De los acuerdos a que el PAN llegó con los gobiernos, saliente, de Salinas y, entrante, del doctor Zedillo, destaca como una de sus ventajas o concesiones, no única pero sí la más evidente y notoria, el nombramiento de Antonio Lozano Gracia como Procurador General de la República, cargo en verdad importante, puesto que el Procurador, además de ser el jefe del Ministerio Público federal y tener por tanto el monopolio de la acción penal, es nada menos que el abogado de la nación, vale decir, el abogado situado en la cúspide de la pirámide formada por todos los abogados que en uno u otro cargo, sirven a la administración pública.
Pero por lo que hasta hoy se ve, la oportunidad de demostrar un modo diferente de hacer las cosas y una política inspirada en el bien común, en la procuración de justicia, se perdió y el Procurador y el PAN han tenido que soportar una verdadera andanada de críticas y reclamos, que tienen sin duda alguna fundamento.
En efecto, no hay un solo caso importante en el que la nueva Procuraduría haya tenido éxito, y la opinión pública se manifiesta francamente indignada por la negativa abierta o velada a llamar a comparecer ante la justicia al ex presidente Salinas y a otros funcionarios cercanos a él, especialmente a Córdoba Montoya.
En estas circunstancias, no se puede menos que comparar al PAN de ayer con el de hoy y traer a colación una cita de Memorias del PAN, libro escrito por don Luis Calderón Vega y editado por Jus en 1978.
Relata el cronista de los primeros años del partido, que después de las elecciones de 1940, reciente aún la fundación y prácticamente en medio de la lucha poselectoral, el PAN fue invitado a colaborar con el gobierno de Avila Camacho, y por supuesto no aceptó.
Para no ser intérprete, transcribo para los lectores de La Jornada el texto de referencia (pág. 63):
``Tal vez, éste (Avila Camacho) haya tenido buenas intenciones al formar su gabinete. Pero se equivocó de camino.
``Reiteradamente ofreció, aunque en forma poco concreta, algunas secretarías para los dirigentes del partido. En su último intento, don Manuel Avila Camacho, en entrevista amistosa, ofreció al licenciado Manuel R. Samperio la Procuraduría General de la Nación, `desde donde podría proteger a sus partidarios'.
``¡Eso sí acepto; pero, lo primero que debe hacer un Procurador de Justicia --y eso haría--, es procesar a todos los funcionarios de este régimen, para castigar a los responsables de las matanzas en la última elección, e iniciarles juicio de residencia para investigar la limpieza (?) de sus fortunas! --contestó Samperio.
``Claro que lo que se quería era decapitar a la oposición, comprar a sus dirigentes, dividirlos y, una vez descalificados por complicidad con el nuevo gobierno, echarlos por la borda''.
Como repito, aun no queriendo se tiene que hacer la comparación; porque a pesar de la diferencia de tiempo y circunstancias, pensamos que los principios son invariables. Agrega don Luis: ``...algunos angelistas, juzgando a distancia, afirmaban que esa negativa fue un error del partido. Sin duda aquellos mismos no hubieran sido tan angelistas para no aceptar una chamba, así causaran escándalo y desilusión al pueblo mexicano''.
Creo que a quienes militamos alguna vez en ese partido, a quienes militan hoy en él, al pueblo de México, debe interesar la diferencia de puntos de vista, el contraste de criterios y de actitudes.