La Jornada 1 de septiembre de 1996

Campa proclama su triunfo; ``es un marrullero'', dice Altamirano

Alonso Urrutia y Víctor Ballinas En la intimidad de su oficina, reunido sólo con quienes prepararon su estrategia de debate, Gonzalo Altamirano Dimas reventó:

``¡Es un marrullero! ¿Qué querían? No iba a entrar a una pelea de callejón''.

Fueron golpes bajos, alegaron panistas.

Era la síntesis de un combate que estuvo a punto de perder por nocaut en la séptima vuelta, cuando el dirigente priísta, Roberto Campa, arremetió contra la figura sacra del panismo, Diego Fernández de Cevallos.

Los flashazos congelan la imagen del priísta que levanta el acuse de deuda que tiene el ex candidato presidencial panista con el ayuntamiento de Acapulco, por concepto del predio que posee en Punta Diamante, una de las zonas más exclusivas del país.

``El PAN no sólo recibió algunas gubernaturas que no había ganado; algunos miembros muy destacados de Acción Nacional recibieron también ventajas materiales, como el predio multicitado a nombre de un señor que se llama Diego Fernández de Cevallos''.

La estrategia panista, fraguada a lo largo de tres semanas, quedó diluida ante los ataques del priísta y la falta de punch en los golpes de Altamirano.

De nada valió el cúmulo de información estadística sobre el desempeño de los gobiernos estatales del PRI y el PAN, ni los resultados de encuestas favorables al panismo sobre el actuar de los gobernantes, mucho menos la puntual preparación de argumentos sobre la moral y las buenas costumbres.

Las propiedades de Diego, el desempeño de Antonio Lozano, el escándalo de Cordero Ontiveros, fueron la secuencia del priísta. Una serie de combinaciones de ganchos al hígado del panista, quien intenta la defensa de Diego Fernández, aludido desde el quinto episodio por Campa : ``Lo emplazo a que proceda jurídicamente y deje de calumniar''.

Vía celular, el PRI prepara la respuesta. Paloma Villaseñor, secretaria general, ordena: ``Tráiganme el documento que habla de Diego''. El fax panista no está disponible para recibir esas cosas, lo que orilla a apresurados movimientos desde la sede tricolor para hacer llegar el escrito justo para mostrarse casi al final del encuentro.

Sin militantes, tan sólo con los seconds de cada dirigente, el anunciado debate fue dominado por el priísta, opinión casi generalizada entre los asistentes.

Frente a frente los seconds de cada contendiente. En la esquina azul, Cecilia Romero y Patricia Garduño, ala conservadora del panismo, permanecen imperturbables ante la arremetida inicial de Campa: conservadores, derechistas, intolerantes, alejados de lo popular.

Es el principio, pero marca la pauta. El priísta jamás abandonará la iniciativa, pese a las intermintentes reacciones del panista que jamás asesta un golpe contundente, aunque lo intenta: ``En el PAN no están los empresarios del millón de dólares ni los que hicieron negocios con Raúl Salinas ``, dice en respuesta al derechismo que se le achaca. Ni la corrupción, ni la democracia, ni el manejo fiscal fueron temas para que el panista arrinconara a Campa, siempre escurridizo.

En la esquina tricolor, connotados ex delegados populistas, promotores del Pronasol, Oscar Levín y Florentino Castro, encabezan la asesoría priísta, aunque la más activa es la segunda en jerarquía del Partido Revolucionario Institucional capitalino, Paloma Villaseñor, quien lleva la contabilidad por puntos del combate.

Casi al mediodía, el debate ha concluido. El saludo de un sonriente Roberto Campa recibe una fría respuesta del panista. Entre los asesores panistas se guardan las formas. Entre el priísmo es inocultable la satisfacción.

--¿Queda abierta la posibilidad de otro debate?

--Claro, los que sean necesarios --responde Campa.

El panista tiene otra opinión:

--¿Volverá a debatir con Campa?

--No, este el último debate con él. No se puede discutir con quien difama, responde irritado en la continuación del programa radiofónico que transmitió en vivo el debate.

Al más puro estilo priísta, casi un millar de militantes vitorean a su presidente a la llegada a la sede del partido. En mangas de camisa, mariachi de por medio y en pleno festejo, Campa se proclama ganador, ``porque tenemos proyecto y propuestas. El PAN sólo ataca, pero no presentó proyecto''.

Entre su círculo mas cercano, Campa valora: ``El dirigente panista no se preparó. Se notó su improvisación. Lo llevamos al terreno que nosotros quisimos y cayó en él porque no tenía propuestas.''

--¿Hubo golpes bajos?

--De ambas partes, pero lo de Diego Fernández de Cevallos no lo digo yo, se ha manejado públicamente.

En la sede regional del PAN, el festejo se lleva a cabo, a pesar de todo. Medio centenar de panistas escuchan el balance de su dirigente, en un alto del son del mariachi: ``Se dieron golpes bajos, pero no podemos pedirle calidad moral a quien no la tiene. El PAN planteó su proyecto y sus propuestas. Quería llevarnos a una pelea de callejón y no lo permitimos''.