Cuesta 100 mil dólares llegar como huésped especial a la convención
Jim Cason y David Brooks, enviados, Chicago, 28 de agosto El Partido Demócrata calificó su convención nacional como una fiesta para el hombre común, pero si uno desea obtener las mejores butacas de este centro de espectáculos, o la oportunidad de saludar a un secretario del gabinete de Bill Clinton, o mejor una visita al cuarto donde se viste Michael Jordan, eso podría costarle 100 mil dólares.
Ese es el precio de ser nombrado ``vicepresidente'' del comité organizador de ``Chicago 96'' (la convención) y, según los organizadores, más de 75 empresas y cabilderos ya han contribuido con esa suma, cada uno.
Un vistazo alrededor del centro de la convención; en las partes superiores junto a las cabinas de las televisoras ABC y CNN con sus logos de bonitos colores, se encuentran las sky boxes, cabinas personales con vidrio oscuro donde estos huéspedes especiales pueden beber algún whisky bueno y observar el show, y el piso alfombrado por donde pasean miles de delegados de los 50 estados y los territorios estadunidenses. Ejecutivos y cabilderos de Bank America, Coca-Cola, Archer Daniels Midland (nuevo socio de Maseca), Chrysler, J.P. Morgan, Kraft y Sears se encuentran entre los que han contribuido con lo necesario para estos privilegios.
Pero el United Center, sede de esta convención, es más que un centro de reuniones: es el estadio donde el equipo de basquetbol campeón, los Chicago Bulls, juegan durante el año. Y esta semana el Partido Demócrata arregló permisos para que algunos de sus contribuyentes más generosos pudieran tener acceso a los cuartos donde las superestrellas Michael Jordan, Scottie Pippen y Dennis Rodman cuelgan su ropa, se bañan y se relajan durante partidos. A estos afortunados se les obsequia boletos permitiéndoles un día de acceso a estos salones donde el sudor de algunos de los personajes más famosos del mundo seguramente permea el ambiente.
Comprensiblemente, los funcionarios del Partido Demócrata se muestran renuentes a platicar sobre los detalles del muy buen trato a sus ``huéspedes especiales'', pero según versiones estos ``vicepresidentes'' de la convención también consiguen tiempo amplio con funcionarios de la administración Clinton.
Unos 400 contribuyentes, que han otorgado por lo menos 50 mil dólares por cabeza, fueron festejados con una vuelta sobre un barco de río y conversaciones con el secretario de Transporte, Federico Peña. Por sólo 10 mil dólares este miércoles cientos podrán tener el placer de comer con el secretario de Tesoro, Robert Rubin.
Pero las empresas no son necesariamente leales a un solo partido; mejor dicho, celebran el bipartidismo. Muchas de las mismas firmas que pagaron para obtener privilegios similares en San Diego durante la Convención Republicana, están aquí en Chicago, incluyendo la cervecera Anheuser-Busch, la Chrysler y United Airlines.
Y hasta las grandes trasnacionales del tabaco como Philip Morris y R.J. Reynolds, las cuales han estado algo irritadas con las iniciativas anticigarro de Clinton, auspician eventos especiales. En entrevista con el diario National Journal, Alejandro Benes, director del Centro para la Integridad Pública en Washington, expresó lo obvio: ``El dinero sigue al poder.... los cabilderos quieren acceso y acción. Ya no les importa más la ideología''.
Mientras el mensaje desde el podio es contra el cigarro, la droga, la contaminación, el desempleo, la pobreza, nadie sabe lo que se comenta en las salas privadas de cristal opaco suspendidas sobre este centro de convenciones. Tal vez depende de cuanto whisky y puros habaneros estén consumiendo, o si sólo les importa el basquetbol. Algunos reporteros están esperando abajo, a ver si invitan.