La Jornada 29 de agosto de 1996

Cómo criticar al presidente sin dejar de apoyarlo, dilema de latinos Los desalentaron las medidas antiinmigrantes en la ley del welfare

Jim Cason y David Brooks, enviados, Chicago, 28 de agosto Los delegados de origen latinoamericano estaban furiosos esta mañana por las medidas antinmigrante, y durante una reunión matutina, uno tras otro denunciaron que como resultado de la firma de la ley de reforma al sistema de bienestar social (welfare) por el presidente Bill Clinton, California está implementando provisiones de la antinmigrante propuesta 187. Pero en la noche, al comenzar los trabajos de la Convención Demócrata, el principal orador latino, el diputado Bill Richardson, decidió no mencionar el asunto.

El problema para los delegados latinos en la convención, observó el activista pro derechos de los inmigrantes Carlos Arango, es ``cómo criticar a Clinton y al mismo tiempo apoyar su relección''. En una entrevista con La Jornada, el diputado Richardson reconoció hoy que los latinos están ``desalentados'' con las medidas antinmigrante de la ley de reforma del welfare, e indicó que éstas tendrán que ser enmendadas hasta enero cuando, espera, un Congreso controlado por una mayoría demócrata haya sido electo.

Todos los días delegados hispanos y dirigentes de organizaciones latinas cercanas al Partido Demócrata han mantenido reuniones en esta ciudad en el contexto de la Convención Nacional Demócrata, para definir sus estrategias a fin de influir en la política de esta organización política, particularmente en torno a los temas cruciales de inmigración y los recortes de servicios sociales a sus comunidades amenazadas por la reforma del welfare. Pero la interrogante es si existe suficiente muestra de fuerza de este sector desde fuera y si los políticos latinos en el partido tienen voluntad para lograr un impacto real.

Leon Panetta, el jefe de gabinete del presidente Bill Clinton, dijo la semana pasada que se anticipaban protestas durante esta convención, tanto dentro como fuera del centro de reuniones. Pero hasta el momento no se han materializado a un nivel suficientemente visible como para ser ``noticia'', con la excepción de una marcha latina que comenzó el domingo pasado con unos mil participantes y terminó con menos de 500, para protestar contra la reforma del sistema de bienestar y otras medidas contra los inmigrantes que afectan a la comunidad latina.

La delegada hispana más crítica de estos asuntos es Dolores Huerta, lideresa del sindicato de jornaleros United Farm Workers (fundado por su esposo, el fallecido Cesar Chávez) quien admitió que hay que darle ``voz a nuestro desencanto.... No les podemos dejar pensar (a los demócratas) que nos tienen en sus bolsillos'', comentó al diario Chicago Tribune. Más tarde sugirió que los latinos deberían considerar abandonar el partido para formar otro si los demócratas no responden a sus demandas.

Preguntado acerca de estos comentarios, Richardson descartó que Huerta abandone el Partido Demócrata y dijo que él estaba negociando con funcionarios de la administración Clinton para intentar otorgar asistencia inmediata a los jornaleros agremiados en la organización de Huerta y otras comunidades de inmigrantes directamente afectadas por las medidas de la reforma del sistema de bienestar social.

``Yo pienso que Dolores conseguirá algunos pertrechos alimenticios para su gente'', declaró Richardson, y explicó que la administración Clinton ha prometido algún tipo de asistencia especial a los jornaleros de California que serán afectados por la suspensión de programas de apoyo federal como resultado de la reforma del welfare.

``Sin embargo, la clave es la elección de un Congreso demócrata en noviembre, y cuando regresemos en enero estaremos considerando correcciones (en esta legislación)'', comentó Richardson a La Jornada.

Para Carlos Arango, dirigente de un movimiento pro derechos de los inmigrantes en Chicago y de la Coordinadora 96, una coalición que está organizando una marcha nacional de inmigrantes a Washington el Día de la Raza, lo importante es promover el concepto de que hay un consenso, ``una voz'', en torno a una serie de puntos claves para la comunidad latina en este país.

Arango comentó a estos enviados que lo que el Partido Demócrata tiene que decidir es ``si existe una fuerza latina que debe tomarse en cuenta, o si sólo estamos para que digan que hay latinos, y para todo lo demás seguimos invisibles''.

De acuerdo con Arango, lo único que la dirigencia demócrata está ofreciendo ahora es que ``el presidente está de acuerdo en que hay que cambiar las medidas antinmigrante'' dentro de la ley de reforma de welfare. Al mismo tiempo, consideró que es importante que los latinos no abandonen el partido, sino que sigan ``luchando por espacios al interior, eso no hay que perderlo''.

No obstante, ``estamos desencantados con estas políticas del presidente'' y, por lo tanto, Arango consideró que hay que pensar en el mediano plazo. ``Apenas nos estamos sentando en la mesa; antes ni estábamos en la mesa'', afirmó. ``Todo esto es para prepararnos para el próximo siglo''. Y aseguro que el debate en la convención es sólo el comienzo, ya que el mensaje se llevará a Washington el 12 de octubre.

Para muchos líderes de la comunidad latina, las acciones recientes de Clinton al incluir medidas contra los inmigrantes en varias leyes promulgadas --el colmo fue la firma de la ley de reforma del welfare, que contiene medidas para negar beneficios a inmigrantes legales-- los ha llevado a un sentir que su casa política tradicional, el Partido Demócrata, ya no es su casa. Al mismo tiempo, se entiende que aunque ``estos están mal'', los otros, los republicanos, son peores. Y como resultado, se sigue manifestando una tensión acompañada de una frustración por la falta de opciones electorales.

La comunidad hispana, como se le dice en los medios, representa un 14 por ciento de la población nacional, y pronto sera la ``minoría'' más grande de Estados Unidos. La comunidad mexicana y méxico-estadunidense representa la mayoría dentro de este bloque. Cualquier político está consciente de esto. En esta convención, un 9 por ciento de los delegados son latinos. A nivel nacional, hay 5 millones de votantes latinos, aproximadamente un 2.5 por ciento (pero esta cifra representaría el 5 por ciento del número de los que participaron en las elecciones de 1992) de todos los empadronados.

Si este voto será considerado clave para los demócratas de aquí a noviembre, dependerá de la estrategia y de los campos de batalla electorales particulares, y eso determinará, al parecer, qué tan ``amigos'' se portarán los dirigentes de esta casa demócrata.