EN 8 MESES, 30 ASESINATOS IMPUNES EN LA REGION TRIQUI
Francisco Barradas/Especial para La Jornada/I Fieles a un retrato hecho por sus abuelos, los nombrados mazatecos continúan presentándose como la ``gente humilde, la gente de costumbre'' que vive en el monte. Hace más de 2000 años que la comunidad se asentó en lo que hoy es el norte de Oaxaca y el sureste de Veracruz. La mayoría permanece allí, muriéndose de hambre, en un territorio de sierras, cañadas y valles con una extensión de dos mil kilómetros cuadrados y dos magníficas presas a su alcance.
El Ejército mexicano patrulla la región por estos días. Paso de montaña que conecta a Chiapas con Guerrero, la alta Mazateca se antoja propicia para tropelías enmascaradas. La justificación oficial de la presencia militar dice que el gobierno sospecha que ahí se realiza un intenso tráfico de armas.
Niños triquis en la sierra de Guadalupe Tilapa, Oaxaca.
Foto: Duilio Rodríguez
Más allá de la brecha serrana, una raza batalla para sobrevivir.
Renato García Dorantes es devorado por una pesadumbre densa cuando habla del destino de los mazatecos. Calcula que antes de 50 años, el número de su gente comenzará a disminuir hasta desaparecer; los niños que emigren ya no hablarán la lengua y morirá la identidad.
Tiene la facha ruda de un antiguo profesor rural, siguió el ejemplo de Erasto Pineda, alcalde de Huautla de Jiménez en los años 50, quien organizó en 1961 a los productores de café de la zona. García es simpatizante del Frente Cívico Huautleco (FCH), jirón de aquellas luchas en cuyo cuartel una gran estrella roja pintada sobre una manta adorna la pared entera de la choza de adobe.
Tribu vieja, los mazatecos se han distribuido por todo el país, excepto en Zacatecas. Hasta 1990, según el INEGI, 168 mil 374 mexicanos mayores de cinco años hablaban la lengua.
En territorio oaxaqueño, remontada a mil 700 metros sobre el nivel del mar, se encuentra Huautla de Jiménez, que por su importancia política y económica es reconocida como la ``capital de la Sierra Mazateca''.
Hacia el suroeste está Mazatlán de Villa Flores, cuya población representa en términos de votos uno de los más valiosos filones electores de la región. Montaña arriba, está San José Tenango, el segundo municipio más poblado de esa zona, que también colinda con Puebla.
Teotitlán de Flores Magón (antes Teotitlán del Camino) es la puerta de acceso a la sierra para quienes llegan provenientes de la mesa central; igual función tiene San Felipe Jalapa de Díaz para quienes ascienden del valle de Tuxtepec.
Se dice que mil mazatecos laboraban en 1990 como braceros en Estados Unidos y Canadá. Seguramente el número ya habrá aumentado. En Huautla son comunes las historias de quienes se fueron al norte en busca de fortuna, desesperados por un salario siniestro de 15 o 10 pesos diarios.
``Mientras haya hambre y miseria hay justificación para que el pueblo se levante en armas'', repite con energía Isauro Nava, presidente del Consejo Indígena Mazateco, perteneciente al FCH. Su grupo pugna por la autodeterminación de la zona por la vuelta al modelo primitivo de gobierno. ``Hasta ahora -aclara- la lucha ha sido pacífica''.
Con el neoliberalismo empezó la decadencia para los cafeticultores
Con parsimonia de monje, Nava, un joven de 25 años, revela que el FCH surgió a raíz de ``la crisis del neoliberalismo''. Y ésta, para él, se hizo evidente con la caída de los precios internacionales del café, lo cual terminó por sumir en la miseria a los productores de las cañadas mazatecas. Por eso está convencido de que no necesitan de Londres o de Nueva York para subsistir. Autosuficiencia es su palabra predilecta.
A manera de cartilla moral, en los estatutos del FCH se previene de los ``antivalores del sistema económico neoliberal'': el individualismo, la competencia y la ganancia. Lo bueno para ellos es la organización del pueblo. El servicio y la ayuda mutua.
