Eduardo R. Huchim
¿Qué hacer con Pemex?

La permanencia de Petróleos Mexicanos como empresa pública y la lucha contra la privatización de jirones de ella, como sería la industria petroquímica, suelen ser causas defendidas por la pluralidad izquierdista del país, vasto sector cuyo representante de mayor relevancia es el Partido de la Revolución Democrática, hoy conducido por Andrés Manuel López Obrador, quien por su oriundez tabasqueña ha estado cerca de las injusticias derivadas de la explotación de hidrocarburos.

Las movilizaciones en defensa de tales inequidades, dicho sea de paso, constituyen la expresión en los hechos del postulado central del programa diseñado por López Obrador para el PRD: hacer de éste un partido en épocas electorales y, fuera de ellas, un movimiento solidario con causas populares. Antes de llegar al ámbito nacional, hubo una enriquecedora experiencia regional en ese sentido, pues el PRD tabasqueño fue partido que postuló para gobernador a su hoy presidente nacional, y fue movimiento que promovió o apoyó importantes luchas, destacadamente la vinculada con el petróleo.

Bien, la terca cruzada de la izquierda contra la privatización de la industria petrolera le ha conferido a aquélla una carga ideológica que con frecuencia la distorsiona y propicia el rechazo de sectores no izquierdistas. Una evaluación sensata del problema petrolero y de las asechanzas sobre los hidrocarburos mexicanos, particularmente por parte de Estados Unidos, llevaría a la conclusión de que defender la riqueza del subsuelo y conservar el dominio de la nación sobre ella es un asunto de interés general desvinculado de geometrías políticas. Esa defensa debiera importarle a todo mexicano, al margen de ideologías, y ser ejercida con unanimidad, porque es mucho lo que está en juego.

Una notable novedad bibliográfica contribuirá a ese deseable consenso, pues arroja nuevas luces sobre el tema con cifras y datos contundentes. Se trata de ¿Qué hacer con Pemex? Una alternativa a la privatización, que con el sello de Grijalbo estará pronto en librerías. El autor es José Luis Manzo Yépez, investigador universitario que ha publicado artículos y ensayos en diarios y revistas nacionales. Coautor de varios libros, en 1992 presentó una denuncia contra Pemex ante la PGR y la Secretaría de la Contraloría, por lo cual tuvo que dejar su puesto en el área de comercio internacional de la paraestatal.

De la copiosa información contenida en sus 181 páginas, resumo sucintamente tres puntos:

a) La economía de Estados Unidos es altamente dependiente del petróleo. Ese país es el mayor consumidor en el mundo (25 por ciento del total) y el segundo mayor productor (13 por ciento), pero sólo posee el 2 por ciento de las reservas mundiales probadas. Mientras en 1970 importaba 14 por ciento de su consumo, en 1995 esa proporción alcanzó 51 por ciento, pues en ese lapso su producción interna se redujo en 33 por ciento, en tanto su consumo creció 51 por ciento. Ahora bien, en 1977 sus importaciones procedían en 82 por ciento de Medio Oriente, Africa y el Lejano Oriente, y en 1995 las de ese origen descendieron a 39 por ciento. En cambio, las provenientes de tres países de América (México, Canadá y Venezuela) se cuadruplicaron al pasar de 11 a 44 por ciento. El suministro petrolero, entonces, es asunto de seguridad nacional para la potencia del norte y, por supuesto, sus ávidos ojos están puestos en las fuentes cercanas, México destacadamente.

b) Con el afán de exportar, desde tiempos de José López Portillo y a causa de inadecuadas técnicas de explotación, se extrae sólo una parte menor de los hidrocaburos existentes en los yacimientos, de modo que se pierden cantidades significativas imposibles de extraer posteriormente. A yacimientos capaces de dar 70-75 por ciento de su volumen disponible, sólo se les extraen porcentajes de 30 por ciento. La extracción acelerada y las inadecuadas instalaciones propician un enorme despilfarro del cual se aportan escandalosas cifras.

c) Manzo Yépez dedica un capítulo a demostrar la inconveniencia e ilegalidad de la pretendida venta de la petroquímica. He aquí, como muestra, un argumento en contra: ``En materia de petróleo, la diferencia entre una nación pobre y una rica es que la pobre extrae y comercializa el petróleo crudo como materia prima, mientras que la rica lo utiliza para fabricar una amplia gama de productos con alto valor agregado, estimulando con ello el empleo y la producción en otras ramas de su sistema económico''.

Y a la pregunta que da título a la obra y a este artículo, el autor responde con una amplia propuesta cuyo centro es mantener las explotaciones petroleras bajo el dominio de la nación, al tiempo que Pemex reorienta sus objetivos prioritarios y abandona el papel de monoexportador de crudo, para recuperar su vocación industrial y la atención de su infraestructura.