Con la inamovible tesis oficial de que el uso de recursos públicos para solventar los programas de apoyo a deudores persigue el ``beneficio de los ahorradores'' (pues no sólo se les garantizan sus depósitos, sino los intereses que generan), no el de los bancos privados (¡mucho menos el de los banqueros!, de acuerdo con la airada reacción de importantes funcionarios financieros), el secretario de Hacienda, Guillermo Ortiz, hizo un balance de la situación el pasado viernes, en Los Pinos.
Para tal fin, dijo, el gobierno destinará en total el equivalente al 8 por ciento del producto interno bruto, es decir, unos 200 mil millones de pesos (24 mil millones de dólares, monto similar al de los depósitos de mexicanos en bancos estadunidenses, de acuerdo con los informes de la Reserva Federal de aquel país).
Si el ritmo de crecimiento que empieza a mostrar la economía mexicana se mantuviera, con ese notorio repunte de 7.2 por ciento en el PIB durante el segundo trimestre de 1996 que rompió todos los pronósticos --incluídos los gubernamentales--, los mexicanos tendrían que esperar cuando menos dos años para que esos dineros se recuperaran, sin considerar los requerimientos y urgencias de los demás sectores sociales y económicos del país en ese mismo plazo.
Dicho sea de paso, los 24 mil millones de dólares en que se expresa ese 8 por ciento del PIB, equivalen a dos veces el monto obtenido por el gobierno como resultado de la privatización de las 18 ex sociedades nacionales de crédito. Los 12 mil millones de dólares producto de esa desincorporación, como gusta calificarse oficialmente a la venta de bienes nacionales, todavía no se sabe qué fin tuvieron.
El hecho es que las autoridades financieras del país sostienen que el uso de recursos públicos para los programas de apoyo a deudores es para beneficio de los ahorradores y los intereses generados.
Pero, ¿quién ahorra en la banca privada de este país?
De acuerdo con el más reciente reporte del Banco de México sobre el particular (que contiene información a junio de 1995), el ahorro depositado en el sistema bancario comercial mexicano asciende a 497 mil 668.14 millones de pesos (66 mil millones de dólares, o casi tres tantos los recursos públicos asignados a los programas de apoyo a deudores) amparados en 15 millones 621 mil 906 contratos (que no necesariamente corresponden a igual número de personas).
Como siempre, la concentración en este renglón es impresionante: del monto total de ahorro depositado en el sistema bancario privado del país, el 62.03 por ciento de los recursos (308 mil 682.81 millones de pesos) corresponde al 0.17 por ciento (26 mil 252 unidades) de los contratos.
En el nivel más alto de ahorro --que incluye las cuentas superiores a un millón de pesos--, el promedio por contrato asciende a 11 millones 758 mil 449 pesos con 14 centavos (alrededor de un millón 567 mil 793.22 dólares).
En el extremo contrario, el 0.44 por ciento del ahorro depositado en bancos privados (2 millones 198 mil 435 pesos) corresponde al 55.65 por ciento (8 millones 693 mil 310 unidades) de los contratos. El promedio de ahorro por contrato en este segmento de ahorro (menos de mil pesos) asciende a 252 pesos con 89 centavos (33.72 dólares).
La diferencia entre uno y otro renglón de ahorro es de 46 mil 496.3 veces. Nada más.
Los depósitos de 500 mil a un millón de pesos ocupan la segunda posición en la escala de ahorro en la banca privada, y representan tan sólo el 4.8 por ciento del total (23 mil 905.52 millones de pesos) y el 0.19 por ciento (30 mil 51 unidades) de los contratos con la banca privada.
Lo que los bancos privados definen como ``pequeño ahorro'', en la práctica es ``micro ahorro''. Este renglón, con casi 5 millones de cuentas y 364 millones 795 mil pesos en depósitos, representa más del 50 por ciento de la captación inferior a mil pesos y por mantenerlo, el sistema bancario recibe, generosamente, una tasa de interés anual de 8 por ciento.
Cerca del 16 por ciento de los ahorradores que depositaron sus dineros en la banca privada apostaron a los intereses ofrecidos por los pagarés con rendimiento liquidable al vencimiento, instrumentos que agrupan el 53.7 por ciento del ahorro de la banca comercial, con un monto de 267 mil 243.52 millones de pesos.
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