Ciertamente, como el gobernador Roberto Madrazo advierte, nada en su contra prueba la fotografía en la que aparece acompañado por dos personas que luego fueron detenidas bajo la acusación de pertenecer al Ejército Popular Revolucionario.
En estricto derecho, y de acuerdo con la lógica que el político tabasqueño desarrolla en sus contrargumentaciones, la presencia de José García Marín, conocido como El Calao, es institucional, en su carácter de delegado comunal electo justamente para, entre otras cosas, trabar relaciones con autoridades y funcionarios como el propio gobernador Madrazo.
Sin embargo, la réplica ajustada al concepto fotográfico es inexacta e injusta. Según las declaraciones reportadas por el corresponsal de La Jornada en Villahermosa, René Alberto López, El Calao es un priísta con 22 años de militancia, comprobables por el actual presidente estatal del comité tricolor, Manuel Andrade Díaz.
En su historial partidista, El Calao presume de haber sido colaborador con Enrique González Pedrero quien, dice, le guarda especial afecto y durante cuyo mandato cumplió tareas de enfrentamiento contra Antorcha Campesina. Luego, fue funcionario en el gobierno de Manuel Gurría Ordóñez y, ya más recientemente, fue actor destacado en la rebelión priísta que enfrentando a golpes a perredistas logró conservar a Roberto Madrazo como gobernador, luego que el presidente Zedillo lo pretendía nombrar secretario de Educación Pública. El Calao también encabezó la toma de la radiodifusora que en Villahermosa transmite el crítico programa denominado Telerreportaje. Según el PRD tabasqueño, El Calao es también uno de los porros al servicio del líder de la diputación estatal, Pedro Jiménez León, fotográficamente también afamado en meses pasados cuando participó en desalojos carreteros de perredistas en plantón. En aquella ocasión, Jiménez León declaró haber comprado personalmente los garrotes con los que golpearon a los perredistas.
Es decir, El Calao es alguien que sirvió a los intereses de varios gobernadores priístas, pero sobre todo a Roberto Madrazo, en cuya defensa arriesgó cuanto tuvo a la mano. No se trata de un improvisado o de un actor circunstancial, sino de alguien cuya conducta ha estado asociada a Madrazo en los momentos en los que debe demostrarse cuánta es verdaderamente la lealtad y la coincidencia de ideales e intereses.
Ahora, el gobernador Madrazo se declara infiltrado, en lo que es una tesis difícilmente aceptable, tanto o más como aquel episodio en el que apareció secuestrado en vísperas de una resolución de la Procuraduría General de la República que previsiblemente le sería adversa. Infiltradas las organizaciones sociales y el gobierno de Tabasco, pocos resquicios para la esperanza nos quedan a los mexicanos.
Sin embargo, es necesario apuntar que los indicios de relación Tabasco-PRI-EPR afectan mucho más que los intereses del gobernador Madrazo. Estamos en presencia de un dato que descalifica una de las muchas acciones realizadas presuntamente en contra del EPR pero que, como sensatamente se teme, pueden ser simples maniobras para ajustes de cuentas o verdaderas pantomimas políticas.
Durante mucho tiempo, y el Wall Street Journal lo acaba de publicar de manera destacada, se ha hablado de la posibilidad de que atrás de algunos de los hechos que dislocan al gobierno de Zedillo pudieran estar intereses de políticos del sistema, y en ese segmento se anota a un llamado sindicato de gobernadores, presuntamente endurecidos en su resistencia contra el zedillismo, y supuestamente involucrados y comprometidos con el salinismo.
Esa línea dura, de políticos resentidos por el desplazamiento zedillista, y ansiosos de recuperar el poder para darle la dirección que preserve sus intereses, ha estado permanentemente en una línea de investigación popular. Los nombres de Carlos Salinas de Gortari y de Carlos Hank González han sido reiteradamente mencionados bajo la sospecha de promover acciones desestabilizadoras. Roberto Madrazo, hay que recordarlo, tiene una filiación política clara con el profesor mexiquense.
Frente a todas las especulaciones derivadas de este demostrado priísmo de uno de los presuntos miembros del EPR, conviene precisar que los infortunios tabasqueños afectan injustamente al citado Ejército Popular Revolucionario, por cuanto esa I de institucionalidad que le ha añadido la circunstancia del sureste no proviene de sus errores internos sino de un agregado externo.
El EPR tiene por delante un difícil camino para ganar legitimidad y demostrar su verdadero talante. Por lo pronto, en Tabasco, le han puesto un escollo del tamaño del PRI.