Los encapuchados del Ejército Zapatista de Liberación Nacional resultaron ser unos redentores cercanos y a modo de los mazatecos simpatizantes del FCH. Pronto el subcomandante Marcos ingresó en su galaxia de héroes, donde además de Zapata, refulge Gregorio Herrera, un libertador local del pies descalzos que a principios de siglo repartió tierras a los desposeídos.
``¿Por qué nuestros abuelos resolvían los problemas y ahora las autoridades no pueden?'', se pregunta Isauro con angustia. Titubea al referirse a los éxitos políticos del FCH. Pero no duda que los mazatecos volverán a organizarse de acuerdo a sus costumbres y sabrán cambiar la ``realidad de represión'' en que viven.
En los 23 municipios con influencia mazateca, del mismo modo que los grados de marginación van de ``alto'' a ``muy alto'', la categoría migratoria tasada por el INEGI varía entre ``fuerte expulsión'' y ``expulsión'' a secas. ``Quienes se van son los más pobres'', relata García Dorantes.
Miseria y enfermedad, constantes en la región
El pueblo se enferma de hambre, sentencia el doctor López. Ha trabajado 13 años en la zona. Está por demás que describa las insanas condiciones de vida, pues su propio consultorio es invadido continuamente por el aroma inconfundible de la mierda de cerdo. Ante la negativa rotunda de su vecino de clausurar el chiquero, ha tenido que colocar un ventilador de pedestal contra la ventana.
López culpa al cacique mestizo de la miseria, pero también critica al indígena puro. ``Mientras el chinanteco trabaja -dice, refiriéndose a la etnia vecina, que habita en el valle de Tuxtepec y también en la sierra-, el mazateco permanece acostadito en su hamaca''.
Lo que pasa, diagnostica, es que aquí se habla mucho de política y de religión.
Informa que por causa de una deficientísima dieta, se contrae la tuberculosis. Lo común, relata, son los desnutridos, los anémicos, los infantes cargados de parásitos.
Y el Estado, acusa, no aplica medicina preventiva.
``Lo que el gobierno hace es inútil'', declara con severidad de hierro. Los centros de salud atienden las emergencias, pero son incapaces de difundir una cultura de bienestar entre quienes acuden a ellos.
El alcoholismo es otro flagelo de los mazatecos.
La religiosa Mercedes Moreno, una robusta y afanosa sierva de las Cambonianas, prefiere no emitir juicios. ``Caminad y con tus propios ojos veréis'', recomienda con acento ronco y barrido, mientras señala hacia las barrancas que los pobladores de San Felipe Jalapa de Díaz comparten con los puercos.
Es de la región de Extremadura, en España. Antes hizo obra social en Africa. Si se le pide comparar, comenta apenada: ``esto está peor que Zaire''
Víctor Ruiz Arrazola, corresponsal/I, Región Triqui, Oax. De la mano de la impunidad, la lucha intestina por el control político de la comunidad triqui se ha recrudecido: en ocho meses ha ocasionado 30 asesinatos. En agosto se agregó al catálogo de los crímenes que se cometen en la región, el de violación tumultuaria.
En lo que va del año, la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) sólo ha podido consignar cuatro averiguaciones previas ``sin detenidos'' por los 30 asesinatos citados. En el mismo lapso aprehendió a seis personas por lesiones y a dos por homicidios cometidos en años anteriores, reconoció el titular de la dependencia, Roberto Pedro Martínez Ortiz.
Según información en poder de La Jornada, de 59 homicidios dados a conocer públicamente de abril de 1989 a abril de 1995, sólo 13 personas fueron detenidas como presuntos autores materiales, pero días o semanas después fueron dejados en libertad al carecer los agentes del Ministerio Público y los jueces de elementos para consignarlos o procesarlos, respectivamente.
Martínez Ortiz afirmó que el problema que enfrenta el personal de la PGJE para esclarecer los crímenes en la región triqui ``es que la gente no colabora, la gente se calla, no dice nada y ahora el problema más se está complicando, porque existen diferencias políticas y el traductor -que por lo general son los dirigentes- nos dice lo que él quiere.
