Los sufrimientos que padecen los colombianos, registrados con la maestría de García Márquez en su libro El secuestro, son causados porque veinte millones de norteamericanos son drogadictos.
El presidente Clinton acusa a México de ser el sustituto de Colombia en el abastecimiento de drogas a su país, y ha dispuesto ejercitar a nuestra policía y fuerzas armadas para luchar contra este flagelo. Ello resulta paradójico pues si los estadunidenses no han logrado disminuir el número de sus drogadictos o de los capos de sus bandas ¿cómo será posible que adiestren a los nuestros?
México y Colombia, con grandes esfuerzos, han logrado apresar a los capos principales y no sabemos que en Estados Unidos se haya encarcelado a ninguno de los suyos. Hay mucho dinero de por medio. El procurador de la República ha cesado a setecientos agentes de la Policía Judicial Federal, seguramente por haber sido cohechados por las mafias del narcotráfico.
La política de Estados Unidos es muy dura con los productores de drogas y muy benévola para sus consumidores.
¿Hay soluciones a este grave problema mundial?
Sí; que la droga cueste cinco centavos, y en este caso, sin la ambición de la ganancia de millones de dólares, desaparecerán los grandes capos de la mafia.
No hay otro camino.