La Jornada 27 de agosto de 1996

Falta de presupuesto, causa de la crisis de la educación superior: UNESCO

Estado y sociedad deben entender que el financiamiento a los estudios profesionales es una inversión nacional a largo plazo, expresa el organismo de la ONU

José Gil Olmos /I La limitación del financiamiento público es una de las causas de la actual crisis de la educación superior y también de la tensión en sus relaciones con el Estado y la sociedad, asegura la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Federico Mayor, director general de esa organización, advierte: ``El Estado y la sociedad en general deben comprender que financiar la educación superior no es una carga para los fondos públicos, sino una inversión nacional a largo plazo para acrecentar la competitividad económica, el desarrollo cultural y la cohesión social''.

Según estadísticas de la UNESCO, el gasto promedio por estudiante es diez veces menor en los países en desarrollo en comparación con los industrializados. ``Es poco probable que esta tendencia se invierta en los próximos años'', prevé.

En su Documento de política para el cambio y el desarrollo en la educacion superior, la organización advierte que sin profesionales preparados ningún pais podrá alcanzar un desarrollo sustentable y señala que se requiere una ``reforma global'' de todo el sistema y de todas las instituciones educativas.

Sin embargo, acota los parámetros del cambio en la educación superior: ``Asegurar un grado de progreso compatible con las necesidades y las expectativas de una sociedad en la que el desarrollo económico se produzca con la debida consideración del medio ambiente y vaya acompañado de la edificación de una cultura de paz basada en la tolerancia y el respeto mutuo; en resumidas cuentas, un desarrollo humano sostenible''.

Invitado por la conferencia general de la UNESCO, en su reunión de 1993, para preparar un documento de política general sobre educación superior, hace unos meses Federico Mayor concluyó la investigación apoyado por autoridades nacionales, organizaciones no gubernamentales, asociaciones académicas e investigadores.

Se trata, señala el director de la UNESCO, de una respuesta a los desafíos de la educación superior en un mundo sometido a rápidas transformaciones, caracterizado por cambios en los imperativos de desarrollo económico y tecnológico y por nuevas necesidades de desarrollo social y cultural.

No obstante, el ``ejercicio mundial de reflexión'' de la organización comenzó en 1990 con consultas regionales en las que se debatieron y aprobaron varios documentos como la Declaración de Legón sobre la misión de la Universidad Africana (Accra, 1991), el Programa de compromiso de la enseñanza superior en América Latina y el Caribe (Caracas, 1992), y la Declaración de Senaia sobre la libertad académica y la autonomía universitaria (Sinaia, 1992). Además, se apoyó en los anuarios estadísticos de la UNESCO y en los informes Mundial sobre Educación (1991 y 1993) y Mundial sobre Ciencia (1992).

La elaboración de este documento es ``parte de un proceso más amplio encaminado a consolidar la función de la UNESCO a la luz de los cambios políticos, sociales, económicos y culturales que se están produciendo actualmente''.

El estudio plantea las bases del cambio y el desarrollo de la enseñanza superior. No obstante, aclara que no se trata de imponer modelos o recetas rígidas, sino de una ``brújula intelectual'' que podrán tomar en cuenta los estados miembros.

La organización reconoce tres facetas de la crisis mundial de la educación superior: el aumento del número de alumnos, la disminución del financiamiento público y el distanciamiento entre los niveles de los países desarrollados y los que están en vías de desarrollo, sobre todo en investigación.

Las tendencias del cambio

La UNESCO parte de que la educación superior ha experimentado cambios numerosos y específicos a nivel regional, local y nacional en la expansión cuantitativa, la diversificación de las estructuras institucionales, los programas y las formas de estudio y en las restricciones financieras.

Explica: ``Se observa una serie de procesos simultáneos y a veces contradictorios de democratización, mundialización, polarización, marginación y fragmentación. Todos ellos inciden en el desarrollo de la educación superior y exigen de ésta respuestas adecuadas.

``Los imperativos actuales del desarrollo económico y técnico tienen tanta importancia como las modificaciones de las estrategias de desarrollo: deben estar destinadas a lograr un desarrollo humano sostenible, en el que el crecimiento económico esté al servicio del social y garantice una sustentabilidad ambiental. La búsqueda de soluciones a los problemas derivados de estos procesos depende de la educación, comprendida la educación superior''.

Las respuestas, apunta, deben guiarse por tres criterios generales: pertinencia, calidad e internacionalización.

La pertinencia para la educación superior significa que sus graduados sean capaces de actualizar constantemente sus conocimientos y adquirir otros que le permitan no sólo encontrar trabajo, sino también crear empleos en un mercado en constante cambio.

La UNESCO sostiene que las relaciones deben basarse en los principios de libertad académica y autonomía institucional, ``indispensables para la preservación de toda institución de enseñanza superior como comunidad de libre investigación capaz de llevar a cabo sus funciones de creación, reflexión y crítica en la sociedad.

La libertad de enseñanza la define como un conjunto de derechos y obligaciones individuales y colectivos, y además como una condición indispensable para la existencia de los centros de educación superior tanto públicos como privados, a fin de que estén ``a la altura de los tiempos y desempeñen sus funciones creadoras de reflexión y crítica en la sociedad''.

Sin embargo, advierte que los principios de autonomía y libertad de enseñanza no deben utilizarse para justificar negligencia profesional o incompetencia organizativa.

Sostiene que el Estado puede y debe asumir una función catalítica y de regulación, ``pero debe predominar el autogobierno de la educación superior''.

Sobre la calidad, reconoce que se ha convertido en una preocupación fundamental y en un problema de grandes magnitudes, sobre todo cuando existe una elevada matrícula, se han diversificado los programas y se reduce el financiamiento.

Así, precisa que la evaluación de la calidad es fundamental para aumentar la calidad de la enseñanza superior, pero no sólo con base en aspectos financieros o en el funcionamiento global de las instituciones, sino con base en los principios de libertad académica y autonomía institucional.

Sobre la internacionalización de la educación superior, señala que ésta obedece al carácter universal del aprendizaje y la investigación, la cual se fortalece con la integración económica y política y con la creciente necesidad de intercambio cultural.

En este contexto, sostiene que la educación superior habrá de contribuir a la conformación de los mercados laborales, pero que en una época en la que la igualdad título-empleo ya no se aplica, se espera que surjan graduados que sean empresaarios y creadores de empleos eficaces