La Jornada 23 de agosto de 1996

SE INAUGURO VICENTE ROJO: UNA REVISION

Merry Mac Masters y Raquel Peguero José Emilio Pacheco se limpia el sudor de la frente con un pañuelo blanco y mira, como asustado, la grabadora: ``Está bien, puede usarla, acepto todo menos las luces del reflector, que me matan; pero eso --señala el aparato-- está bien''.

En el minúsculo espacio de la galería López Quiroga, que hace más agobiantes las sensaciones emanadas de los cuadros que Vicente Rojo realizó para el libro Escenarios, Pacheco acepta inusitadamente una entrevista. Nervioso, muy amable, habla rápidamente, como ganándole a sus pensamientos. Se corrige la sintaxis, como si estuviera sentado frente al borrador de uno de sus textos, y eso hace tropezada la conversación.


Teresa del Conde, Rafael Tovar y de Teresa y Gerardo
Estrada, entre otros, acompañan a Vicente Rojo durante
la exposición retrospectiva de este último inaugurada
ayer en el MAM.
Foto: Guillermo Sologuren

--Y ahora, ¿por qué sí acepta entrevistas?

--Ya estaba aquí, ni modo que me pusiera difícil --dice sonriente, al final de la plática, cuando la tensión de su rostro ha desaparecido y un grupo de admiradores se coloca a su alrededor para pedirle que firme sus libros.

--A mí estas cosas me cuestan mucho trabajo --susurra cómplice el poeta--. Nunca quedo bien, sobre todo cuando sé qué conozco a la persona pero no puedo recordar su nombre. Para librarla le pregunto: ¿Y cómo te dicen en tu casa? `Igual', me responden. ¿Y cómo te decían de chiquito?, vuelvo a preguntar. `Igual', vuelven a responder.

``Ante eso no me queda más que escribir: `A mi querido amigo, con el afecto de...' Pero no falla -suspira-: cuando lo ven me dicen: `¡Ay!, pero es que yo quería algo más personal'. ¡Es terrible! A mí me pasaba todo el tiempo con Jaime Torres Bodet, que invariablemente me decía: `¿Y qué es lo que ha escrito?' Primero llevaba mi lista, pero como siempre atribuía los títulos a otros autores luego le respondía: La montaña mágica. Entonces él me miraba a los ojos y cuestionaba: `Pero, ¿qué eso no lo escibió Thomas Mann?' Sí --le decía con seriedad--, pero esta es una nueva lectura...''

El libro de Escenarios reúne 25 poemas y 28 de las 48 mixtas sobre papel que integran la exposición homónima inaugurada antenoche en la Galería López Quiroga. Editado por la misma, el volumen está dedicado por los autores a la memoria de Jaime García Terrés.

A unos pasos de este lugar, en la Galería Juan Martín, se abrió otra muestra de Vicente Rojo --Papeles--, con varias obras del maestro de origen catalán realizadas de 1958 a 1996.

José Emilio Pacheco, en entrevista:

--¿Cómo trabajan juntos un poeta y un pintor?

--Bueno, juntos pero independientemente, es una cosa como paralela. Así como la pintura o el dibujo suelen ilustrar los libros, yo pensé hacer esta vez las ilustraciones, digamos, literarias o líricas a los dibujos de Vicente Rojo. Es el segundo libro que hacemos ya, el otro se llamó, Jardín de niños (1978). Es sobre la infancia. Es un libro muy grande de serigrafía a color, un poco como libro objeto.

--¿Primero vino el poema, después el dibujo o al revés?

--Vicente trabaja por series. Me dijo que tenía la idea de Escenarios, o sea, esto es parte de una serie mayor que incluye pintura: todo. Yo hice los poemas, él hizo los dibujos; yo los ví, hice otros poemas. O sea, una colaboración muy estrecha, pero muy libre a la vez.

--¿Son poemas geométricos?

--En cierto sentido sí, porque traté de hacer algo que nunca había hecho yo, pero es muy conocido, lo más popular y lo más antiguo en español, que es hacer versos de ocho sílabas, octosílabos.

--¿Eso requiere de mayor rigor?

--Un poco, pero sobre todo libertad de experimentar. Como nunca lo había hecho, fue como escribir por primera vez algo, no fue un acto que tuviera dominado o mecanizado.

--Pero sigue siendo José Emilio Pacheco.

--Eso ya no me corresponde a mí decirlo. Espero que sí y que no sea una repetición de lo que hice antes.

--Aquí el tema es más bien urbano.

--Es un poco más abstracto, lo otro era mucho más concreto.

--La ciudad, junto con Vicente Rojo, ¿es más o menos divertida?

--La ciudad nunca es divertida. Puede ser apasionante, pero divertida yo creo que ya no lo es. Es una ciudad, por desgracia, bastante escalofriante, violenta, dura. Era divertida hace 30 años, cuando hacíamos el suplemento de Siempre!, todo eso que había, toda esa vida de cafés, que ya no existe ahora y que lamento mucho.

--¿Este es un trabajo de añoranza?

--Para nada. No tengo ninguna añoranza. Ahora tendemos a creer que esa ciudad era maravillosa. Y no: era una ciudad muy difícil también, no tanto como ahora, pero sí tenía sus dificultades.

