La Jornada 29 de agosto de 1996

La educación, sin futuro si no se refuerza a universidades, advierte Sarukhán

José Gil Olmos /II Si no se cuida el fortalecimiento a largo plazo de la educación superior y se toma una solución al vapor ``yo no le veo ningún futuro a la educación pública o a la privada, al país tampoco'', sentenció el rector de la UNAM José Sarukhán Kérmez.

Con ocho años al frente de la rectoría de la universidad más grande del país y de Latinoamérica, para el doctor Sarukhán no hay duda de la magnitud del reto que plantea la educación superior. Sin embargo para él, ni las universidades ni la Secretaría de Educación Pública (SEP) por sí solas podrán enfrentarlo.

``Yo me atrevería a decir que ni siquiera la SEP sola lo puede hacer, es una responsabilidad central de ella, es su campo, pero no va a poder hacer mucho si no tiene los recursos.

``Entonces aquí es donde tiene la parte de planeación y diseño económico, tienen que jugar una parte importante las secretarías de Hacienda, la de Comercio y la del Trabajo, porque finalmente estamos hablando de la generación no sólo de más espacios en las universidades, más aulas, más profesores capacitados y laboratorios equipados. Estamos hablando de la creación de fuentes de trabajo y esto tiene que venir concomitante con una planeación del desarrollo del país'', consideró.

Sin mencionarlo, el rector de la UNAM hace referencia a las 826 instituciones de educación superior, 418 del sector público y 408 particulares, que atienden a un millón 283 mil 208 jóvenes con una planta de poco más de 133 mil profesores, según datos de la Asociación Nacional de Universidades e Institutos de Educación Superior (ANUIES) y del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI).

En ese sentido, el reto para el país en materia de educación superior, apunta, está constituido en dos capítulos: el primero es el mantenimiento y la elevación de la calidad al máximo posible, y el segundo, la formación de los profesores que habrán de atender a la población estudiantil.

En la entrevista que concedió en sus oficinas del sexto piso de la Torre de Rectoría, Sarukhán es claro al señalar que hay algunas universidades que pueden crecer, pero que habrá de crearse nuevas instituciones: universidades tecnológicas, instituciones que ofrezcan carreras cortas de dos o tres años.

Insistió en aclarar que frente al ``reto'' de incrementar la calidad del servicio educativo en el nivel superior hay que ``quitarse de la cabeza'' la idea de que todas las instituciones tienen que ser del mismo tipo.

``Debiera haber una gama muy distinta, tecnológicos, como ya dije, institutos de educación superior con carreras cortas, que se llamen como se llamen: universidades tecnológicas o institutos tecnológicos, los nombres no me preocupan, sino que incluso dentro de cada una de ellas, dentro de las universidades y en los tecnológicos, (haya) carreras cortas. Debe haber diferencias, no todas pueden estar haciendo lo mismo o pretender que van a lograr lo mismo. Creo que hay misiones, objetivos, que deben ser muy claramente establecidos por las instituciones en función de qué es lo que se quiere lograr, porque va a ser la única manera de poder evaluar si están cumpliendo o no'', propuso.

No obstante, precisó que el plantel académico que requerirán estas nuevas instituciones ``no va a salir de la nada''. De ahí la responsabilidad de las universidades e institutos que existen actualmente para responder a este papel de formar a los nuevos profesores con la mayor calidad y de acuerdo con su capacidad.

Para 1994, según datos de la ANUIES, del total de docentes adscritos en licenciatura, el 55.7 por ciento tenía estudios de ese nivel; el 13.5 por ciento maestría; el 6.4 por ciento especialización; el 2.6 doctorado y el 1.2 estudios de nivel medio profesional. Mientras que de un 20 por ciento se desconocía su grado de preparación.

--Habla usted de caminar con cuidado en este proceso y de que las soluciones al vapor podrían tener riesgos. ¿De qué tipos de riesgos estaríamos hablando?

--Bueno, pues tenemos uno que lo hemos vivido y estamos viviendo los efectos de ello; fue la atención a una demanda muy fuerte de educación superior en los 70, que creo fue atendida con muy poca planificación o con muy poco tiempo o con ambas cosas y que generó los problemas que en términos generales llamamos de masificación de varias de las universidades, con una caída del nivel promedio de calidad porque hubo que improvisar una gran cantidad de profesores que no existían, que no se habían formado, hubo que darles elementos para que pudieran entrar a atender grupos y esto ha tenido un efecto nocivo en los niveles de preparación de la gente.

``Alguien diría: es que no había otra manera de hacerlo. No sé, a la mejor no la había pero me hubiera gustado mucho que primero hubiera habido la previsión de esa demanda, y segundo, que se hubieran formado planes de formación de recursos humanos que pudieran, a la mejor no de golpe, pero sí paulatinamente, ir atendiendo con un mayor nivel académico a las generaciones que estaban pidiendo de manera creciente entrar a educación superior.

``Creo que ese es un ejemplo muy claro del tipo de daños que una cosa de esta naturaleza puede hacer, por diversas causas que no me voy a poner ahorita a analizar que fue lo que produjo esto. Pero el hecho es que dimos un salto muy grande en la educación superior que, creo, no fue acompañado de las medidas, de los esfuerzos y del cuidado necesario para atender esa creciente demanda de jóvenes por la educación superior''.

--También está el otro riesgo de no atender la demanda social.

--No, yo no he dicho que no se haga. Lo que digo es que se efectúe con mucha intensidad pero con mucho cuidado.

--¿Cómo se puede lograr?

--Con mucha planificación, con programas que vean la formación del mayor número posible de profesores bien preparados tanto para la educación superior como la educación media superior. Estoy hablando de decenas de miles. Ir dando lo tiempos para que esto ocurra y prever que esa gente, cuando termine, va a requerir de sueldos adecuados, infraestructura apropiada para dar sus cursos, de instituciones organizadas sensatamente y bien articuladas en su funcionamiento y todo eso requiere de una planeación muy grande que hay que tomar desde ahora.

Al respecto, anunciá un programa especial de la SEP, con la colaboración de la ANUIES, para mejorar el personal académico de educación superior del cual, previene, ``no va a producir efectos en los próximos diez años, pero a partir de eso vamos a empezar a tener un sistema que realmente va a responder mejor a ese crecimiento, que también esperamos se modere, sobre todo en la tasa de crecimiento poblacional que aumentaba en más de 3 por ciento anual''.