MISMO CAMINO, ¿OTRO DESENCANTO?
Inmersa en un creciente proceso de desgaste, la figura del fiscal especial para el caso Colosio no parece reactivarse con el nombramiento de Luis Raúl González Pérez como su nuevo titular. Por el contrario, y a pesar de las prendas de honestidad, transparencia y capacidad que el procurador Antonio Lozano Gracia le elogió en su toma de posesión, el nuevo nombramiento produjo tanto un desencanto de quienes confiaban en la posibilidad de vigorizar las investigaciones del asesinato de Colosio, como un preocupante fortalecimiento de la posición de quienes aseguran que en realidad estamos en presencia de un múltiple acomodo de piezas para cerrar en los hechos el expediente del crimen del sonorense.
Ciertamente sería injusto en su totalidad condenar al fracaso desde ahora la tarea encomendada a González Pérez, pero tampoco es posible eludir el contexto político, social y hasta de técnica criminalística en el que deberá cumplirse el delicado encargo.
Por principio de cuentas, es evidente que el perfil profesional del nuevo subprocurador especial no corresponde a las expectativas que se habían generado. Primer visitador de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, González Pérez, según el currículum entregado ayer a la prensa, tiene experiencia docente y administrativa, pero no en materia penal ni en el terreno estricto de la investigación criminal. De los ocho cargos previos de los que da cuenta, cuatro son plenamente administrativos. Contrastan esos datos con la, en su momento, muy publicitada experiencia de su antecesor, Pablo Chapa.
Difícil también será para el nuevo funcionario abrirse camino rumbo a la verdad entre la compleja trama que ha sido tejida por las actuaciones de tres fiscales anteriores y, además, por la desaparición física de evidencias y testigos importantes.
Pero, a pesar de que las condiciones para el trabajo de González Pérez son extraordinariamente adversas, conviene puntualizar que uno de los reclamos centrales de los familiares de Colosio, de partidos políticos y de la sociedad en general se refiere a la necesaria existencia de una voluntad política superior que verdaderamente busque esclarecer el asesinato del 23 de marzo en Lomas Taurinas.
Sin embargo, hechos como la liberación de Othón Cortés, el cese de Pablo Chapa como fiscal especial, y ahora el nuevo nombramiento, abonan la especie de que en realidad se vive un proceso encaminado a mantener las indagaciones sobre el crimen en un nivel de inocuidad, sobre todo respecto a los altos círculos del poder del sexenio pasado a los que una publicación católica se ha referido recientemente.
Al presentar públicamente al nuevo fiscal, el procurador Lozano Gracia habló de una ``nueva etapa de revitalización de las investigaciones''. Por la salud y el bien de nuestra nación, es deseable que se cumplan los propósitos anunciados y que no inyectemos a la sociedad mexicana una nueva dosis de desesperanza.