Recorta Clinton el apoyo federal a pobres
Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 22 de agosto El presidente Bill Clinton promulgó hoy una ley de reforma del sistema de bienestar social de Estados Unidos, y con ello dio un dramático paso al desmantelar una parte fundamental del contrato social establecido hace 60 años por el New Deal que garantizaba el apoyo federal a los pobres.
Con esta acción, el presidente también provocó un debate político que creará tensiones en la base del Partido Demócrata en vísperas de su Convención Nacional.
Con el lema de ``un nuevo comienzo... de welfare a trabajo'', Clinton convirtió en ley una reforma del sistema de bienestar social (welfare), que recortará 55 mil millones de dólares del programa a lo largo de los próximos seis años y que, por primera vez, limita la garantía del gobierno federal de otorgar apoyo económico a las capas más necesitadas de la sociedad.
Clinton afirmó que la ley no ``es perfecta'', sí podrá ayudar a aliviar ``el aislamiento terrible, casi físico de los pobres respecto al resto de las necesidades'', y aunque antes de promulgar la medida, prometió buscar cambios en aspectos de la ley por los que desaparecerá gran parte del apoyo federal económico a los inmigrantes legales, éstos no fueron excluidos de la legislación.
``Hoy tomamos esta oportunidad histórica para intentar rehacer el contrato de la nación con los pobres'', declaró Clinton en la Casa Blanca al firmar la ley. ``Estamos tomando esta oportunidad histórica de hacer del welfare lo que tenía la intención de ser: una segunda oportunidad, no una forma de vida'', subrayó.
La ley limita a sólo dos años consecutivos el apoyo federal a toda familia, y después están obligados a buscar trabajo, y por cinco años en total durante la vida natural de toda persona. También traslada la administración de gran parte del programa a los gobiernos estatales.
Los inmigrantes legales que no han adquirido la nacionalidad estadunidense perderán la mayoría de las ayudas sociales durante los cinco primeros años de estadía en el país. Los indocumentados sólo podrán recibir asistencia médica de emergencia.
Las adolescentes que son madres de uno o varios niños deberán vivir en adelante en compañía de un adulto responsable a ojos de la ley. Los estados tienen la posibilidad, pero no la obligación, de suministrarles ayuda social.
Otra cláusula polémica es que toda persona acusada por delitos relacionados con las drogas no tendrá derecho a ayuda financiera ni alimentaria (a través de cupones).
Según las últimas estadísticas oficiales, en 1993 el 23.7 por ciento de la población menor de18 años de edad recibió algún tipo de beneficio del programa de bienestar social federal. En ese año, unos 36 millones de estadunidenses recibieron algún tipo de apoyo de este programa.
Al mismo tiempo, el presidente reiteró su oposición a ciertas medidas de esta versión de la ley, señalando su intención de cambiar estos aspectos en el futuro. Entre ellos, Clinton solicitó al Departamento de Justicia deteminar si tiene la autoridad para ordenar un ``periodo de gracia'' para postergar la pérdida de beneficios bajo este programa a los inmigrantes legales. Pero estas observaciones a las medidas tuvieron como intención intentar reducir la ola de criticas de simpatizantes de su partido.
Esta reforma, adoptada cuatro días antes de inaugurarse en Chicago la Convención Nacional Demócrata, fue desde la presidencia de Ronald Reagan un deseo del Partido Republicano que nunca había podido prosperar debido a la oposición política. Así, tras la firma en ley, los republicanos señalaron la acción como parte de una maniobra electoral, y la campaña de Bob Dole acusó a Clinton de traicionar a su propio partido, que hasta ahora siempre ha defendido estos programas sociales.
``Al traicionar a su propio partido, Bill Clinton prueba que ideológicamente está a la deriva'', aseguró el vocero de Dole, Christian Martin.
De hecho, el liderazgo legislativo del partido de Clinton no se presentó a la ceremonia de hoy, y envió un mensaje con la ausencia los diputados Richard Gephardt y David Bonior y los senadores Tom Daschle, Daniel Patrick Moynihan y Ted Kennedy. El Partido Demócrata está dividido sobre el tema: 98 diputados demócratas votaron a favor de la reforma del welfare y 98 en contra cuando se aprobó la legislación en la Cámara.
Pero según los estrategas políticos de Clinton, la polémica decisión de apoyar la medida fue un paso positivo ya que sus encuestas demuestran la mayoría de la opinión pública está a favor de la reforma. No obstante, los opositores indican que el costo político se manifestará cuando las consecuencias de la reforma comiencen a ser visibles.