--Los colores de estos cuadros son muy grises, ¿así es ahora la ciudad?

--Sería interesante que lo vieran en comparación con el otro libro, que es todo color, era más como un juego, y sisisí, este es más gris.

--¿Piensan trabajar juntos de nuevo?

--Siempre estamos trabajando juntos. Hemos hecho ya no sé cuántos centenares de libros y de revistas... lo que pasa es que el trabajo casi siempre ha sido anónimo.

--¿Tienen otro proyecto nuevo?

--De momento no, porque lo que va a salir ahora, que hará también Vicente, es el libro que realicé con Francisco Toledo; ya lo publicó la Universidad de Texas y tiene que salir aquí ahora. En inglés se llama Un album para el próximo milenio. Quizá en español se llame Album de zoología. No hemos decidido lo del título. Yo pensaba que fuera un álbum en el que se le diera importancia sobre todo a Toledo, que se llamara Un bestiario de Francisco Toledo. Son 50 poemas con 50 dibujos, los mismos animales pero en dos visiones totalmente diferentes: la de Toledo y la mía.

--¿Algo así como la zoología fantástica?

--Pero de animales reales, de animales verdaderos. Son poemas que he publicado en mis libros y que seleccionó Jorge Esquinca.

--¿Le gusta trabajar con los artistas plásticos?

--Me gusta mucho porque creo que los pintores son muy inteligentes. Siempre he aprendido mucho de ellos.

--¿Qué ha aprendido de los pintores?

--Cómo trabajan, cómo se enfrentan a sus materiales y la disciplina que tienen y que uno no. Un pintor trabaja ocho horas diarias. Esto, uno no lo hace nunca.

--¿No se esperan a la musa?

--Nonononó, nadie se debe esperar a la musa, sisisisisí (risas).

El libro Escenarios, con un precio de 80 pesos, se puede adquirir en la Galería López Quiroga --Masarik 379, colonia Los Morales.

Tanto la muestra del mismo nombre de Vicente Rojo en la López Quiroga como Papeles, 1958-1996, en la Galería Juan Martín --Dickens 33-B, Polanco--, forman parte de una trilogía de exposiciones del pintor, escultor, grabador y diseñador gráfico que se completó anoche con la inauguración, en el Museo de Arte Moderno, de Vicente Rojo: una revisión, la cual comprende 108 obras selectas entre pintura, dibujo y escultura, y que abarcan desde 1954 hasta el presente.

Para esta última muestra, el artista realizó el monumental cuadro Gran escenario, de 3 por 7.20 metros, compuesto de 60 secciones que, a la entrada del MAM, abre y cierra la retrospectiva, y sobre la cual La Jornada ampliará la información mañana.




Raquel Peguero Cuando a Vicente Rojo se le iluminó el rostro con una sonrisa todo mundo volteó a ver por qué era. El festivo saludo de Gabriel García Márquez --con su esposa del brazo-- dio la respuesta. De inmediato, alrededor del Nobel de Literatura empezaron los flashazos, las peticiones de autógrafo y entrevistas:

--Vicente Rojo es uno de los amigos más antiguos que tengo y siempre estuve convencido de que era un pintor inmenso. Lo he seguido paso a paso todas sus épocas, toda su vida, los momentos buenos, los momentos malos. Pero esta noche me he dado cuenta que no lo conocía, que es muchísimo más de lo que yo me imaginaba, al ver esto en panorámica.

--¿Qué es lo que más le gustó?

--Como periodista, te digo una cosa: lo difícil de una entrevista no es empezarla, sino terminarla. Y como maestro de periodismo te voy a tronar, porque lo que te digo es más: me gusta la totalidad. ¿Te parece poco?

--Sí.

--¡Eres una ingrata! Si no quise hablar con nadie, nada más contigo: ¡tienes cero!

Es la noche de anoche, en el Museo de Arte Moderno (MAM), durante la apertura de la muestra Vicente Rojo. Una revisión, exposición retrospectiva de cuatro décadas de trabajo de este artista, que fue inaugurada por Rafael Tovar, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA).

En su breve discurso inaugural, Tovar señaló que difícilmente podríamos hallar, en las últimas décadas, una personalidad que hubiera aportado tantas cosas y con tanta generosidad a la vida cultural de México: Rojo, indicó, ``pertenece efectivamente a esa clase de artistas que más allá de su obra individual, participan de un esfuerzo colectivo y del encuentro constante entre las disciplinas. Como diseñador, pintor y escultor, su quehacer ha confluido en la colaboración lo mismo con la arquitectura que con las artes escénicas, la literatura y la creación editorial''.

Señaló que, en todas estas empresas colectivas, se ha distinguido ``como el creador que ha sabido interpretar a los creadores con los que colabora; como el artista que de manera incomparable subraya y da una nueva dimensión a la creación de los demás'', pero sin atentar contra su obra personal.

Integrada por 108 obras, entre pintura y escultura, la propuesta de montar esta revisión fue hecha hace ``dos años y cuarto'' por el arquitecto Fernando González Gortázar, indicó Teresa del Conde, directora del Museo de Arte Moderno, quien consideró ``atípica'' esta exposición, que reúne ``la poética de Vicente Rojo como escultor, como pintor''.

La muestra de Vicente Rojo permanecerá hasta el 10 de noviembre.