Si quisiéramos ilustrar el tortuoso camino que en ocasiones hay que recorrer para evitar la destrucción de los recursos naturales y la contaminación del medio, garantizar la salud de la población y lograr el desarrollo, la compañía Minera Autlán sería un buen ejemplo. Igualmente, una muestra más de los intereses que al más alto nivel se oponen al cumplimiento de diversas leyes y al desarrollo sustentable. Viene a cuento lo anterior porque en julio pasado la Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente (Profepa) decidió tomar algunas medidas a fin de lograr que dicha empresa disminuya o elimine los efectos potenciales causados al medio por sus emisiones contaminantes que afectan a varios municipios del estado de Hidalgo, donde explota un metal de importancia estratégica.
Se trata del manganeso, valiosísimo recurso no renovable, básico para la producción de todos los tipos de acero; es también esencial para la elaboración de pilas secas. Las potencias industrializadas carecen de yacimientos de ese metal que sean económicamente viables. Ello explica por qué el gobierno de Estados Unidos lo declaró estratégico y crítico. Por ley, en ese país debe haber reservas suficientes de manganeso para cubrir las necesidades de diez años. Medidas muy parecidas han tomado Alemania, Japón, Francia y Gran Bretaña. Pero la explotación y beneficio de dicho metal representa un grave riesgo pues afecta adversamente a la fauna y la flora acuáticas y terrestres, así como a la salud de la población, sobre todo a los niños y a las personas desnutridas o con deficiencias en algunos de sus procesos fisiológicos. Es tóxico de carácter permanente, con alta reactividad y fácil dispersión.
Precisamente en la región de Molango, en Hidalgo, se ubica el yacimiento de manganeso más importante del país y el segundo del continente americano. La compañía Autlán tiene la concesión para explotarlo, labor que realiza desde hace lustros. Prácticamente todo el manganeso que se produce en México se obtiene de Molango y áreas adyacentes. Mas fiscalmente la compañía está registrada en la ciudad de México y en Veracruz, por lo que la mayor parte de las ganancias que obtiene y los impuestos que paga no se quedan en Hidalgo. Sin embargo, las plantas de explotación y beneficio del mineral se ubican en una de las áreas más pobres de dicha entidad, por lo que los desechos sólidos y peligrosos, los efluentes contaminados, las emisiones tóxicas y contaminantes y los daños ambientales y de salud asociados a ellos, afectan a miles de familias.
En un estudio efectuado en dicha región por los doctores Lilia Albert y Julio Flores durante 1994, se señala que Autlán es una importante compañía de carácter oligopólico y trasnacional que registra ganancias crecientes. Sin embargo, al parecer no ha aportado a Hidalgo ningún beneficio económico de importancia, ya sea directo (en ganancias e impuestos) o indirecto, como empleos o desarrollo de la infraestructura, los servicios públicos y la calidad de vida de la población. En cambio, significa pérdida acelerada de un recurso no renovable de enorme valor, contaminación permanente de aguas, aire y suelos, deterioro ambiental y desequilibrio de los ecosistemas. Igualmente, posibles daños a la salud de los trabajadores y de la población, y deterioro evidente y constante a la infraestructura de caminos. En pocas palabras, la pobreza subsidia al gran capital.
Los reconocidos investigadores alertan claramente cómo el manganeso es un metal esencial para la vida, pero si excede las concentraciones naturales resulta tóxico para todos los organismos. A causa de su reactividad y de las propiedades físico-químicas de sus principales compuestos, puede movilizarse con facilidad en los ambientes acuáticos y terrestres; y además, reaccionar con algunos contaminantes del aire, como el bióxido de azufre, para formar otros más dañinos, como la lluvia ácida. Los efectos más graves sobre los ecosistemas ocurren a largo plazo, por lo que el análisis de los riesgos asociados con el manganeso y su minería no deben limitarse al sitio origen de la contaminación ni a la especie química general: necesitan incluir el estudio de las aguas superficiales y sus organismos, el de las aguas subterráneas, el de suelos, aire, flora y fauna terrestre en la zona afectada por los vientos.
En los últimos 20 años, los habitantes de la región de Molango han denunciado lo nocivo de las actividades de la Minera Autlán. Pero sus quejas no han sido suficientemente atendidas ni resueltas. Ha podido más la influencia de la trasnacional, el apoyo de diversas instancias oficiales interesadas en que haya actividad económica a cualquier costo y la corrupción de algunos funcionarios. Si bien la compañía fue levemente sancionada en 1993 por irregularidades en su funcionamiento, y que las medidas recientes de la Profepa son más enérgicas, sigue causando daños al ambiente y la salud. Cabe agregar el empeño del actual gobierno de Hidalgo por impedir el saqueo de un recurso que, bien explotado, debía servir para alcanzar el desarrollo, pero que sólo está dejando pobreza, enfermedades y depredación ambiental. ¿Hasta cuándo?.