El drama de Tristán e Isolda, el de Abelardo y Eloisa o el de Romeo y Julieta están presentes sin estar en las páginas del libro Relaciones amorosas. Normalidad y patología, --del renombrado psicoanalista Otto Kenberg, puntal de la sicología estadunidense del Yo--, que nos hace sentir, pese a su estilo técnico, lo feliz y desgraciado del amor al mismo tiempo. La igualdad en el torbellino de la fusión iluminada y la separación trágica.
Otto Kenberg, el reseñador de las sicoterapias para los modernos trastornos fronterizos de la personalidad: el narcisismo --en donde domina el actuar sobre el representar, las adicciones, manías, violencia, ruptura de las normas, sexualidad perversa, etc.-- se agrega a la lista de los pensadores universales que tratan de ubicar el amor. Entre ellos Octavio Paz, que puso su poesía a relucir, jugando con el tema, sentimiento oculto en el fondo de la cosa. El amor que le revela la realidad al deseo y crea la transición desde el objeto erótico hasta la persona amada.
El amor dice Paz, citado por Kenberg, ``es el punto de intersección entre el deseo y la realidad. Revelación casi siempre, porque el amado se presenta a sí mismo como un cuerpo que puede ser penetrado y al mismo tiempo conciencia impenetrable, sólo penetrable por el lenguaje''. Kenberg refleja el haber asimilado el pensamiento de Paz, y su identificación con nuestro famoso poeta pese a dedicarle sólo unos renglones de su ya polémico libro. Sin embargo, la obra de Kenberg enseña el punto de vista de la sicología estadunidense del amor: la empatía --definida como un modo especial de percibir el estado sicológico o la experiencia vital de otra persona. El conocimiento emocional de otro ser humano, más que su comprensión intelectual. Un compartir y vivenciar temporalmente los sentimientos de otra gente.
Uno, según Kenberg, participa de la calidad pero no de la cantidad, de la clase, del grado, del sentimiento, de los otros. La patología de nuestra época --incluida la amorosa-- se origina en la crisis de la fase durante la cual el niño se separa para adquirir su propia individualidad, sin que la madre haya sido suficientemente empática para él. La empatía funciona como un órgano perceptivo sensorial que servirá de puente a la brecha entre el hombre y sus semejantes.
A lo largo aparecerá en las relaciones amorosas este retorno de la experiencia. Esta grandiosa unión narcisista. Kenberg piensa que en este contexto la pareja establece un ideal cifrado en esta unión grandiosa, y describe los determinantes biológicos y sicológicos de la experiencia sexual, al delinear su naturaleza a lo largo del tiempo, a la luz de las relaciones de objeto. Kenberg muestra en su trabajo la activación de la empatía inconsciente internalizada en el pasado, capaz de hacer aflorar los conflictos más perturbadores pero, a su vez, emocionantes de la vida amorosa. Lástima que Kenberg, pese haber tenido la influencia de los intelectuales franceses, al escribir este libro en París, deje de lado la reflexión sobre el significado y la relación del lenguaje con el amor. Es el lenguaje referencia obligada en la polémica actual sobre relaciones amorosas entre la filosofía analítica y el estructuralismo francés o la dimensión freudiana de la primera tópica; el afecto y su representación.
El amor como la revelación de la libertad de otra persona. En palabras de Paz, ``la naturaleza contradictoria del amor que desea aspirar a realizarse mediante la destrucción del objeto deseado y el amor que descubre que este objeto es indestructible''. La revelación de la libertad de la otra persona en el amor sólo posible en el lenguaje, como forma de no destruirse. El amor que provoca el anhelo de la profundidad y explica que a la sensación del fin nunca se llega. Dicho en otras palabras, felicidad y dolor en los altibajos y ambivadencias del amor.
Kenberg, O. Las Relaciones Amorosas. Normalidad y Patología, Ed. Paidós, Buenos Aires, 1996.