Sin embargo, la campaña de Clinton insistirá en mantener el sueño americano. En su libro de próxima aparición, el mandatario demócrata escribe: ``Mi visión para Estados Unidos en el alba del próximo siglo es el de una nación en el que sueño americano sea una realidad para todos los que estén dispuestos a trabajar por él, en la que nuestra comunidad cohesionada sea más fuerte y nuestro liderazgo por la paz, la libertad y la prosperidad siga moldeando el mundo''
Por el momento, este asunto será uno de los principales temas controvertidos que provocarán, si no rupturas, sí fuertes tensiones dentro de los sectores del partido al reunirse la semana próxima en Chicago.
Las protestas
Mientras Clinton firmaba la ley, cientos de personas, entre líderes del movimiento de mujeres, de defensa de los derechos del niño, religiosos y de derechos civiles, realizaron una manifestación de protesta frente la Casa Blanca. Patricia Ireland, presidenta de la Organización Nacional de Mujeres (NOW) declaró que la reforma representa un asalto contra las mujeres y lo niños. Ella y sus colegas han mantenido una huelga de hambre en protesta estos últimos días.
Marian Wright Edelman, amiga personal del presidente y su esposa Hillary Rodham, y presidenta del Fondo de Defensa de los Niños (Children's Defense Fund), calificó la acción del presidente como un ``momento de verguenza'' y como ``la tración más grande de los niños y los pobres''.
Varias organizaciones de defensa de inmigrantes también se unieron al coro de repudio. ``La comunidad latina está furiosa'', comentó Clarissa Martínez de Castro del Consejo Nacional La Raza. ``Ya es tiempo de que los partidos políticos nos tomen más en cuenta.... Clinton debería de haber luchado más'' contra estas medidas.
Según Martínez, citando a una investigación de Centro Nacional sobre Ley de Inmigración (National Immigration Law Center), ``más del 40 por ciento de los ahorros (de la reforma) del welfare provendrán de los recortes de beneficios para los inmigrantes legales, aunque este sector sólo representa el 5 por ciento de los que reciben estos beneficios''.
Y estas voces criticas acompañarán a Clinton a la Convención Nacional Demócrata donde se expresarán en varios eventos fuera y dentro de ese congreso. El reverendo Jesse Jackson, líder de la Coalición Arcoiris advirtió que ``habrá tensión'' por este tema en la Convención. Aunque no sera ``hostil'', según el dirigente del movimiento de derechos civiles, la tensión permeará parte de las actividades. Seguramente la marcha de organizaciones latinas programada para el domingo en Chicago incorporará el tema dentro de su manifestación.
De acuerdo con los críticos, 3.5 millones de menores de edad serán descartados de la asistencia pública para el año 2001, y señalan que es una ficción pensar que todas estas familias podrán encontrar trabajo. Al mismo tiempo, se ha ``satanizado'' a los inmigrantes en este debate. Otros mantienen que esto es solo el principio del fin del contrato social establecido por el New Deal del presidente Franklin Roosevelt durante la Gran Depresión.
Un editorial de la revista The Nation declara que ``este asalto contra niños, madres pobres e inmigrantes legales; es la declaración abierta de la guerra de clases'' que la derecha ha llevado a cabo más discretamente durante el último periodo.
El columnista político Alexander Cockburn señala: ``este es un momento político muy importante.
Un presidente demócrata acaba de declarar que esta oportunidad para echar a mujeres y niños a la nieve no puede pasar, ha destruido una gran parte del New Deal y ni una figura principal de los demócratas lo ha abandonado.... Bajo un asalto furioso aquí esta la propia idea de la universalidad: educación pública para todos, asistencia publica para los necesitados, asistencia de salud para todos....''. Una contrarevolucion sostienen unos, el fin de cierto tipo de ``liberalismo'' histórico estadunidense, dicen otros.
El cálculo político de Clinton y sus estrategas es que a pesar de estas criticas y del costo político de la decisión de hoy, estos sectores no tienen otra opción más que mantenerse leales al Partido Demócrata y, los más cínicos de este equipo, saben bien que los más pobres y marginados son el bloque electoral que menos ejerce su derecho democrático al voto.
Las encuestas internas indican que el sector ``independiente'' y conservador de los suburbios que vota en alto porcentaje, es la clave para el triunfo electoral en noviembre. Y ellos supuestamente aplaudieron ``el fin del welfare como lo conocemos'' (una promesa electoral de Clinton en 1992).
Los sondeos externos mantienen a Clinton como puntero. Según una encuesta de la cadena televisiva NBC, aunque Dole ganó puntos tras la convención de su partido, sigue estando 10 puntos por debajo del presidente demócrata. De acuerdo con un sondeo para la agencia Reuters, la distancia entre el candidato demócrata y el republicano es de cinco puntos