieron los contratos de largo plazo para abasto de electricidad, en nombre de la libre competencia. No es el único caso, pero sí el más importante porque tiene la economía más poderosa de su país y, por lo mismo, un alto consumo eléctrico. Desde la entrada de la legislación mencionada, se detuvo en ese estado la instalación de nuevas plantas eléctricas, por la incertidumbre sobre si se va a vender toda la electricidad y a qué precios, en una industria en la que no sólo la recuperación de la inversión sino los proyectos mismos se tardan varios años.
Uno de los elementos que se mencionaron fue el hecho de que ese día fue el más caluroso de la temporada. Esto implica que, al hacerse mayor uso de los equipos de aire acondicionado y, en general, al haber mayor consumo eléctrico, se sobrecargó el sistema eléctrico en forma tal que cualquier falla pudiera extenderse, aumentar el nivel de sobrecarga en otros puntos del sistema y generar apagones sucesivos. Son apenas las primeras consecuencias del freno a la inversión en nuevas plantas de generación de electricidad, con lo cual el sistema eléctrico hubiera soportado mejor las sobrecargas.
Hemos hablado de un ejemplo opuesto, en la región de Asia-Pacífico. Incluso China, que podría pensarse que por razones políticas o ideológicas resultara poco atractiva para la inversión extranjera, la ha recibido por decenas de miles de millones de dólares anuales. Una de las áreas a las que ha acudido la inversión extranjera es precisamente la instalación de plantas de generación de electricidad. Más importante, para la inversión, que el color rojo de la bandera china, han resultado la certeza económica y la rentabilidad de los proyectos.
Vamos a hablar, además, de lo sucedido en Europa. Allí no sólo se ha estimulado la instalación de plantas eléctricas en general, sino que se ha decidido concientemente qué tipo de plantas es más conveniente. Por ejemplo, la construcción e instalación de plantas de generación eléctrica con el viento tienen estímulos de tal manera sólidos que, mientras que la capacidad instalada de esta forma de generación se estancó en California, que tenía el récord mundial, en Europa aumenta casi 50 por ciento anual, al haber pasado por ejemplo de mil 700 megawatts a fines de 1994, a 2 mil 500 a fines de 1995.
Con este último ejemplo se muestra, además, que una economía más ordenada y planeada no necesariamente conlleva más autoritarismo. Así como el gobierno de Pinochet en Chile no fue más democrático por haber liberalizado y abierto la economía de ese país, tampoco es más autoritaria Europa por preocuparse de tener una economía que crezca más racionalmente.