Es tiempo de preguntar por qué la confusión se ha convertido en la política más practicada en los últimos tiempos. Practica la confusión el gobierno, los diputados y senadores, los medios de comunicación, los acusados, los testigos, los acusadores.
Para acompañar la política de la confusión, se le ha mezclado con ideas de que los gobernantes son débiles, confundiendo de esta manera debilidad con obcecación. La Suprema Corte de Justicia de la Nación enjuicia, un Congreso local exonera. Las pruebas de corrupción se hacen públicas, el Ministerio Público y el Presidente de la República disculpan y reivindican a los acusados. Luego, el mismo Presidente dice que no habrá impunidad y los impunes florecen por todas partes.
Sobre la muerte de Colosio se sigue haciendo política y el PRI y el PAN se cobran las cuentas matrimoniales tras la intensa luna de miel. La administración de los secretos está en disputa y el PRI quiere más la cabeza de Lozano que la aclaración del crimen de Colosio, y el presidente Zedillo defiende a Lozano y al PAN a fin de no quedar solo sin su alianza panista neoliberal. El PAN quiere mantener su espacio, como juez de las controversias priístas, ligas de políticos con el narcotráfico y extensión del Departamento de Justicia de Estados Unidos. La decisión del juez que liberó a Othón Córtés se le carga a la PGR y tumba no solo al fiscal especial, sino la versión del fiscal especial que apuntaba hacia el Estado Mayor Presidencial. Para confundir más, Domiro García Reyes, bajo sospecha de ser parte del complot contra Colosio, es nombrado jefe del EMP en una zona militar de Yucatán, demostrando la fuerza de los militares, pero agrandando más la confusión. El PRI, el PAN, procuradores y el montón de ex fiscales se han constituido en una extensión del crimen al haber logrado la confusión necesaria para llegar al crimen perfecto.
Aburto no es Aburto, pero el Aburto preso parece ser que no fue el que disparó. En los nuevos planteamientos ya aparece una mujer con gorra blanca (anteriormente excluidas por una clara intención machista de los confundidores) y un nuevo camino de sospechosos se ligarán a los ya habituales. Ninguna investigación de la PGR, ninguna, ha logrado dar elementos fuera de Lomas Taurinas. A esta fecha se sabe solamente que hay un muerto, es Colosio y que en una vieja técnica carcelaria lo asesinaron haciéndole ``bolita''.
Mario Aburto, el asesino sentenciado con la pena máxima de 50 años, es el preso más silencioso del país; a él sólo Jesús Blancornelas, del periódico Zeta de Tijuana, lo ha entrevistado gracias a la intervención del mismo Carlos Salinas: Blancornelas es uno de los más decididos defensores del asesino solitario.
¿Asesino solitario? ¿Complot? ¿Crimen de Estado? ¿Asesino solitario con apoyo de complot? ¿Grupo de asesinos bajo una directriz externa?
Los fiscales, jueces, diputados, senadores y procuradores podrán vivir confundidos en busca de la verdad jurídica ¿Podrá la seguridad de Estado haber vivido este tiempo sin saber la verdad? ¿Quién nos administra la verdad y los secretos? ¿A quién sirve la confusión?
Lo cierto es que hoy, como en la novela existencial El Extranjero de Albert Camou, el crimen es lo menos importante y lo real es lo que se juega a partir de los intereses que se disputan en el juicio. El PRI y el PAN, dueños ambos de la investigación y los secretos, han inaugurado una nueva práctica política en el país utilizando el crimen. Elecciones de 1997, sucesión del 2000, la disputa por la información y el control de la información, son más importantes que la verdad. Paradójicamente todos se alimentan del crimen de Colosio al mismo tiempo que parece más imposible su esclarecimiento. Todo ello hace que este caso sea un crimen perfecto metido en el laberinto de la impunidad.