La Jornada 21 de agosto de 1996

Lozano nunca confió en la PJF: ex subdelegados

Juan Manuel Venegas, Ciro Pérez Silva y David Carrizales Los ex subdelegados estatales de la Policía Judicial Federal (PJF) que fueron cesados de la corporación, consideran que el procurador Fernando Antonio Lozano Gracia pretendió asumir el control de la dependencia ``sin hacer equipo con nosotros''.

Desde que llegó a la Procuraduría General ordenó una evaluación del personal y pretendió cambios, ``pero ni siquiera se apoyó en los mandos de la policía'' como era de esperarse, reclaman. Según explicaron dos de los afectados, nadie en la PJF estuvo enterado de lo que estaba planeando Lozano Gracia ``y esta situación se puede revertir, pues él no puede pedir confianza si nunca la ha tenido en nosotros''.

Tal fue ``el hermetismo'' con que la gente de Lozano Gracia manejó las medidas de depuración y restructuración que se consideraban dentro de la corporación, que ni el ex director de la PJF, Américo Flores Nava, ni su efímero sucesor, Héctor Islas Rangel, conocieron los detalles del cese masivo de personal.

En tanto, en Monterrey, una fuente de la delegación de la PGR en Nuevo León señaló que la destitución de agentes y mandos intermedios de la PJF ``no necesariamente significa que hayan sido separados los elementos corruptos, sino que también fueron cesados algunos comandantes con los que no congeniaban los funcionarios de primer nivel de la PGR''.

La fuente de La Jornada en la capital neoleonesa aseguró que varios agentes y comandantes fueron despedidos porque ``no compartían sus ganancias ilícitas con los delegados y funcionarios que les pusieron el dedo'' y los señalaron como corruptos.

Aquí en el Distrito Federal, los ex subdelegados consultados apuntaron que Lozano Gracia ``nunca tuvo confianza en Flores Nava, al grado de que la decisión de echar a 737 elementos y desatar una serie de acusaciones sobre nuestro trabajo es también un golpe para Flores Nava, pues él era el jefe''.

En el boletín que la semana pasada giró la PGR dando cuenta de la sustitución de Flores Nava, se indicó que sería incorporado a otras funciones dentro de la nueva estructura de la PGR. No obstante, fue notorio que no se le considerara dentro del Consejo Técnico que se encargará de la dirección de la Policía Judicial Federal en esta ``etapa de transición''.

Paralelamente, tras el cese de agentes, comandantes y subcomandantes, de la PGR se filtró información publicada en algunos medios, dando cuenta que con esa medida se desmantelaba el 70 por ciento de las bandas que operaban desde la institución, al servicio del narcotráfico. Según esta información, la corporación jefaturada por Flores Nava había sido permeada por los cárteles de la droga.

``Es una muestra de que Lozano desconfiaba hasta de los funcionarios que él nombró; que nunca tuvo confianza en la PJF y cortó de tajo, sin explicaciones, sin consultas, desempeños de más de 10 años en la policía, metiendo a todos en un mismo costal: el de la corrupción'', adujeron los ahora ex jefes policiacos que buscan ampararse ante la decisión de Lozano.

Aseguraron que si Lozano hubiera intentado ``hacer equipo con nosotros'', otra cosa hubiera sido ``y los problemas los podríamos resolver juntos''.

Manifestaron su impresión de que Lozano Gracia ``siempre desconfió de los jefes de grupo y comandantes, sobre todo desde el atentado que sufrió el doctor Juan Pablo de Tavira'', el primer director de la PJF que colaboró con el procurador Lozano Gracia y que se tuvo que retirar a un mes de haber asumido el cargo.

Contra el amigo de su compadre

La orden de Lozano Gracia afectó a todos por parejo. Y una ``muestra más'' de que sólo consultó a ``poquísimas personas'', fue el hecho del cese del ex comandante Horacio Brunt Acosta, a quien The Wall Stret Journal llegó a calificar como el ``Eliot Ness mexicano'', tras la captura de Juan García Abrego.

Brunt Acosta era el brazo operador de Luis Antonio Ibáñez Cornejo, actual delegado de la PGR en Baja California, ex director de Operaciones del INCD --desde donde supervisó la acción en la que Brunt detuvo al jefe del cártel del Golfo-- y compadre de Antonio Lozano Gracia.

La versión que se conoce sobre el cese de Brunt, indica que éste se encontraba el jueves en Tijuana, donde era subdelegado de la PJF, ``tranquilo'' y es que, trascendió, ni Ibáñez estaba al tanto de los cambios que el procurador anunciaría el viernes y que le quitarían a su jefe policiaco.

En cuanto a la buena relación entre Ibáñez Cornejo y Lozano Gracia, hay una anécdota que surgió en la plaza de toros México: el domingo 12 de noviembre de 1995, ambos acudieron al coso de la colonia Nápoles atraídos por el cartel que encabezaba el diestro Jorge Gutiérrez.

Atento, el torero le brindó uno de sus toros al procurador Lozano quien, de pie... y entre abucheos --según las crónicas de entonces-- aceptó la distinción.

El lunes 13, los dos amigos agradecieron a Gutiérrez el toro que les brindó, invitando Lozano Gracia a una comida en el restaurante Arroyo...

En una entrevista que Luis Antonio Ibáñez Cornejo concedió a La Jornada en junio pasado, no escatimó elogios para el comandante Brunt Acosta. ``Hemos formado un muy buen equipo'', dijo entonces.

Su compadre Antonio Lozano Gracia le quitó, el viernes pasado, al comandante de ese equipo.

Cuando The Wall Stret Journal comparó a Brunt con el legendario policía que desmembró la organización de Al Capone en Chicago, corrió la versión de que se ofrecían 3 millones de dólares por su cabeza.

A esa versión, Brunt Acosta, todavía con todo el respaldo de Ibáñez Cornejo y del procurador, contestó irónico:

--Que me digan dónde están esos tres millones...

La desconfianza de Lozano y la intervención del Ejército

La desconfianza de Lozano Gracia en el cuerpo policiaco de la Procuraduría General de la República, aseguran los involucrados, se manifestó desde un principio, cuando los escoltas de Juan Pablo de Tavira --entre ellos un comandante-- fueron señalados como presuntos responsables del atentado que sufrió el jurista en su domicilio.

Esa ``intranquilidad'' de Lozano respecto a los mandos de la Policía Judicial Federal, se acrecentó en junio del año pasado, en ocasión de la captura del capo de Sinaloa, Héctor Luis El Güero Palma.

Aquella ocasión, Lozano tuvo que admitir que toda la corporación asignada a Jalisco, empezando por el subdelegado Apolinar Pinto, daban protección al narcotraficante. La plaza tuvo que ser controlada por el Ejército.

Otro episodio de la PJF en el que los destacamentos militares fueron protagonistas, fue en el llamado operativo Alacrán contra los hermanos Arellano Félix de Tijuana, en marzo de este año.

Respecto a la cada vez más notoria presencia del Ejercito en los operativos de la PJF, el funcionario consultado en Monterrey fue al grano: La purga que ordenó Lozano Gracia ``no es más que otro paso hacia la militarización de la lucha contra el narcotráfico, por recomendación del gobierno de Estados Unidos''.

En ese sentido, dijo que no son casuales las reuniones que ha sostenido Lozano con la procuradora Janet Reno, así como los titulares de Defensa de ambos países.