``Uno confía en la gente cuando declara directamente, pero cuando interviene un tercero es peligroso y se pueden generar injusticias. Este es el problema que tenemos, por lo que debemos verificar plenamente la verdad'', agregó Martínez Ortiz.
El procurador de Justicia mencionó los intentos de la Policía Judicial del Estado (PJE) para detener a Domingo González Domínguez, ``quien tiene muchas órdenes de aprehensión, pero es una persona muy escurridiza, cuando han querido atraparlo, pues ha matado hasta un comandante de la Policía Judicial; a otro le destrozó la mano. Y no es que sea un personaje muy peligroso, sino que es una persona de la región, tira con un rifle 22, pero tiene muy buen puntería y luego se refugia en el monte''.
La PJE mantiene un operativo permanente en la zona desde el pasado 10 de agosto -después de que cinco mujeres de Yutazani fueron violadas-, con la finalidad de ``ganarse la confianza de la gente para que hablen, señalen y digan, porque la gente sí sabe, sí se da cuenta. Es tanta la impunidad, que los matan enfrente y no dicen nada, simplemente se lo guardan y después se lo cobran; bueno, ésa es la cultura que ellos traen, pero ése es el gran problema que tenemos, de ahí no podemos avanzar, porque no hay colaboración de los interesados.
``Preferimos mejor afrontar la responsabilidad y decir: `es que no podemos investigar porque no nos ayudan', pero no cargar con la conciencia de meter inocentes a la cárcel''.
Aceptó no haber podido detener a ningún presunto responsable de los últimos 30 homicidios. ``El problema es que no encuentro el apoyo para poder investigarlos, ése es el gran problema que tenemos, no me queda más que mantener un operativo en la región, para que inmediatamente que suceda algún hecho, pueda proceder''.
A base de presión, el Movimiento de Unificación y Lucha Triqui (Mult), fundado en 1980, ha conseguido beneficios de desarrollo social para sus comunidades, lo que debilitó la presencia del PRI en la zona y motivó a hijos de priístas asesinados a conformar, en octubre de 1994, la Unidad de Bienestar Social de la región Triqui (Ubisort), organización que después de no ser escuchada por el gobierno empieza a utilizar una de las armas del Mult: la movilización.
La violencia siempre ha predominado en la historia de los triquis, pero ahora se canaliza mediante estas dos organizaciones políticas. Las dirigencias, tanto del Mult como de la Ubisort, se acusan mutuamente de ser las responsables de los homicidios, de los robos y ahora de las violaciones. La lucha es encarnizada, a muerte.
Las violaciones, que por lo general no se denuncian, son parte de la ``cuota'' que las mujeres triquis tienen que pagar en esta guerra intestina en la que sus hombres ahora se acogen a la banderas del Mult o de la Ubisort para encubrir sus crímenes.
Martínez Ortiz convocó a las dirigencias del Mult y de la Ubisort a reunirse con personal de la PGJE para comprometerse mutuamente a colaborar en las investigaciones, y así ``castigar a los responsables de la violencia en la zona''.
Mientras tanto, los asesores del Mult y de la Ubisort, Heriberto Pasos Ortiz y Raúl Marcial Pérez, respectivamente, coincidieron en que es necesario que las dirigencias de ambas organizaciones inicien un proceso de diálogo para lograr la pacificación de los triquis.
Pasos Ortiz aseguró que el Mult ha sido serio en sus propuestas de paz y muestra de ello ha sido ``nuestra permanencia durante 16 años de vida en esa zona, defendiendo los derechos indígenas''. Agregó que ``los líderes del Mult coinciden en buscar la tranquilidad en la zona para lograr que aterricen todas las conquistas y programas ofrecidos por el gobierno''.
Marcial Pérez dijo que el único requisito que la Ubisort necesita para sentarse a dialogar con el Mult es que esa organización ``designe a personas serias con las que se pueda platicar, pues será inútil cualquier esfuerzo si persiste la intransigencia''